Las crónicas de Narnia y la guerra del bosque Oeste. Libro 3.

Capítulo 17

Las cosas arriba del viajero del alba estaban tensas, los marinos estaban nerviosos a medida que los días avanzaban. Llevaban semanas a bordo sin ver tierra por ningún lado, estaban varados en medio del océano soportando las inclemencias del clima, la fuerte tormenta les tenia sin escapatoria. En el interior del camarote del Rey estaba Elianne meditando cada una de las palabras que el mago había mencionado, en su interior comenzaba a crecer la culpa por todo lo que había visto. Luchar contra sus propios demonios, sanarse internamente, sacar todo ese dolor que tenia acumulado. El miedo de perder más incrementaba a cada momento, no quería perder a Caspian, el era su mundo entero. Caspian ingreso al camarote, empapado hasta las botas, observo a su esposa que mantenía la mirada perdida, había estado así desde que habían abordado el barco.

— Elianne. – Esta alzo el rostro encontrándose con su amado semi desnudo, esbozo una sonrisa al sentir las gotas de lluvia caer sobre sus mejillas. - ¿Qué tienes?

— Solo estoy pensando. Ven debes secarte. – Comento con una sonrisa antes de ponerse de pie para tomar una toalla usando esta para secar el cuerpo de su rey. – Pescaras un resfriado si sigues así Caspian.

— Tu estarás ahí para cuidar de mí ¿no? – La jalo por la cintura dejando algunos besos sobre su cuello. –

— Hasta mi último respiro. – Se aferro a el presionando sus labios contra su húmedo cabello. Cerro los ojos manteniéndose entre sus brazos. – Ahora mi amado esposo, ponte ropa.

Ambos se quedaron envueltos entre las mantas, hacia frío y eso solo empeoraba con la tormenta. En esos momentos extrañaba estar en el palacio disfrutando de una deliciosa taza de té y pan recién horneado. Enredo sus piernas con las de Caspian buscando calor, hundía su rostro en su pecho disfrutando del dulce aroma que emanaba su cuerpo, estaba en su lugar favorito. Ya había perdido la cuenta de cuantos días llevaban a bordo, rodeados tan solo de agua y viento. Caspian se encontraba sobre uno de los sofás junto a la ventana con la cabeza llena de problemas. Las cosas arriba del viajero estaban peor que nunca.

— Estamos varados aquí. – Dijo Drinian mientras ponía algunas piezas sobre el mapa. – A media ración, la comida y el agua duraran dos semanas máximo. Hay que regresar antes de que sea muy tarde majestad. – Caspian cruzo miradas con su esposa. – No hay garantía de que hallemos pronto a la estrella azul. No en esta tormenta, tratar de encontrar la isla de Ramandu es imposible. – Elianne suspiro ante la negatividad de Drinian. – Caeremos por el borde antes que hallarla.

— ¿O si no nos devorará una serpiente? – La reina tomo asiento junto a su esposo, sosteniendo una de sus manos, esperando que pudiera aliviar su tensión, podía notarlo en su rostro inexpresivo.

— Los hombres se están poniendo nerviosos. – Continuo Drinian. – Estas aguas son desconocidas, nunca recorrí mares como estos.

— Y supongo capitán. – Hablo finalmente Caspian, su tono de voz provoco escalofríos en la reina. Estaba enojado, no lo había visto enojado antes, no así. – Que usted quiere ofrecerse a explicarle al señor Rhince que no buscaremos mas a su familia. – El silencio inundo la habitación por un momento.

— Seguiremos adelante. – Dicho eso Drinian avanzo para abandonar el camarote, más se detuvo en la puerta. – Solo una advertencia, el océano a veces juega trucos con las mentes. – Dijo aquello viendo de forma fija a su rey. – Peligrosos.