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Kunihiro llego al anochecer, no ceno y paso directo a su habitación, fue el domingo en la mañana a la hora del desayuno cuando los hermanos al fin se reunieron, era una costumbre adquirida el desayuno en la intemperie sentados en cómodas sillas de jardín blancas rodeando una mesa redonda del mismo color que de la cual sobresalía una sombrilla enorme para cubrirlos del sol.

No era muy discreta, estaba llena de las comidas favoritas de los jóvenes, aunque el mayor insistía en seguir al pie de la letra la estricta dieta que le daba su nutriólogo.

Tetsuhiro en cambio disfrutaba con los hotcakes cubiertos de miel y fruta que habían preparado especialmente para él.

Souichi los veía desde la ventana de la cocina donde desayunaba con la mitad de los empleados que no estaban atendiendo a los hijos más importantes del país, la cocina era espaciosa y ruidosa, aunque cada empleado tenía suficiente espacio para comer a gusto eran también demasiadas personas para su gusto, estaba acostumbrado a las grandes multitudes pero eran de un tipo diferente, él se codeaba con empleados que se vestían todos iguales y que mostraban la misma seriedad que él, se dio cuenta que todas estas personas hablaban demasiado y le causaban cierta incomodidad.

Era verdad que corrían a las órdenes de sus jefes pero no podía ignorar que veía a la cocinera decorando cada platillo con esmero y llevándolo con una sonrisa a sus señores, mientras los demás hacían bromas y corrían por el lugar como si no hubiera peligro alguno o por lo menos alguna norma que se les impidiera, eran eficientes, ruidosos, hacían bromas y comían todos juntos como si estuvieran de lo más cómodos.

Estaban, ¿felices?

También era la primera vez que trabajaba con una familia, así que se sentía extraño y mucho más cuando vio al más joven de la familia agradecer con una enorme sonrisa a la empleada que le llevo el jugo de naranja.

¿Cuándo fue la última vez que vio a un jefe mirar a los ojos a un empleado sin un poco de desdén? No podía recordar siquiera que hubiera alguna vez.

Y entonces escucho la puerta principal, todos estaban con algo en la boca así que se levantó y fue a abrir haciendo un gesto para que continuarán, se dirigió a la puerta y quizá no lo esperaba pero le habían dicho que iba cada fin de semana, eso debía significar también los domingos.

—Están desayunando, pasa. Te servirán de inmediato

—Estaría bien, lo espero— dijo el joven pasando y siguiendo un camino que claramente conocía de memoria.

Cuando Souichi llego a la cocina no tuvo ni que pedir que prepararán nada, ya estaba un plato servido y se disponían a llevarlo al joven Masaki que todavía no se encontraba ni sentado.

Así que Souichi se sentó sin decir ni una palabra, y miro aquel muchacho sentándose junto a su amigo y después acariciando el cabello del hermano menor, también vio como la sonrisa de este último cambio.

Lo entendió demasiado rápido, no pudo evitar una sonrisa burlona. Aquella propia de los dueños de secretos que casi todos desconocen, aquellos secretos eran su máximo entretenimiento.

Dejo de observar y se dispuso a conocer al resto del personal, parte importante de su trabajo.

Primero Miharu Ayano, de hecho no tardo en descubrir que lo difícil con ella era hacerla callar, era una chica con mucha energía, ahora ayudante de cocina por recomendación de sus antiguos jefes quienes se habían mudado a Corea y ella no quería marcharse por su familia, ella contaba que su cabello era mucho más largo que el de todos ahí incluyendo al propio Souichi pero que los señores Morinaga le pidieron que se lo cortará y ella obedeció de inmediato esa misma noche. Esperaba el puesto de cocinera pero le faltaba experiencia y la cocinera de los señores llevaba muchos años con ellos no la despedirían por una muchacha recién llegada, al final se quedó porque según sus propias palabras hizo amigos y era el trabajo donde mejor la trataban.

La jefa de cocina era una mujer mayor llamada Azumi, había cuidado del señor Masahiro cuando este aún era un niño, era como pueden adivinar la empleada intocable y a pesar de que su puesto era de jefa de cocina en realidad era la cabeza de los empleados, era la primera persona al mando después de la familia aunque ella prefería estar en la cocina para de ese modo enseñar adecuadamente como preparar los platillos adecuadamente en caso de que lo necesitarán. La clase de mujer que siempre estaba preparada para todo. Silenciosa y paciente producto de criar a un Masahiro en plena adolescencia era ahora una mujer sensata y sabía que siempre tenía una sonrisa en su rostro aunque hablaba apenas lo necesario, ella adora a la familia Morinaga.

Después estaba el joven chofer, Tadokoro sobrino del chofer principal de la casa que había por la situación viajado con los señores, Tadokoro se encargaba de los mandados y de llevar a los chicos a sus respectivas actividades, pasaba la mayor parte del tiempo con Kunihiro quien era el que más solicitaba sus servicios para el trabajo pero a veces este prefería salir solo, aunque no tenía una razón para estar dentro se la pasaba en la cocina, probando los experimentos de Miharu e intentando enamorarla todos sabían que estaba enamorado de ella pero Miharu demasiado concentrada en aprender más y más poco caso hacia a estos sentimientos, él no tenía una opinión fija de la familia, le agradaban pero tenía toda su atención en su amiga Miharu y en las carreteras, también en los regaños de su tío que le insistía en que solo pensará en la seguridad al conducir.

El mayordomo era un hombre amable, todos estaban de acuerdo en que lo habían contratada por su rostro y voz amables porque la mayoría de veces llegaba tarde a recibir a las visitas, su nombre es Fukushima, era descuidado y a veces llegaba en el momento menos indicado pero tan amable y servicial que era imposible llamarle la atención sin sentirse mal por ello.

La casa era muy grande ¿Quién podía culpar al pobre hombre por terminar en el lugar equivocado siempre que se le necesitaba? Afortunadamente tenía a la señora Azumi para apoyarlo, ella sabía al derecho y al revés donde estaba cada cosa, incluso con los ojos vendados.

Él fue especialmente amable con Souichi, los primeros quince días lo llamo sin falta a las comidas, le explico mil veces las cosas que ya le había dicho e incluso se tomó el tiempo de despertarlo en las mañanas, aunque Souichi estaba despierto hace rato le agradecía sin llevarle la contra.

Souichi le pregunto sobre la familia y fue meramente profesional al responder.

Les pregunto a los demás que opinaban del mayordomo, todos concordaron con que era el mismo Souichi su favorito a pesar de que apenas lo conocía.

Souichi no pregunto más, dio por hecho que no entendieron a lo que se refería.

Cuando les pregunto a todos con que integrante de la familia se llevaban mejor todos concordaron con que los hijos eran sus jefes favoritos, excepto por Azumi que los adoraba a todos por igual.

Era algo obvio, después de todo eran con quienes pasaban la mayor parte del tiempo, algunos los habían visto crecer.

Ahora se preguntaba de que había servido toda esa charla disfrazada de interrogatorio.

Lo que si le sorprendió es que nadie odiará a los señores, al contrario parecían cuidarlos y quererlos genuinamente más allá del pago.






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Dije que escribiría de nuevo y no lo hice, es un poco más difícil retomar de lo que pensé.


Les deseo  lo mejor, sigan esforzándose y yo intentaré hacer lo mismo.

Gracias por leerme 💖

Misterio en sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora