Almas jóvenes

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Entraron aquellos jóvenes en la habitación, pulcramente vestidos caminando derechos y mirando al frente, parecían acostumbrados a aquella manera mecánica de caminar, tan propia de grandes hombres de negocios pero que ciertamente les faltaba la seguridad que venía solo acompañada de la experiencia que claramente todavía les faltaba.

Intentando mantener la postura se presentó el mismo el mayor de los hermanos, era claro que estaba luchando incansablemente por su lugar en el mundo por ser visto por los más experimentados como alguien que valía la pena escuchar y que tenía mucho que demostrar.

Era lo propio de su edad. Souichi podía ver aquella rebeldía escondida en su mirada obediente y sintió verdadera curiosidad por lo que aquel joven escondía más allá de su apariencia.

—Soy Morinaga Kunihiro, mis padres me han informado que su trabajo será cuidar de nuestra seguridad en su ausencia, es un placer conocerlo señor...— hizo una pausa al ver que había olvidado el nombre del hombre a quien se estaba presentando

—Pueden decirme Tatsumi— se apresuró a decir Souichi para no alargar el momento— también es un gusto conocerlos

—Un gusto señor Tatsumi— retomo Kunihiro con frialdad y sin disimular en absoluto le dio un pequeño empujón a su hermano menor para que se presentará.

Dio unos pasos torpes hacía al frente y luego hablo

—Me llamo Tetsuhiro, un gusto— volvió a su posición sin decir nada más.

Sus padres se miraron uno al otro con un toque de desaprobación pero pronto aquello desapareció de sus miradas, se dirigieron a Souichi.

— ¿Qué le parecen nuestros hijos?— Dijo la señora esperando ansiosa la opinión de su nuevo empleado favorito

— ¿Tendrá algún problema con cuidarlos?— Pregunto el señor, intentando encontrar algún defecto en Souichi

—Me parecen jóvenes educados, no creo estar equivocado en esto— hizo una ligera pausa mientras los miraba, acomodo sus gafas y sonrió seguro de sí mismo— De ninguna manera señor, si tuviera un problema con cuidar de la seguridad de sus hijos debería ser... despedido ciertamente.

Masahiro y Sakae quedaron satisfechos con la respuesta y continuaron dando indicaciones a sus demás empleados.

Sakae le dio la señal a una de las mucamas de que le mostrará su habitación a Souichi.

Los hermanos se retiraron, y Souichi siguió a la mujer despacio hacia los pisos de arriba dejando atrás el tumulto de empleado y el exceso de voces. Viendo con el rabillo del ojo a los hermanos susurrándose y molestándose, entonces parecían más reales y no solo creaciones para ser admiradas.

Kunihiro era un joven hambriento de su propio lugar en el mundo pero seguía al pie de la letra cada orden que le daban sus padres, para él no había más razón que las palabras que salían de sus bocas, pero en su corazón guardaba rencor por tantos NO.

Tenía tan solo 20 años, era apenas unos años menor que Souichi lo que lo hacía incómodo para Kunihiro que a pesar de su educación se sentía burlado al ser cuidado por un hombre apenas mayor que él, pero cuando se le informo de ello no opuso resistencia y se limitó a quejarse con su hermano.

Usaba lentes, el cabello bien peinado y solía vestirse de traje por sus constantes visitas a la empresa de sus padres, todo esto hacía que se viera mayor de lo que realmente era, en casa todos le decían señor y en las oficinas de sus padres también, el que Souichi lo llamará joven fue un golpe a su orgullo que le hizo recordar que no era nadie.

Todo lo que era, era por ser hijo de sus padres.

Era un joven alto, con buena condición física, educado en todas las áreas y que nunca le causaba problema a sus padres, estudioso y entregado.

Y estaba a punto de estallar.

Souichi vio el fuego en sus ojos, producto de una rebeldía todavía no conocida, tuvo curiosidad y lo provoco al llamarlo joven y pudo ver como su ceño frío cambio a amargura.

Souichi vio el fuego en sus ojos y supo que terminaría quemándolo todo.

Tetsuhiro tenía 17 años, cuando entro a la habitación iba bien vestido pero parecía incomodo así que era obvio que no estaba acostumbrado a ese tipo de ropa, lo habían forzado a usar un disfraz que no le gustaba para nada.

"Es un niño" Pensó Souichi en cuanto lo vio entrar jugando con sus pies moviendo la corbata porque no le acomodaba.

¿Era el la oveja negra de la familia?

Intentaban moldearlo igual que su hermano mayor pero habían fallado en los dos aunque todavía no se daban cuenta.

Él no tenía ningún cuidado en mostrar su incomodidad y su frustración frente a sus padres, su rebeldía era desbordante, irritante y hasta cierto punto grosera pero Souichi solo podía ver cierta tristeza mezclada de cansancio.

A Souichi no le agradaban los hijos de la gente rica, eran chiquillos mayormente malcriados y que todo lo tenían, todo lo querían y nada lo entendían.

Por alguna razón sentía que era el mismo caso para aquellos que acaba de conocer, pero por primera vez estaba viendo mucho más.

Era también la primera vez que su trabajo consistía en cuidar a los hijos, siempre había tenido que tratar únicamente con los adultos, así que no era de extrañar que su opinión de los hijos fuera tan limitado y a la vez tan parecido a la opinión que tenía de sus jefes a quienes despreciaba mientras les obedecía sin rechistar.

Para cuidar de alguien debes conocerlo, conocerlo incluso más de lo que se conoce así mismo, conocer sus gustos, aficiones, sus amigos y enemigos, dar por entendido lo que quiere, sus pensamientos, a lo que considera más importante.

Conocer todo aquello y más era un tarea trabajosa con adultos pero para él no había persona que lo ocultará lo suficiente, sabía leer a la gente, no tenía la misma experiencia con leer niños, adolescentes y jóvenes.

Daba por hecho que eran de hecho un trabajo más difícil porque estaban en camino de conocerse a sí mismos, estaban transformándose en adultos y todo el camino que habían recorrido hasta ahorita y el que les faltaba por conocer los convertiría en los adultos con los que tendrían que lidiar para siempre.

Souichi sabía eso muy bien, porque era esa la etapa que lo había arruinado por completo.

Lo dejaron en su habitación, el lugar perfecto para su trabajo, era espacioso y además estaba justo en el lugar apropiado para llegar a cualquier lugar de la casa.

Souichi no se fijó mucho en la decoración, empezó a acomodar sus pertenencias y abrió la ventana.

A lo lejos en el jardín pudo ver a los hermanos esperando de pie al lado de un auto negro, dos empleados protegiéndolos del sol y el resto de los empleados que antes estaban en la sala al lado, siguió con su equipaje cuando recibió un llamado a la puerta.

Una de las mucamas le informo que los señores querían hablar con él antes de retirarse, agradeció aquella información y la siguió prestando especial atención a toda la estructura de la casa con la que también tendría que familiarizarse.

Misterio en sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora