Capítulo 22: Un deseo

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Estás pensando demasiado.

Miró a su padre con ligera molestia. Mencionar que estaba pensando solo le hacía pensar aún más, por supuesto.

El pequeño príncipe se apartó de la puerta y miró la armadura junto a su cama. Sus ojos oscuros giraron en cada esquina de la habitación. Necesitaba memorizar cada centímetro del lugar, cada detalle, cada contorno de sus muebles de madera, cada hilo en los tapices oscuros que colgaban de su pared y su piso. Una bandera con el familiar ícono rojo del Planeta Vegeta colgaba sobre su pequeña cama. El mismo símbolo se hacía presente sobre el pecho de su armadura.

¿Estás listo, Vegeta?

Deslizó la armadura sobre su pequeño cuerpo y se colocó su capa roja. Le encantaba este traje, más de lo que su joven mente probablemente entendía. Esa prenda le hacía sentirse un verdadero guerrero Saiyajin.

—Sí —respondió el joven príncipe.

En pocas horas, se encontró a miles de millas de distancia del Planeta Vegeta. Fuera de la estación espacial, no parecía más que una estrella roja y distante, manchada con la sangre de su historia. Vegeta pensó que aún quedaba mucho por suceder allí, que la historia de su planeta apenas comenzaba.

Estaba equivocado.

Nappa estaba con él, pero Nappa no era nadie. Un guardaespaldas, tal vez. El recordatorio de un Saiyajin que había crecido y pasado la mayor parte de su vida en el Planeta Vegeta. Algo que el joven príncipe jamás experimentaría...

...

Había sido humillado por los secuaces de Freezer; perseguido por sus propios fantasmas. Odiaba todo sobre su vida, si incluso pudiera llamarse así. Después de diez años de no ser más que un esclavo, sentía que su espíritu cedía ante la derrota. Se estaba volviendo servil, dócil. Hasta que llegó ella.

Ella le recordó quién era: un Príncipe. No un soldado o un mono mascota. Se suponía que Vegeta recuperaría su trono y vengaría a su gente. Y ahora era su momento.

Nunca había sentido algo así antes. Potencia pura. Eso era lo que fluía por sus venas. Poder, furia, rabia y venganza. Especialmente venganza. Quería exprimir el cuello de Freezer; asfixiarlo tan lentamente que continuaría sintiendo el sofocante vicio de las manos del Príncipe Saiyajin incluso después de muerto.

Todo su cuerpo se sentía a punto de explotar. "Es el fin." No pudo evitar sonreír. Vegeta soltó una amplia sonrisa al alienígena que se encontraba asfixiando.

—¿Cómo se siente, Freezer?

Soltó al demonio y su cuerpo blanco se derrumbó inmediatamente en el suelo, luchando por respirar. Vegeta flotó ligeramente, sus ojos ahora verdes nunca se separaban del enemigo en el suelo.

—Dime cómo se siente morir en manos de alguien que creías más débil que tú. En manos de un estúpido mono —dijo con tono despiadado.

Freezer se limpió la sangre que se formaba en su boca. Miró a ambos lados, donde los dos Super Saiyajin lo flanqueaban.

—¡No son nada! ¡Los aplastaré a los dos!

—Por favor, Freezer. Ya no tienes orgullo que defender —Vegeta apretó los puños, prácticamente rompiendo la capa dura de sus guantes blancos—. Ni siquiera te molestes en parecer valiente, no cuando obviamente estás temblando de miedo. Es por eso que destruiste a toda mi raza en primer lugar, ¿no? —Vegeta le hizo un gesto a Gokú y luego a sí mismo, una sonrisa de orgullo se pintó en sus labios—. Super Saiyajin. Hmm, parece ser más que solo un cuento de hadas.

Deseos Peligrosos (Vegebul)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora