CAPÍTULO 14

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ALEXANDRA PEMBERTON

¡Comprometido!

Estaba furiosa y no era para menos; ¿Por qué no podíamos tener una relación feliz y tranquila? ¿Por qué siempre nos complicaban la vida?

Quería creer en él, pero no me lo ponía nada fácil, al contrario, solo ocasionaba que surgieran más dudas; ¿Por qué no se negó a ese compromiso desde un principio? ¿Tendría otras intenciones al traerla con él? Las preguntas se acumulaban en mi cabeza y poco a poco me estaban volviendo loca; no podía dejar de darle vueltas al asunto y por más que intentaba concentrar mi atención en otra cosa, me era imposible hacerlo.

Era cierto que no tenía derecho a sentirme traicionada, porque, aunque ambos confesamos que nuestros sentimientos seguían siendo los mismos, no teníamos ninguna relación formal; así que ningún reclamo de mi parte parecía justificado, pero por más que me repetía que no tenía razones para sentirme así de furiosa, no podía evitar estarlo.

-        Si sigues caminando así, le harás un agujero al piso – dijo Noah que me miraba intentando contener una sonrisa y yo simplemente lo fulminé con la mirada – Oye, no me mires así – se quejó

-        ¡Estoy enojada y tú no ayudas! – exclamé apretando los puños

-        Debes tranquilizarte

-        Decirlo es más fácil que hacerlo

-        Pensé que ibas a optar por ser diplomática y razonable – dijo y bufé

-        ¡Lo soy!

-        No lo eres – dijo y se le escapó una sonrisa

-        ¡Noah! – exclamé y esta vez le fue imposible contener la risa, lo cual me hizo enojar aún más – Eres horrible

-        Ya, lo siento – dijo y volví a bufar enfadada – Es solo que extrañaba esta faceta tuya

-        ¿A qué te refieres? – pregunté cruzándome de brazos

-         Me recuerdas a la Alexa de hace cinco años, así, tan eufórica, enfadada y frustrada – dijo y lo miré ofendida - Solo él ha sido capaz de exaltarte así, eso no puedes negarlo

-        Me molesta – dije cortante

-        ¿Sabes porque me agradaba Lucca en primer lugar? – preguntó y negué – Él te llevaba al límite, ya fuera por alegría o enojo, siempre conseguía mantenerte alerta y te sacaba de tu zona de confort; siempre regresabas con una gran sonrisa en el rostro o totalmente furiosa justo como ahora – una pequeña sonrisa se asomó en mis labios y Noah me sonrío en respuesta – Extrañaba verte con esas fuertes emociones

-        Él me hace perder el control – admití en voz baja – Pone a prueba mi cordura

-        Eso es bueno – dijo Noah y lo miré como si estuviera loco – Él te reta y te hace dudar, no te permite estancarte, además, ¿Qué sería de la vida si no perdiéramos la cordura de vez en cuando?

-        Es agotador... - murmuré en voz baja – Él es agotador

-        Te aseguró que él opina lo mismo sobre ti

-        ¿Por qué? – cuestioné volviendo a enfadarme – Él es quien siempre nos mete en problemas y lo complica todo; me oculta cosas y eso me molesta

-        Te recuerdo que tú también tienes un secreto – dijo y dejé de respirar por un segundo

Noah tenía un punto; me quejaba de los secretos y las complicaciones que rodeaban a Lucca, pero yo tenía mis propios secretos y mis propios problemas que tarde o temprano saldrían a la luz.

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