Capítulo 7: Trato justo

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Bulma se mantuvo cerca de Gokú, ambos mirando al cielo. Intentaba controlar sus pensamientos; pensando en el pequeño Gohan y en cuán asustado debería estar, pensando en dónde diablos estaba su novio y por qué no regresaba todavía. Pero sus pensamientos seguían a la deriva, siendo arrastrados por el viento y enfocándose en Vegeta. En el hecho de que Vegeta estaba vivo, en el hecho de que la odiaba, en cómo se veía tan...

"Basta."

Bulma se puso de pie, dejando su revista olvidada en el suelo y se retiró al interior de la casa. Aún no tomaba esa ducha y realmente la necesitaba. Oyó y sintió la presencia de Gokú detrás de ella, sin duda, con aquella mirada de preocupación plasmada en su siempre afable rostro. Continuó siguiéndola todo el camino hasta la puerta del baño, hasta que Bulma finalmente se dio vuela, con las manos en las caderas.

—Estoy bien, Gokú. Ya puedes dejar de seguirme.

—Sólo quería asegurarme —dijo Gokú, rascando la parte posterior de su cabeza inocentemente, y Bulma se sintió culpable por su tono algo enojado. No era culpa de Gokú el hecho de que siempre se hacía responsable del bienestar de sus amigos. Ella había dependido mucho de él cuando eran jóvenes, por lo que era de esperarse que Gokú pensara que aún lo necesitaba. Pero ella no lo necesitaba ahora, no para resolver sus problemas con Vegeta. Podría protegerla de grandes y malvados monstruos espaciales, pero ella no necesitaba su protección contra Vegeta. Eso era algo que debía arreglar por su cuenta. "No hay nada que arreglar."

Bulma giró el picaporte, entrando al baño mientras sus ojos seguían sosteniendo la mirada de Gokú.

—¿Cuántas veces tengo que decirlo?

—Puedes decirlo cuántas veces quieras, Bulma —Gokú se encogió de hombros, su expresión inocente pareciendo desvanecerse en algo más omnisciente—. Sin embargo, lo entenderé si quieres venir con nosotros.

"¿Eh?" Ella no esperaba eso. Tal vez lo contrario. Habría esperado que Gokú le pidiese que se quedara allí, donde era seguro, donde no tendría que ver al Príncipe Saiyajin nunca más.

—¿Qué?

—No me malinterpretes. Me agrada Yamcha. Pero ese tipo parecía bastante enojado. Apuesto a que te extrañó mucho cuando te fuiste.

Ella no pudo evitar resoplar.

—Milk en verdad te golpeó muy duro en la cabeza, ¿verdad?

Gokú sonrió y dio un paso atrás.

—Eres nuestro negociador, ¿no? Eres buena en eso. Siempre había pensado que tenías algún tipo de poder —dijo él, encogiéndose de hombros y dándose la vuelta—. Y todos sabemos que no es poder físico... por lo menos no del mismo tipo que yo y los demás poseemos.

—¡Gokú! —exclamó Bulma. ¿Realmente estaba escuchando esto?—. Voy a tomar una ducha ahora —ella dejó escapar un suspiro agitado—. ¡Y no voy a seducir a nadie para recuperar a tu hijo!

—¡Yo nunca dije eso! —respondió el Saiyajin avergonzado—... Aunque tú fuiste la que dijiste que no querías vernos pelear...

—¡Adiós, Gokú! —cerró la puerta con tanta fuerza como pudo, y se apoyó sobre ella mientras respiraba agitadamente. Bulma gruñó, increíblemente exasperada. Aumentó la temperatura del agua y se desvistió rápidamente, ansiosa de bloquear lo sucedido en la última hora. "¿Dónde está Yamcha?"

Estaba realmente alegre de que él no hubiera estado allí para presenciar eso. La reacción de ella hacia Vegeta no había sido completamente inocente, y sólo podía imaginar lo que Yamcha pensaría. O lo que haría. Algo potencialmente peligroso y sin duda mortal. Esto ya no era por su orgullo. No podía permitir que sus viejos y estúpidos sentimientos adolescentes emergieran cuando Vegeta estuviera cerca. De lo contrario Yamcha no sobreviviría este viaje.

Deseos Peligrosos (Vegebul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora