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parte 19: corona

Westeros: El muro.

Su fuerte nunca fue demostrar el cariño que le tenía a las personas o cosas, siempre teniendo que hacer algo por lo que amaba como acto de servicio, alguna que otra palabra reconfortarte y muy a veces contacto físico pero con su hijo, decidió ser un poco expresivo.
Al no verle demasiado tiempo, solo unas cuantas horas en el día de su cumpleaños no le bastaban las palabras o los actos de servicio.

Cómo era costumbre, el clima del lugar estaba bastante frío, sin importarle todo lo demás estaba recostando frente a la fogata, observando y sintiendo el calor proveniente.

— Señor. — Alguien entrando a su puerta llamó su atención, girando un poco la cabeza para saber que tenían su atención. — Llegó una carta.

Con pereza se levantó de su silla y suspiró al verle jugar con la carta entre sus dedos, Jon solamente asintió y se hizo el indiferente.

— ¿De quién?

— Del rey, señor. — La tomó cuando se la dió y la dejó de lado, dejándola en una mesa que tenía ahí adentro e hizo que el otro guardia se apartará.

— Ah sí, la leeré después.

Cuándo se salió para irse a cualquier otro lado dejó atrás al guardia que de inmediato hablo de nuevo, haciendo que parara en sus propios pies y juntara las cejas.

— ¿Ya vio el destinatario, señor?

Sintió como su corazón dio un vuelco.
Se volvió para entrar a la habitación de nuevo, tomando con lentitud la carta y al girarla, tenía una "T" gigante en el papel y de color rojo. Después, al abrirla, casi pudo sentir su sangre irse de su cuerpo.

"Namjoon Targaryen, rey legitimo del trono de hierro."

El sur lucía tan insoportable como la última vez que lo visitó.
Aunque era invierno y poca nieve caía del cielo nunca le gustó esa parte de Westeros, tan caluroso y egocéntrico.
Con su traje negro habitual se acercó a la entrada de la fortaleza roja, admirando su estructura, suspirando pesadamente cuando al frente, estaba el escudo de su casa con un dragón rojo de tres cabezas representado, como un símbolo de victoria.
Y para variar, un dragón verde enorme estaba descansando en la cima de la fortaleza.

Ese día en el que había llegado era la coronación de su hijo.
Namjoon Targaryen, el rey verdadero de Westeros estaba a punto de ser coronado.

Vio a demasiada gente protegiendo el castillo, había Dothrakis que no sabía porqué estaba ésta gente de ese lado del mapa, había inmaculados, con quienes no tenía buenos recuerdos y todos le dejaron pasar, no se inmutaron cuando entro al lugar e iba caminando a prisa para poder llegar hacia adentro, dónde se suponía que debía estar. Como si lo conocieran.

Cuando estuvo frente a la grande puerta vio tres escudos más, colgadas en línea y un poco más pequeñas que la que estaba al frente.
Greyjoy, Tyrell y Stark.
Sin entender menos, las puertas de la sala del trono fueron abiertas por dos inmaculados, dejándolo pasar libremente y se quedó ahí parado al ver a personas, tres que conocía a la perfección. Yoongi, Minjeong y Jackson que se le quedaron mirando expectantes, un joven pelirrojo que estaba detrás de su sobrino y a su hijo, que estaba a un lado del tan desagradable trono de hierro, sosteniendo a otro muchacho de las caderas que acomodaba su camisa negra hasta que la puerta fue abierta, todos mirandole a él y dejar de hacer sus cosas.