Capítulo 20

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Avanzó de regreso hacia los botes, estaba molesta por primera vez desde que estaban juntos, estaba molesta y decepcionada, tanto de el, como de su amigo Edmund, más por las palabras que habían salido de su boca. Se mantuvo alejada de todos arrojando rocas hacia el mar en un intento de calmar sus pensamientos y la irá que se acumulaba en su interior. Giro la mirada viendo a su esposo de regreso junto a sus amigos, evito el contacto visual con él, por el momento prefería mantenerse apartada.

— ¿Qué había de comer? – Escucho preguntar a este.

— Es volcánica majestad. – Respondió el señor Rhince. – No había mucho.

— ¿Dónde esta Eustace? – Pregunto Lucy. Elianne comenzó a mirar hacia todos lados esperando encontrar al joven.

— Me parece que no esta ayudando a subir esto al bote. – Dijo Reepicheep.

— ¡Eustace! – Grito Lucy. - ¡Eustace! Edmund tengo un mal presentimiento.

— Voy a buscarlo.

— Te acompaño. – Dijeron Elianne y Caspian al unisonó. Después de todo el pequeño Eustace era importante para ella.

Avanzo primero ignorando el hecho que dos de las personas mas importantes de su vida iban tras ella. El silencio era incomodo para los tres, eran amigos, eran familia y aquella pelea había causado demasiados roces entre ellos, esperaba que toda esa tensión terminara pronto. Siguieron avanzando por la isla llamando a Eustace a medida que avanzaban, no había señales de él por ninguna parte. Continuaron su camino hasta llegar a un pequeño barranco, Elianne abrió sus ojos más grandes de lo normal ante el inmenso tesoro que estaba frente a ellos, pilas y pilas de oro se acumulaban en ese acantilado.

— Un tesoro. – Dijo Edmund.

— Es malo. – Añadió la reina Elianne, ya había sido testigo de lo que un tesoro podía causar en el justo. Llevo su mirada hacia el tesoro notando entre ellos una pieza humeante, un zapato. Los tres bajaron hasta llegar abajo. Edmund tomo el zapato entre sus manos.

— Eustace. – Su tono de voz era melancólico. Avanzaron unos pasos más viendo el resto de la ropa del pecoso carbonizada. – Ay no. – Exclamo este mientras sostenía la ropa. – Ay primo. Solo... solo era un niño. Y lo deje solo Elianne ¿Qué pudo haberle pasado?

— En este paraje, cualquier cosa. – Caspian se alejo. – y no fue el primero. Es lord Octesian. Hay que buscar su... - No alcanzo a terminar, su esposa tenia la espada en su mano. – Espada.

Sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo ante el rugido que se escucho en toda la isla. Debian regresar ya al viajero, tenia un mal presentimiento, como si algo malo fuera a pasar. Se aseguro de avanzar junto a su esposo, aunque ambos no se estaban dirigiendo la mirada ni la palabra. Entre ambos habían un silencio desagradable, era la primera vez que llevaban tanto tiempo sin hablarse y claro sin verse a los ojos, ambos solían hacerlo con demasiada frecuencia. Avanzo con algo más de prisa, pues no quería seguir sintiéndose así de incomoda, sentía un vacío en su estomago y el nudo en la garganta que amenazaba por provocarle el llanto. Se inclino un poco hasta llegar al bote.

— ¡Elianne! – El grito de su esposo le hizo reaccionar, pero ya era tarde ahora se encontraba en el aire siendo cargada por aquel enorme dragón. - ¡Eli! – Intentaba soltarse, caer al mar era mejor que ser devorada por aquella criatura, a lo lejos diviso al viajero del alba. Estaba asustada y estaba segura que su esposo la iba a regañar nuevamente por meterse en problemas. El grito de su amiga le provoco escalofríos, la reina Lucy había gritado con tanta fuerza su nombre. El dragón siguió sobrevolando la isla con ella colgado boca abajo, el humo del volcán le hizo sentir ligeramente mareada, era un aroma demasiado fuerte. Sus ojos se abrieron de golpe al ver aquellas palabras escritas con fuego "Soy Eustace"

— Seguro estas bromeando ¿No? – Giro la cabeza hacia aquel dragón. Este dio la vuelta para regresar a la playa en donde se encontraba su esposo con el arma en su mano dispuesto a luchar. Con cuidado fue bajada dejando una sutil caricia sobre su costado. – ¡Alto! No lo lastimen. Es amigo.

— ¿Estás bien? – Se acerco este apretándola entre sus brazos, su rostro se oculto en el cuello de su amada. – No debí traerte a este viaje.

— ¿Y perderme toda esta aventura a tu lado? - Susurro en voz baja buscando sus labios para poder besarlo. – Ahora este pequeño dragón, es Eustace. – Caspian y Edmund se vieron con confusión. – Bueno al menos eso creo. – Lucy llego a la playa junto a la pequeña niña y otros acompañantes.

— Debió ser tentado por el tesoro. – Dijo Edmund quien aún no podía creer que se tratara de su primo.

— Todo el mundo sabe que el tesoro de un dragón esta encantado. – Dijo Caspian ganándose una mirada de enojo por parte de Eustace. – Bueno, los que viven en Narnia.

— Sh tranquilo Eustace. – Susurro Elianne con dulzura mientras se acercaba nuevamente a el para poder quitarle aquel brazalete que parecía molestarle. Lo retiro arrojando este al suelo. Esbozo una sonrisa ante el gruñido por parte del dragón.

— ¿Hay algún modo de transformarlo? – Cuestiono Ed.

— No que yo sepa, pero encontraremos la forma de volverte a la normalidad pequeño niño.

— La tía Alberta se va a poner furiosa. – Menciono Edmund.

— Perdón por atacarte muchacho, a veces la emoción me gana. – Dijo un apenado Reep.

— Los botes están listos señor. – Grito Taurus.

— No lo dejaremos solo. – Dijo Elianne que se mantuvo cerca.

— Pero tampoco puede abordar majestad. – Menciono Drinian.

— Drinian tu y los otros regresen al barco, nos quedaremos hasta la mañana y veremos... pensaremos que hacer.

— Pero no tienen provisiones, ni un modo de calentarse majestad. – Dijo un preocupado señor Rhince. Tan solo unos segundos después Eustace lanzo una llama encendiendo un trozo de madera.


— ¿Decías algo? 


Les cuento que ¡Estamos a solo 6 capítulos del final!

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Les cuento que ¡Estamos a solo 6 capítulos del final!

Las crónicas de Narnia y la guerra del bosque Oeste. Libro 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora