Correcciones clasistas

6.2K 1.2K 790
                                    


Cuando Débora despertó, se fijó en la hora de su celular. Eran las tres de la madrugada. Se levantó de la cama y salió a la sala a por algo de beber, le gruñía un poco el estómago y estaba abrumada por no poder entregarse con felicidad a brazos de Morfeo.

Cuando llegó a la cocina, se percató de que otra presencia ya se le había adelantado. La estufa estaba encendida y la linterna de un celular era la única iluminación precaria del espacio.

—¿Sí sabes que existe la electricidad? —pronunció Débora al reconocer a Yeferson de espaldas, echándole sal a algo en una sartén.

—Una cosa es que exista y otra es que haiga, genia.

—Creo que la palabra que quisiste usar es haya.

—Clasista mamañema.

—No estoy siendo clasista, solo te corrijo.

—Bueno, corregir es de clasistas —dijo Yeferson de mala gana.

—Y molestarse de ignorantes.

—Mhmm, ya. La verdad es que me sabe a culo, su alteza.

Joder, ¿Ese capullo no conocía los eufemismos? Bueno, eso se ponía en duda si decía haiga.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Deb al notar un olor agradable viajar en el aire.

—Comida. Esa arepa con perico de la cena me dejó fue bien vacío, hablándote claro.

—¡¿Qué?! —la castaña chilló en voz baja—. ¿Hay drogas en esta casa?

—¿Qué? —Yeferson se echó a reír al recopilar lo último que había dicho—. No. O sea, sí, pero no le digas a mi mamá. Y relájate, no te la metimos a ti. El perico son huevos revueltos con aliños.

—Aaaah.

—Bueno, ¿Vas a querer de lo que estoy cocinando o te vas a quedar ahí parada toda la madrugada?

—Estará envenenado —el tono de Débora tenía una pizca de recelo.

—¿Insinuas que son nefastas mis habilidades culinarias? Bueno, no soy digno del máster chef, pero por lo menos no me muero de hambre. Si me vas a despreciar el festín madrugador pirate de aquí, pajua.

La castaña, haciendo caso omiso a sus palabras, abrió el refrigerador y sacó una taza plástica con una banana y un par de melocotones. Se subió a uno de los taburetes de madera y procedió a comerse la fruta, con los brazos apoyados del mesón.

—¿Qué pasó con Jorge y por qué se pelearon?

Yeferson crispó la frente, Débora pudo ver aquel gesto por la escasa iluminación de la linterna. Estuvo a punto de contestar «Problema tuyo no es» pero en lugar de eso, pensó que se trataría la crueldad al menos un instante. Después de todo, Yeferson no tenía el mejor aspecto ni el léxico más impecable del mundo, tenía mil razones para caerle mal.

—Le quité un cigarro y se amotinó.

Débora rió por lo bajo. Aquel motivo era tan estúpido que causaba gracia.

—¿Y te duele el labio?

—Sí.

—¿Mucho? ¿No deberías ponerte hielo o algo así?

—Nah, tampoco es una exageración. Peores cosas me han pasado.

—¿Como por ejemplo...?

—Nacer en Venezuela después del año dos mil.

La ojos verdes procedió a pelar su banana y comerla en silencio. Yeferson, desde la oscuridad no muy remota, se le quedó viendo, embelesado. Su imaginación creando miles de escenarios con su hermanastra accionando de la misma forma, pero con otro instrumento.

«¿Cómo coño te puedes comer ese rolo de cambur en un solo mordisco?»

Al sentir una incomodidad, o más bien, la sangre fluyendo hacia un punto que no es necesario mencionar, Yeferson decidió sacar un tema de conversación para distraerse.

—Entonces ya tienes una amiga en el liceo.

—Ajá, ¿La conoces?

—La he visto algunas veces en el barrio con Natalia. Todos conocen a azúl celeste.

—Se llama Bárbara, y déjala en paz, que ha sido más amable que tú.

—Hi sidi mis imibli qui ti.

—Qué infantil eres —Débora blanqueó los ojos.

—Infantil tú, que no te quisiste montar en la moto. Muchacha ridícula.

—Mmmj —emitió la castaña—. Por cierto, te ves muy mayor para cursar bachillerato todavía, ¿Cuántos años tienes?

—Los suficientes para saber que soy inalcanzable para fijarme en una carajita mojonera como tú.

—Hostia, quiero tu autoestima.

—No alcanzas, pitufa blanca.

—Vamos, tío.

—No soy tu tío. Soy, por desgraciadas decisiones de nuestros padres, tu hermanastro.

—Es una expresión, idiota.

—Pues quítatela de la cabeza, porque aquí no se habla así.

—¿Y cómo se dice aquí, según tú?

Yeferson exhaló a profundidad.

—Qué ladilla. Tú jodes más que una patada en las bolas.

—Dime.

Él fingió pensar mientras movía la sartén.

—Bueno, a los amigos normalmente se les llama Pana, Causa, Convive, Mano...

—¿Mano? ¿Y a los enemigos cómo? ¿Pie?

Yeferson dejó caer un tenedor al piso y se frotó el entrecejo.

—Dios mío, dame paciencia, porque si me das fuerza te la mando —suspiró—. «Mano» es un diminutivo de «Hermano». Y el pronombre «Mano» no tiene género, chamita.

—De haber empezado por ahí, hubieses evitado que se te cayera el cubierto al suelo, haciendo un ruido que posiblemente ya despertó a alguno de nuestros padres.

—Cállate la boca y come —rogó el moreno, dejando frente a ella un plato de plástico con arepas fritas pequeñas y algo rostizado.

Débora no dijo nada más. Empezó a engullir el plato cuando el olor se coló por sus fosas nasales y se le removieron las tripas.

No podía creer que aquella comida tan deliciosa la hubiese preparado semejante capullo con prospecto de semi-dios. Las arepas con cebolla estaban tan divinas que las devoró en pocos minutos.

Yeferson, al ver a su hermanastra deleitándose con su creación improvisada, tuvo que sacar a relucir ese lado maligno que tenía reservado solo para ella. Mientras Débora tomaba agua, el muy desgraciado le dijo:

—¿Viste que la iguana sabe a pollo?

Mala elección de palabras, o quizás lo había dicho en el momento menos oportuno, ya que Débora le escupió el agua en la cara y, como si no fuese suficiente, también le salió agua por la nariz. Ahora, una tos frenética se había apoderado de ella.

—¡¿Qué?! ¡Gilipollas!

Salió corriendo a su cuarto de baño e intentó vomitar, pero Yeferson se asomó por el umbral de la puerta y le dijo que era mentira. Ella se enfureció más, por supuesto. Le metió un rodillazo en la entrepierna y lo empujó fuera de su habitación.

El único lado bueno del caso es que posiblemente Yeferson quedó estéril después del rolo de coñazo.


•••••••••••

Lentejas, este dúo es una vaina seria.

Los invito a leer mi libro OLYMPUS: EL DESPERTAR. Se encuentra disponible en mi perfil. No tiene nada que ver con BLMA, pero es entretenido también y está completo.

Varios me están leyendo y aún no me siguen en Wattpad, ¿Qué están esperando? 🧐 Tengo muchas otras historias que también son buenas e interesantes.

Los tqm, nos leemos en la próxima actualización<3

Bajo la misma arepaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora