Los rayos de sol se colaron por la ventana de la habitación de los niños, Jake fue el primero en despertar.
― ¡Arriba todos!
― ¿Qué ocurre? ―Heeseung abrió un poco los ojos para ver a su hermano―. Es temprano aún.
― Sunghoon, levántate.
― ¿Qué pasa? ―respondió Sunghoon con la voz aún un poco ronca.
― Hoy es Navidad, tus papás dijeron que saldríamos todo el día y que de noche vendríamos a comer en la casa, tienes que levantarte para tener tiempo de ir a subirnos a la montaña rusa, comer algodón de azúcar, tomar helado, subirnos al carrusel, probar todos los juegos y que Hee hyung nos gane un peluche ―Jake volvió a sacudir a Sunghoon―. Tienes que levantarte, vamos.
― No quiero, tengo mucho sueño ―los niños, de ahora diez años, eran muy diferentes entre sí, mientras que Sunghoon era calmado y paciente, Jake era un tornado hecho persona, tenía tanta energía.
― ¿Y si te pellizco la mejilla?
― Seguiré teniendo sueño, no importa lo que hagas ―Jake suspiró y bajó la divertida y atenta mirada de su hermano se inclinó un poco para besar los labios de Sunghoon, había visto que su madre hacía eso para despertar a su padre y quería intentarlo, si a ella le funcionaba debía funcionarle a él también.
― ¿Qué tal eso? ―otro besito, y otro más, Sunghoon sentía su infantil corazoncito latir muy rápido, se le saldría del pecho a ese ritmo.
― Ya, ya, ustedes dos, sepárense.
― Ya estoy despierto ―Sunghoon besó la mejilla de Jake como hacía todas las mañanas en el colegio o cuando se veían en las vacaciones, era su forma de saludarlo.
― Sunghoon, ve a ducharte primero, yo te busco la ropa.
― Sí hyung.
Cuando Sunghoon ya no estaba, Heeseung tomó a Jake de los hombros y lo sentó en la cama.
― ¿Por qué hiciste eso?
― Mami lo hace cuando papi no se quiere despertar.
― Pero ellos están casados.
― ¿Y qué?
― Ustedes son amigos.
― ¿Está mal? ―Heeseung sabía que dijera lo que dijera, Jake seguiría haciendo eso.
― No, pero eso lo hacen las personas que se gustan.
― Me gusta Sunghoon.
― Eres muy pequeño para saber lo que es tener novio.
― Ah, cierto, tú eres un anciano, por favor, tengo diez años, no cinco.
― Bien, bien, como digas, iré a ver que les pongo.
Sus padres habían tenido que viajar esa Navidad, así que los habían dejado con los Park.
― Que lindos ―como las madres de ambos niños eran amigas, les habían comprado unos atuendos a juego―. Se te hacen ondas en el cabello, igual que a mamá.
― Tu cabello es lindo.
― Gracias Honey.
― Vengan a desayunar.
― Ya vamos señor.
Los tres niños bajaron corriendo.
― ¿Cómo amanecieron?
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Nuestro último diciembre | jakehoon
FanfictionDos grandes estrellas del k-pop con un doloroso pasado en común volverán a cruzar caminos en una colaboración.