A media mañana, Marcie aparece frente a la puerta de mi casa. La dejo pasar después de que me pregunta por mi estado de salud y la guio escaleras arriba, hasta mi habitación.
Una vez que ella está cómodamente sentada y yo estoy de nuevo en mi reconfortante cama, rompe el silencio:
―Yo... Derek me dijo lo de... ―empieza, mirando a la nada, es mucha información para procesar, al parecer.
―Te habrá contado su parte de la historia ―mascullo, mi garganta duele por el pequeño esfuerzo.
―Eso no importa, Jade, tú eres mi amiga, y lo que él dijo no cambia nada ―dice, frunciendo el ceño, convencida.
― ¿Qué te dijo? ―pregunto apenas, conteniendo mis sentimientos y la tristeza que me embarga de pronto.
Niega con la cabeza, mordiéndose los labios.
―Eso no importa, yo no le creo, te conozco ―murmura estirándose para tomar mi mano, pero la aparto de su alcance.
― ¿Me conoces? ―cuestiono, haciendo una mueca. Había tenido tiempo suficiente como para llegar a la conclusión de que yo era culpable. Yo había dejado que todo se torciera más.
Si hubiera tenido a Kate presente siempre, no me hubiera acercado a Harry.
Si no hubiera tenido miedo de estar sola, me hubiera alejado de Perrie, y así no me hubiera acostumbrado a él.
Si hubiera sido otra persona, más segura, menos rota; todo hubiera sido diferente.
Tenía la culpa... por ser yo. Por sentir esto que no me deja tranquila.
―Tú no... ―Marcie trata de consolarme, pero no quiero que lo haga, quiero revolcarme en mi miseria, a ver si de una vez por todas aprendo de mis errores.
―Yo lo sabía, Marcie ―retengo las lágrimas que amenazan por escaparse de mis ojos―. Lo sabía y aun así no hice nada. Lo olvidé, y todo por mis estúpidos complejos ―niego, apretando la mandíbula. Tengo razones para odiarme, y en este momento, creo que lo hago realmente.
―Jade, tienes que calmarte ―se levanta solo para acuclillarse a mi lado, volteo a verla, recordando lo que le estoy haciendo pasar por traicionar la confianza de Vicky.
―No puedo. ¿Por qué estás aquí? Deberías odiarme por lo que le hice a Vicky... ¿Ves? Todo lo hago mal. No puedo mantener una amistad. Perrie también me odia. Derek ahora lo hace... ―Mi vómito verbal cesa cuando pienso en él, en aquel al que no he mencionado.
―Yo no te odio. Lo de Vicky... cualquiera pudo cometer el mismo error, tú no lo hiciste con malas intenciones, solo no querías que sufriera ―objeta y la sinceridad en sus ojos me hace bien, solo un poco.
Pero mi lado pesimista me lleva de nuevo a casa. ―Ella me detesta.
―Detente, por Dios. No soporto que te comportes de esta manera. ¡No es el fin del mundo! ―se cruza de brazos―. Vicky no está actuando bien, Derek tampoco, y Perrie, pues ella es... ella. No es tu culpa que ellos sean idiotas ―su tono es molesto, pero también cansado. Cierro los ojos y suspiro.
―Puede que... ―trato de explicarme, quiero decirle, pero no―. Yo... simplemente estoy mal, hay algo que ―cierro mi boca de golpe, negando con la cabeza.
― ¿Hay algo que...? ―repite, me observa curiosa y preocupada, niego de nuevo―. No es solo el tema de Vicky, ¿cierto? Y mucho menos es por Perrie o Derek ―su voz es conciliadora, pero no puedo evitar sentir que me está atacando. No quiero que me bombardee con preguntas, sé que se las responderé. Y creo saber también a dónde apuntan sus palabras.
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Behind enemy lines © |h. s. & j. t.| BORRADOR RESUBIDO
FanfictionBORRADOR RESUBIDO Advertencia: Esta historia toca temas fuertes con la ingenuidad de una adolescente de 14 años en el 2014, pensaba hacer una edición, pero ahora prefiero dejarla como estaba. Jade tiene que vivir con el hecho de que la única persona...