Souichi despierta, después de apenas dormir por algunos momentos, sus ojos claros se ven nublados por la pesadez de una mala noche, por unos segundos en los que su visión comienza a acostumbrarse a la existencia misma incluso siente que puede ver la neblina combinada con el aire que ahora empezaba a respirar con más conciencia.
¿Qué día era? Se preguntó a sí mismo en medio de la ensoñación, estaba cansado y con la boca seca y sobre todo no quería ir.
¿Por qué? En ese momento no tendría una buena razón, era una punzada, un presentimiento parecido al que una vez sintió hace tiempo.
Era muy temprano todavía, se levantó ante el cielo oscuro donde al mirar hacia la ventana todavía podía vislumbrar algunas estrellas a la lejanía.
Guardo todas sus cosas en una maleta negra, dejo fuera la ropa que se pondría ese día, se aseguró de no dejar nada olvidado.
Se llevó su ropa, cosas de cuidado personal, zapatos y ya. Era todo, los muebles habían estado ahí antes que él, una selección especial de sus jefes y estarían ahí mucho después de que él se fuera. Se preguntó quién sería el siguiente en ocupar su departamento, si algún día podría volver.
Notó que se estaba poniendo melancólico, no era propio de él así que sacudió su cabeza para alejar aquellos pensamientos. Se dispuso un entrenamiento rápido, un desayuno sencillo y un baño rápido.
Su mente estaba en blanco, completamente sin pensamientos mientras hacía cada actividad que tenía que tener lista antes de marcharse.
Una vez listo dio una última mirada a su último espacio cerca de la libertad, acomodo su corbata, sus lentes, tomo su maleta y salió.
Camino por las calles grises mirando hacia al frente, no veía sin embargo a la gente a su alrededor, ocupada en sus cosas, con teléfonos en mano haciendo llamadas supuestamente importantes, las madres apuradas llevando a sus hijos a la escuela, algunas personas ejercitándose escuchando música, autos por todos lados. No, Souichi no veía nada de eso y ellos tampoco lo veían a él.
Porque en este mundo solo caminamos en calles grises sin prestar apenas atención a lo que nos rodea o a las demás personas pero deseando con fuerza ser vistos aunque sea un segundo, ser vistos de verdad.
Las personas son sumamente egoístas, tan poco interesadas en la existencia del resto y tan ansiosos porque los demás noten su propia existencia.
Souichi no era distinto a nadie, al igual que todos estaba convencido de que sus sufrimientos eran los más graves de todos y prefería no perder su tiempo con los problemas de los demás. Egoísta, al final de todo el que Souichi no se interesará en nadie más le ahorraba más dolor, no era solo que pensaba que a nadie le interesaba él, sino también que ya no sabía cómo acercarse a los demás.
Era en pocas palabras encantador y educado pero un inadaptado social. También contaba con habilidades específicas que lo hacían perfecto para el trabajo.
A lo lejos vio la cafería que había estado visitando todas las mañanas, entro como siempre y se sentó exactamente en el mismo lugar de siempre.
La camarera lo saludo y atendió de inmediato, él siempre pensó que era porque a esa hora no había más clientes pero la miro.
Era una chica años más joven que él, era baja de estatura y llevaba el cabello corto acomodado descuidadamente tras su oreja, parecía extremadamente nerviosa, pero le inspiro confianza, también por primera vez le vio el rostro, no tenía algo que pudiera considerar especial pero era bonita, y lo miraba de manera dulce.
En ese momento se dio cuenta de lo que nunca pudo percatarse por no mirarla a la cara, que la amabilidad de aquella joven no era solo producto de los deberes de su trabajo, había un interés especial.
Souichi tomo su café en silencio, lamentándose mientras lo tomaba de no haber sido más amable con ella, para por lo menos conocer a alguien valioso antes de partir, tal vez podrían haber sido amigos o conocidos cordiales, pero eso ya nunca sería porque Souichi olvidó su rostro apenas puso un pie fuera del establecimiento.
Y ella, bueno, ella era otra historia.
Arrastro su maleta por la calle, sin mirar atrás pero sin ver adelante.
No existía el más allá, eso lo tenía claro, así que su vida se trataba solo de un paso más esperando que todo terminará.
Por supuesto termino, llego al frente de una enorme casa que para nada describiría como bella o elegante, simplemente llamativa queriendo demostrar algo, la casa decía algo "Nosotros tenemos todo" y Souichi estaba acostumbrado a que esa frase fuera la primera que se le viniera a la mente en cuanto veía los lugares donde vivían usualmente sus jefes.
No tiene caso ocultar el gran resentimiento que sentía hacia esa clase de personas, aun cuando fingía amabilidad.
Souichi era el muñeco de porcelana perfecto aún más, un títere que iba a aceptar cualquier cosa que se le ordenará.
Verifico que todo estuviera en orden antes de tocar y cuando finalmente lo hizo una mujer mayor apareció dándole los buenos días y abriéndole la puerta. Ya lo esperaba y para ella igual que para los empleados ahí ahora incluido Souichi, sus días comenzaban antes.
No le dijo nada mientras lo guiaba, el observaba la casa, escucho ruido al interior.
La mujer sin embargo no se presentó, lo hizo pasar a la sala, solo entonces le dijo que vendrían por su maleta y que vendrían los señores en un momento.
Le ofreció un café y Souichi no tuvo la oportunidad de negarse.
No se sentó, tenía claro que no se le había dado esa indicación, así que espero de pie en la espaciosa sala mientras estudiaba minuciosamente cada espacio que ahora sería su trabajo.
Finalmente entraron, el señor Masahiro y la señora Sakae entraron primero, les daban indicaciones a sus empleados mientras verificaban en voz alta que no les faltará nada.
Había unos cinco empleados detrás de ellos, muy atentos a cada indicación que se les daba.
No lo saludaron, llamaron a sus hijos por sus nombres haciendo que todos callaran, habían terminado de dar sus órdenes así que ahora sus empleados aguardaban muy callados de pie, repasando mentalmente las órdenes.
Dos jóvenes muy bien vestidos entraron a la sala.
Sus nombres; Kunihiro y Tetsuhiro.
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Otro capitulo, siento que ya no escribo como antes, es raro sentir que antes era mejor y más feliz con esto, pero sigo aferrada a que volveré a recuperar lo que sea que haya perdido si continuo escribiendo, así que eso haré.
Saludos.
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Misterio en sus ojos
FanfictionAU donde Souichi Tatsumi un hombre de 30 años que trabaja de guardaespaldas es contratado por los señores Morinaga con la única finalidad de cuidar de sus hijos Kunihiro de 20 años y Tetsuhiro de 17 años. La llegada de Souichi a esta casa cambiará p...