Perséfone estaba caminando de un lado a otro de su habitación. Sus altos tacones negros con estilo romano subiendo desde sus tobillos hasta las rodillas de tono blanco mármol resonaban profundamente en el silencio del lugar. Su vestido con una larga capa púrpura se agitaba a su frustración e ira. Estaba cada vez más furiosa con las acciones de su esposo, todo por esa humana insulsa y con un trabajo mediocre como atender las quejas de un par de mensos...McDonald's, ¿no pudo Hades enamorarse de una empresaria de gran éxito? ¿Qué demonios vio en Elina? La habitación estaba fría, el viento caliente del Hades que entraba por las ventanas abiertas se volvían un frío ártico respondiendo a los duros sentimientos de la diosa.
Teseo tenía razón, esa estúpida mortal no sabía con quién estaba metiéndose y era momento de proceder al castigo eterno, por supuesto.
Perséfone sacudió su capa haciendo que desapareciera de su vestuario, su vestido empezó a transformarse en otras prendas; tenía una blusa de mangas cortas de color morado, unos pantalones de cuero negro con un gran cinto que marcaba su cintura de reloj y unas botas militares que llegaban hasta sus rodillas.
—Mi reina, ¿dónde irá vestida de esa forma?—preguntó la curiosa voz del barquero, al verla salir de su dormitorio.—No me diga que irá en busca del señor.
—Algo así, es que ya no puedo soportar esperarlo mientras él se divierte sin mí—respondió ella.
—¿Pero quién se ocupará del Hades, señora?
—Hombre, el reino está bien, solo saldré por dos días y volveré, porque sigo siendo la reina y no voy a olvidarme de mi ocupación aquí—contestó, mientras aparecía una maleta negra a su lado, en tanto caminaba— Querido, sigue trabajando. No te preocupes, hice arreglos por el tiempo que esté afuera.
—¿Usted, está segura de esto, mi reina?
—Sí, lo pensé muy bien. Nos vemos en dos días.
Una bruma densa, cargada de perfume de rosas y cenizas rodeo a Perséfone de pies a cabeza y la transportó al mundo de los mortales. No estaba en la ciudad de Hades, pensaba alejarse de él. Miró el lugar. Las calles estaban maltratadas, sucias y la gente no tenía buena pinta. Era un barrio bajo, antes había sido un sitio mucho más lindo y florecido, eso le dio pena a la diosa, hasta que llegó la droga. Comenzó a caminar hacia el centro, no muy lejos, a unas siete calles arriba. Veía a los jóvenes perdidos en sus propios problemas de consumo, hablando solos o casi muriéndose por las sobredosis, si es que no morían hoy, morirían luego. Perséfone se calmó, seguramente el centro sería un poco más agradable, solo tenía que salir de esta zona peligrosa.
—¿Dónde vas, hermosa?—dijo un tipo de barba larga y sucia, salió de un callejón y se unió junto a ella.
—No te incumbe, mortal tonto.
—¡Ja ja! Puedo invitarte una cerveza, o prefieres ir a lo directo.
—¡Qué irrespetuoso!
Perséfone chasqueo los dedos, transformando al hombre en una enredadera de tulipanes contra la pared del callejón. Nadie iba a pasarse de listo con ella, nunca lo permitió ni pensaba ceder a los mortales de estos tiempos. Cuando la diosa logró deshacerse de otros tipos y convirtiéndolos en rosas blancas, jazmines, orquídeas y malvones en todo el camino y llegó al centro de la ciudad.
Las luces comenzaban a iluminar el inicio de la noche, la gente estaba un poco más agradable, algunas familias iban al teatro y cine, un grupo de jóvenes se carcajeaban de sus bromas y juegos de adolescentes con una pelota de básquet, practicando entre la gente. Un hombre de negro estaba usando su teléfono, hablando rápidamente por este. Aquel le llamó la atención a Perséfone, parecía un abogado o empresario frustrado o muy preocupado. Decidió seguirlo, cuando lo viera desocupado aprovecharía para hablarle sobre algún hotel para que pueda quedarse y preguntaría por su nombre. Hades no era el único que podía enamorarse.
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Ovillos de fuego y cenizas
FantastikHades sale del confort del inframundo aquel reino que gobernó durante milenios, ya nada era divertido. El amor de su vida, Perséfone, le recuerda que ya nada es igual, que ellos cambiaron, que cosas pasaron y duda que su significado haya muerto en t...