Capítulo 19

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Los días se habían vuelto eternos arriba del viajero. Después de tantos días finalmente la tormenta había cesado y el cielo ahora era adornado por colores rojizos. La lluvia que tanto les había afectado ahora era reemplazada por algo de calma. A lo lejos divisaron tierra, una que a simple vista se veía infértil y deshabitada. Los hombres comenzaron a organizarse y Elianne después de pasar días encerrada en el camarote del rey finalmente decidió salir a cubierta. Junto a un grupo de marinos y con algo de ayuda subieron al bote con la esperanza de encontrar provisiones para el resto del viaje.

— Dudo que encontremos algo aquí mi señor. En la isla no hay señal de vida. – Menciono Reep.

— Claro, una vez en tierra tu y tus hombres busquen comida y agua. Nosotros cuatro buscaremos pistas.

— Te refieres a los cinco ¿No? – Dijo el pequeño Eustace. Todos arriba del bote voltearon a verlo. – No me vayan a enviar otra vez con la rata. – Se quejo este provocando sonrisas en la reina.

— ¡Te escuche niño! – Respondió el roedor desde el otro bote.

— Orejotas. – Susurro bajo el niño.

— También escuche eso. – Elianne miro con amor a su esposo, escucharlo reír de nuevo era de las cosas mas preciosas de su vida. Llevaba semanas sin escuchar su risa.

Finalmente desembarcaron en esa solitaria isla, una llena de rocas y sin señal alguna de vida. El olor a azufre era fuerte, una isla volcánica no era la mejor opción para buscar provisiones mismas que ya estaban escaseando arriba de viajero. Con ayuda de su esposo comenzó a caminar por las filosas rocas hasta llegar a una pequeña colina, desde ese lugar todo se veía exactamente igual, solitario.

— Hey miren. No somos los primeros en esta isla. – Dijo Caspian mientras avanzaba a una pequeña grieta en el suelo.

— ¿Crees que fueron los nobles?

— Tal vez. – Caspian tomo una roca arrojando esta en el interior.

— ¿Qué crees que haya abajo? -Cuestiono Elianne.

— No lo sé.

— Hay que averiguarlo. – Sugirió Edmund quien fue el primero en comenzar a bajar la cuerda. Lucy fue la siguiente, Caspian continuo y finalmente Elianne que fue recibida en los brazos de su esposo.

— Gracias su majestad. – Dijo dejando un casto beso sobre sus labios. Comenzaron a recorrer las cavernas, pilares se alzaban desde el suelo hacia lo alto. Y en el centro una gran posa de agua, en su interior yacía la estatua de un hombre, era dorado e imponente. - ¿Qué es eso?

— No lo se, pero desde aquí parece una estatua. – Dijo Edmund quien se alejo para poder sacar una raíz seca, con esta mano avanzo hacia el agua para tocar la estatua, no paso mucho para que la rama comenzara a convertirse en oro sólido. Gracias al peso esta termino cayendo al agua. La reina Elianne avanzo inclinándose lo suficiente para poder ver mejor la estatua.

— Debió caer al agua. – Dijo finalmente uniendo sus ojos con los de su esposo. – Pobre hombre.

— Mas bien lord. – La corrigió su esposo. – El escudo de Lord Restimar y su espada. – Menciono este. – La necesitamos.

— Mucho cuidado. – Dijo Lucy mientras Edmund usaba su espada para sacar la que se encontraba en el agua. – Tu espada no se convirtió en oro.

— Es que las dos son mágicas. – añadió Elianne mientras recibía la espada que acababan de sacar.

— Supongo que no sabia lo que le pasaría. – Inquirió Lucy.

— Tal vez. – Ed dejo caer su espada al suelo. – O tal vez se dio cuenta de algo.

— ¿De que estas hablando? – Cuestiono un confundido Caspian mientras Edmund tomaba un caracol acercando este al agua, aquella pieza ahora brillaba de reluciente. Elianne observo con cierta preocupación el rostro de su amigo.

— ¿Ed? ¿Por qué la miras así? – Cuestiono Lucy a su hermano quien veía aquel caracol con ambición.

— Quien tuviera acceso a este manantial seria la persona más poderosa del mundo. – Todos se quedaron viendo confundidos. – Lucy, seriamos Ricos. Ya nadie nos diría que hacer o con quien vivir.

— Las cosas de Narnia no salen de Narnia Edmund.

— ¿Quién lo dice?

— Yo lo digo. – Elianne sostuvo la mano de Caspian al notar como la tensión entre ambos reyes empeoraba. Edmund sostuvo su espada una vez más para avanzar hacia el Rey telmarino.

— No soy tu súbdito.

— Esperabas este momento, querías retarme, dudas de mi liderazgo.

— Tu dudas de ti mismo.

— Eres un niño.

— ¡Y tu un cobarde! – Lucy intento detener a su hermano, más este solo la empujo. – Ya me canse de siempre ser el segundo, primero Peter y ahora eres tu. – Podía ver el odio en su mirada, estaba siendo corrompido por la maldad. - Sabes que soy mas valiente que los dos ¿Por qué tu tienes la espada de Peter? Yo merezco un reino propio ¡Yo tendría que ser el rey! ¡Yo podría estar con Elianne! – Aquel ultimo comentario solo logro enfadar aun más a Caspian.

— Si te crees tan valiente ¡Pruébalo! – Grito finalmente este mientras lo empujaba, ahora ambos estaba chocando espadas, no como en el barco cuando solo estaban jugando, ahora las intenciones de lastimarse mutuamente eran evidentes. Elianne avanzo poniéndose entre medio de ambos.

— ¡Ya basta! – Grito una decepcionada reina viendo a ambos, sus ojos irradiaban molestia. - ¡Paren los dos! Solo mírense ¿No entienden lo que esta pasando? Esta cueva los esta embrujando, los esta tentando. Esto es lo que Coriakin intento advertirnos. Es mejor que salgamos de aquí. – Elianne paso junto a su esposo siendo seguida por Lucy. 

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Las crónicas de Narnia y la guerra del bosque Oeste. Libro 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora