(IX)

136 20 3
                                    

Otra vez los chicos estaban solos, esta vez completamente solos, Heeseung tenía un trabajo de la universidad y los había dejado un rato. 

― ¿Qué hacemos? 

― No sé, tengo sueño, al fin tengo un día libre y quisiera aprovecharlo. 

― Oh, pobre Honey, las practicas debes ser muy agotadoras ¿No es cierto? 

― Sí, mucho. 

― Bien, voy por helado, tú duerme. 

― ¿Seguro? 

― Sí, de todas formas terminaré dormido a tu lado. 

― Hace mucho calor. 

― No me digas que hace calor cuando sigues puesto la casaca polar de colegio, es ridículo.  

― No me había dado cuenta que seguía con esto, es que de mañana hacía mucho frío. 

― Pasa, la voy a guardar. 

― Ya lo hago yo luego, mejor ven y abrázame. 

― No, porque si te dejo para que tú lo hagas encontraré esta casa por ahí tirada mañana. 

― Es que cuando estás aquí me olvido de lo que tengo que hacer, me hipnotizas. 

― Si tu madre llega a escuchar eso me va a prohibir venir a verte. 

― Mi mamá jamás haría eso. 

― ¿Quién dice? Mi mami lo haría. 

― Pero no son iguales. 

― Ahora vas a decir que tu suegra es mala. 

― No es mala, es estricta, demasiado estricta, que es diferente. 

― Como sea, ya lo guardé. 

― ¿Ahora sí vienes? 

― Hueles a pino y café. 

― ¿Recién lo notas? Que decepción. 

― No te hagas el idiota, me refiero a que estás en celo, me voy de aquí, tu padre debe tener supresores en algún lugar de esta casa. 

― ¿Te vas? 

― Sí, antes de que pierda la buen juicio y mi lobo me controle por completo ―Jake volteó a ver a Sunghoon―. Y tú, te quedarás ahí quieto como un lobito bueno. 

― Jake, quédate, sólo quiero abrazarte. 

― Sí, como no, seguro, obvio, y yo aquí de loco pensando otra cosa ―Jake rodó los ojos y abrió la puerta. 

― Cachorrito, quédate. 

― No. 

― Por favor, prometo que no haré nada, sólo un abrazo. 

― Mira, hagamos esto, iré a buscar supresores, cuando vuelva te los tomarás y me quedaré contigo hasta que vengan tus padres, luego me iré. 

― Bueno. 

― Que lindo que eres, ahora me voy. 

Jake buscó por toda la casa hasta que en su bolsillo encontró una nota que decía: "Compren supresores chicos". 

― Mierda, lo olvidé por completo, somos un fracaso, esto demuestra que definitivamente no podemos vivir solos, no sobreviviríamos ni un segundo ―volvió a la habitación donde Sunghoon estaba prácticamente desnudo―. Mira lo que encontré ―le arrojó el papel. 

― ¿Qué es esto? 

― Léelo. 

― ¿Cómo que nos mandaron a comprarlos a nosotros? 

― Ajá, y todavía mi hermano me escribió que por accidente se los llevó él, que vaya a comprar. 

― No saldrás, ahora te quedas conmigo. 

― Ni en tus sueños, yo me voy cariño. 

― Por favor. 

― Bien, bien, me quedo, no pongas cara de perro atropellado. 

― ¿Qué? 

― No lo sé, sólo agradece que me quedo ―Jake se sentó en la cama. 

Sunghoon empezó a desabrochar la camisa de Jake. 

― Sunghoon, para. 

― Lo siento ―Jake se acercó y lo besó―. Jake ¿Qué demonios haces? 

― Te ayudo, vamos, tranquilo, no hay problema, sólo te ayudaré con tu celo y ya. 

― Pero. 

― Silencio. 

Fue le primer celo que pasaron juntos, no se cuidaron, pero gracias al cielo no hubieron problemas. 

― Son un par de irresponsables, eso es lo que son. 

― Pero no pasó nada. 

― No, para ustedes no, pero para mí sí ¿Saben lo horriblemente traumático que es entrar a la casa, subir a la habitación y ver a un chico al que conoces desde que era un cachorrillo idiota cogiéndose a tu hermano menor? Es una escena horrible que espero que se quite, se borre, se elimine de mi mente ―Heeseung respiró profundo―. Espero jamás volver a ver una escena como esa ¿Me oyeron? 

― Sí hyung. 

― Sí hermano. 

― Ahora iré a lavarme los ojos con cloro, ya verán cuando lleguen sus padres. 

― Heeseung hyung. 

― No me miren que me acuerdo. 

― Lo sentimos. 

― Es cierto, lo sentimos. 

― ¿Pueden ir a hacer algo productivo con sus horribles e inmaduras vidas? 

― ¿Sigues enojado? 

― No, enojado no, enojadísimo, los dejé solos un rato, llegué exactamente a las tres de la mañana y me encuentro con eso. 

― Te haremos comida. 

― No, se me alejan de la cocina, ustedes dos hacen un desastre donde vayan, no sé que harán cuando vivan juntos, uno de los dos tiene que aprender a cocinar y ahora mismo no confío en ninguno, pero Sunghoon, por bueno, Jake, tú estabas en tus cinco sentidos y aún así te quedaste ahí con él. 

― Ya, pero no pasó nada. 

― Imagínense y lo marcabas, imagínate y quedabas en cinta, sólo imagínense. 

― Pero no pasó, todo está bien, relájate un poco. 

― Mira, ya llegaron sus padres. 

― ¡¿Qué demonios fue lo que hicieron?! 

― Cariño, tranquila, parece que Heeseung ya los regañó. 

― No, no,  déjela señor, se lo merecen. 

― Antes que nada, lo sentimos. 

― Están castigados, Hoon, tú no irás a la casa de Jake y Jake, tú no vendrás, si tienen que hacer algún trabajo será siempre en la sala. 

― Y miren que están siendo justos. 

― Y ahora vayan a poner la mesa. 

― Y con buena cara. 

― Sí señora. 

― Y no me vuelvan a llamar señora. 

Nuestro último diciembre | jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora