(XXXVIII)

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Diciembre 7. 

Sunghoon sentía que sus piernas temblaban y tal vez sí temblaban, estaba tan nervioso y emocionado a la vez. Jake, claro que estaba igual que su futuro esposo, pero podía disimularlo mejor, después de todo era uno de los días más importantes de sus vidas. 

― Ya, relájate, se van a casar. 

― No puedo, estoy demasiado nervioso. 

― Creo que debí dejar que Ni-Ki te emborrache. 

― No. 

― Como sea, toma. 

― ¿Qué es? 

― Un té, para los nervios, ya me cansé de verte tan inquieto. 

― Es que no puedo evitarlo. 

― Como sea, iré a ver a Alec, el pobre debe estar acabado, lo dejamos con los tres niños. 

― Ok. 

― Te dejo con Kai. 

― ¿Y yo por qué? 

― Porque yo lo digo, así que asegúrate de que no me abra un agujero en el piso. 

― Ok, ok. 

Sunoo se aseguraba de que todo saliera perfecto, como debía ser. 

― Alec, pensé que estarías hecho un desastre. 

― Claro que no, estos niños son un amor, Jiseok se quedó dormido enseguida y Seungmin sólo mira a la gente, quien sí arma un poco de relajo es Jooyeon, tiene mucha energía, pero se queda dormido si oye la voz de alguno de sus padres, así que sólo tengo que ponerle la canción que sacaron juntos y ya. 

― Entonces todo bien. 

― Ajá, no te preocupes. 

― Dame a Seungmin, necesito un poco de calma de bebé. 

― Sí, Seungmin es bueno para calmar a las personas. 

― Hola Minnie, estoy estresado, tu tío Hoon es un verdadero dolor de cabeza cuando está nervioso. 

― Ya lo creo, bueno, te los dejo un momento. 

― Ok. 

― Gracias. 

― A ver bebés, si alguno de ustedes se pone a llorar yo lloro también, no sé como calmar bebés. 

― ¿Te ayudo? 

― ¿Qué haces aquí? Pensé que estaba con Jake. 

― Sí, pero está con su hermano, todo bien. 

― Ok. 

― A ver, dame a mi sobrino. 

― Toma, Jooyeon se está despertando y debo calmarlo. 

Por fin el gran momento había llegado. 

― Acepto ―a muchos se les escaparon unas cuantas lágrimas, todo lo que habían recorrido para llegar a ese momento era maravilloso, una historia que merecía ser contada, escuchada y compartida.  

La nieve caía y la joven familia la contemplaba desde su balcón. 

― Mira Jooyeon, nieve. 

― Cariño, pásame la maleta de Jooyeon. 

― ¿No la tenías tú? 

― No, te la dejé a ti. 

― Ah, sí, aquí está, disculpa, no la había visto. 

Nuestro último diciembre | jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora