Ni que decir estábamos nuevamente viendo un partido de Marcos en el estadio, había disfrutado muchísimo con el los días que paso en casa.
Pero ahora esta pendiente de la Sudamericana, y tengo mucha fe en que realmente les ira muy bien.
Y como no si van ganando 2-0 y aunque quede un montón de tiempo por delante no les veo nada de animo a los otros en querer descontar.
—Este partido lo deja de muy buena manera, para la vuelta en Brasil.
—Ellos lo saben, y saben que deben dar su todo también allá.
Al salir del estadio nos fuimos por detrás, por donde conocí a los chicos. Y pensé en ese día nuevamente, andaba tan sentimental que me sorprendía a mi misma.
—¿Nos podemos sacar una foto contigo?— escuche de una chica, cuando se acerco a Jeyson.
El obviamente acepto, como lo hizo esa vez con nosotras.
—Recuerdos— me dijo mi amiga, enganchandose a mi brazo.
—Muchos— sonrei, ese fue el comienzo de todo.
Ivan anduvo hoy con nosotras, fue un apañador máximo.
—Debemos ya ir rumbo a casa, es bastante tarde— mire la hora en mi celular y si era así.
—Nos vemos pronto Consu— abraze a mi amiga.
—Me iré el viernes a tu casa como acordamos— me devuelve el abrazo.
Quedamos en pasar las tres juntas el fin de semana en mi casa, por que Ivan jugaba fuera de Santiago. Y Jeyson con Marcos también los hacían.
Nos fuimos todo el camino uno detrás del otro, hasta que llegamos a nuestra cada primero y tuvimos que separarnos.
—Anda a descansar, yo me preparare algo para comer.
—Buenas noches — me da un beso, y se va a la habitación.
Mientras yo buscaba que hacerme, termine haciéndome una sopa para uno. Y me senté en la sala, a ver televisión.
Faltaba poco para las doce, así que al terminar me quedé un rato organizando la cocina y también me fui a dormir.
Marcos que decir estaba ya en el mejor sueño, a mi me costo un poco pero lo logré.
Al despertar Marcos se estaba alistando para irse.
—¿Tienes entrenamiento?— le pregunte, y este se sobreexalto con mi voz.
—Buenos días amor— se acerco a darme un beso— si entrenamiento al medio día.
Mire el reloj aun eran las diez y media.
—Vuelvo casi a la misma hora de siempre— me dice, antes de darme otro beso, e irse.
Es la única rutina que no me acostumbro a tener.
Era aún temprano para mi, así que me acomode y dormí un poco más de una hora más.
—No tuve que haber hecho eso— me levante con aun más flojera que antes.
Me prepare mi desayuno express para luego llamar a Fran, y que se venga a dar una vuelta.
—Llegue— dice ella entrando, si le pase una llave la otra vez. Y la puso en su juego de llaves, para entrar cuando quiera.
—¿Como estas?— la salude desde mi asiento.
—Todo bien ¿y tu?— se acerco, pero hubo algo en eso que me causó ganas de vomitar.
—Espera— me faltaron pies para correr hasta el baño, y botar lo que recién había comido.