El invierno es increíblemente cálido

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Las flores, el pasto bajo sus zapatos negros estaba húmedo todavía por la pequeña lluvia de la noche, aquella que se perdieron sus ojos jóvenes y que se encontraron ante el primer bostezo del día, cuando el sol recién tocaba los prados más lejanos pero la alarma ya los obligaba a despertar apoyado por las voces de sus padres que se despedían para ir al trabajo.

A veces no se despedían.

A veces desayunaba con su hermano, otras se adelantaba.

Ese día el aire era húmedo y frío, era su segunda semana en esa escuela. Sus padres le dijeron que esta sería su ciudad definitiva pero él todavía no estaba seguro.

Era una escuela lujosa, los mejores profesores, la mejor escuela del país pero no era esa la prioridad de un niño, quería jugar pero todos parecían más asustados que curiosos.

Fue un día frío en que olvido su abrigo, en que no tenía ganas de almorzar que regreso al aula y se sentó en el piso a comer, el piso era más frío pero lo prefirió tras la advertencia de su profesor de ensuciar los pupitres.

Pasaron los minutos, se puso a jugar con su comida, aquella acción prohibida en casa.

La puerta se abrió, un portazo y luego los pasos entrando ruidosamente entre risas Tetsuhiro levanto la mirada para ver lo que ocurría y lo vio.

Un niño sonriente con el cabello castaño claro, despeinado brincaba sin parar mientras dibujaba en el pizarrón, iba acompañado de otros niños escandalosos pero era él que llevaba liderazgo, sus compañeros le dijeron que se apresurara traviesos pero a punto de hacerlo el niño que llevaba el liderazgo se detuvo.

Descubrió a Tetsuhiro y con su pequeña mano le hizo una seña de silencio.

Guarda este secreto para mí y guardare todo para ti.

¿Por qué no pudo verlo? Pudo escucharlo mientras salía corriendo acompañado por sus cómplices y las risas. Las risas eran fuertes, traviesas pero inocentes.

El frío del piso se esfumo y aunque otra vez se encontraba solo en esa habitación sentía una especie de electricidad corriendo por su cuerpo, salió corriendo como si hubiera formado parte de la travesía se escondió unos minutos en el baño y volvió para encontrar al maestro sorprendido por la travesura pintada en la esquina del pizarrón.

Fue interrogado y se sorprendió por su propia capacidad para mentir.

¿Qué era el dibujo? No podía recordarlo, pero no olvida como los culpables se aguantaban las ganas de reír y como le daban miradas cómplices.

Así conoció a Hiroto.

Así dejo de sentirse solo y empezó a sentir que pertenecía

Yamaguchi llego cuando ya eran mayores, cuando se sentían tan a gusto con el mundo que podían devorarlo como el chocolate pero nunca como el desayuno que siempre se quedaba sin terminar.

Ahora podía apostar conocer los nombres de todos sus compañeros y en su pequeño mundo a todos los consideraba amigos, eran demasiado jóvenes para considerar las traiciones y el egoísmo del ser humano, estaban creciendo todos juntos y ahora era todo lo que importaba.

Anda, salta, seguro no morirás, seguro tu mundo no colapsará y se desangrará mientras sigue girando para los demás.

Anda muere, despertarás mañana.

Conoció a Yamaguchi unos tres años antes de conocer a Souichi, y la única razón por la que se acercó a él no fue por amabilidad ante el chico nuevo, fue porque no soportaba sentir que no conocía a todos.

Misterio en sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora