Capítulo 2

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Elianne veía extrañada esa nueva ropa sobre la cama, era algo completamente distinto a lo que estaba acostumbrada a usar, los vestidos ahora quedarían atrás. Pues según Caspian para la misión esa ropa era mucho más cómoda, tanto para pelear, como para moverse. Suspiro un poco antes de ponerse esos pantalones holgados y esa blusa ancha. Sus botas cafés bien lustradas, un cinturón para colgar su daga y una especie de chaleco sin mangas ajustado al cuerpo, este solo resaltaba su delgada cintura. Caspian ingreso a la habitación viendo anonadado a su esposa, que con esa ropa lucia más atractiva de lo normal. Aquella prenda resaltaba su figura, trago saliva antes de avanzar a paso lento hacia ella, tomando entre sus dedos uno de los mechones de su cabello.

— Bueno ¿Qué tal?

— Te queda perfecto ¿Estás lista? -Asintió – Tu espada ya está a bordo del viajero del alba y tus pertenencias también.

— ¿Viajero del alba?

— Iremos en barco ¿No lo mencione?

— No querido, no lo mencionaste. -Extendió su mano hacia la de Caspian, quien la jalo de inmediato hacia ella para poder besar sus labios, un beso cálido y lleno de amor. Se apartaron para salir del castillo.

En el camino saludaban a algunos pobladores, se detenía de vez en cuando para poder saludar a los niños, quienes le daban pequeñas flores silvestres, mismas que ponía en su cabello y de igual forma recibía con gusto algunos presentes dados por la gente, en especial los panecillos dulces a los que se había vuelto bastante adicta. Había pasado de comer frutas del bosque Oeste, a comida deliciosa que hacía bailar su estómago con los distintos sabores.

Al llegar al puerto observo con asombro la nave frente a ella, una esplendorosa nave narniana aguardaba por ellos, esbozo una sonrisa ante lo que estaba frente a ella. Soldados telmarinos y narnianos trabajando a la par, aquello era todo lo que hubiera deseado el día que los Telmar llegaron a Narnia, paz y ahora esta reinaba en toda la nación.

Caspian ayudo a su esposa a abordar, sostuvo su mano para avanzar con ella hasta la cubierta principal. Apenas pusieron un pie sobre el barco las reverencias por parte de los tripulantes se hicieron presentes. Todos mostrando respeto a su reina y claro al rey que se imponía frente a ellos.

— Majestad, bienvenida a bordo. -Un hombre calvo avanzo hacia ellos realizando una reverencia.

— Gracias. – Susurro está mostrando una delicada sonrisa.

— Él es el capitán Drinian. -Dijo su esposo.

— Tripulación sigan trabajando, aún hay mucho que subir. -Ordeno este antes de alejarse.

— Ven, te llevaré al camarote.

Ella continuaba observando con asombro aquella nave, desde el nido de cuervo, el mástil y el timón, cada parte de este era impresionante. Llegaron juntos hasta el camarote del rey, una pequeña cama en un rincón de ese pequeño cuarto, ella solo esbozo una sonrisa ante la idea de dormir apretada contra el cuerpo de su amado, era todo lo que anhelaba, pasar más tiempo con él, aprovechar todos los momentos juntos. Su vista se dirigió hacia las repisas notando algunos objetos que no veía hace mucho, con sus dedos acarició el arco de Susan y la espada de Peter, los ojos se le llenaron de lágrimas, los extrañaba, pero tenia claro que no los volvería a ver, al menos a los mayores de los Pevensi. Había evitado pensar en ellos para no sentir tristeza, pero al ver sus armas la nostalgia se había apoderado nuevamente de ella. Susan y Peter ahora estaban nuevamente en su cabeza haciéndole sentir demasiado sentimentalismo. Caspian al notarlo avanzo hacia ella tomando su rostro para secar con sus labios las lágrimas de su esposa.

— ¿Lo extrañas? -pregunto este refiriéndose específicamente a Peter.

— A los cuatro Caspian, son mis amigos y mi familia después de todo.

— Ellos también deben extrañarte y yo los extraño, como seguramente te extrañaría a ti si te hubieras ido.

— Y por eso te amo.

— ¿Por qué? ¿Por ser guapo?

— Si también, pero más porque haces todo para verme feliz y sacarme una sonrisa aun cuando estoy nostálgica.

— Le prometí a Aslan hacerte feliz y te prometí a ti amarte incondicionalmente. -Presiono sus labios contra los ajenos, el que poco a poco comenzaba a ser algo más intenso. Se detuvo ante el golpe contra la puerta. – Adelante.

— Majestad, estamos listos para zarpar. -Dijo Drinian luego de abrir la puerta. –

— Claro. – Este salió dejando nuevamente a los enamorados a solas. - ¿En que estábamos?

— Me besabas con pasión. 

 

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Las crónicas de Narnia y la guerra del bosque Oeste. Libro 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora