CAPÍTULO 18

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ALEXANDRA PEMBERTON

Recibí una llamada de Lucca a primera hora de la mañana y ahora me encontraba esperándolo en casa, muerta de nervios; tenía trabajo pendiente, pero no tenía cabeza para eso ahora, lo único que quería era hablar con Lucca y cada minuto que pasaba era un tormento.

Daphne tenía lecciones durante toda la mañana, así que se encontraba en el estudio del segundo piso acompañada de su maestra, pero, aun así, si Lucca deseaba verla, yo no me opondría, después de todo, era su padre y lo que siempre había deseado era que pudieran conocerse.

-        Señorita, el señor Andreotti ha llegado – me informó una de las mujeres del servicio

-        Por favor, hazlo pasar y después trae algo de té con galletas, por favor – pedí y ella asintió

Mis manos temblaban ligeramente y tenía el pulso acelerado, no sabía que esperar y la ansiedad comenzaba a sobrepasarme, pero cuando Lucca entró al salón y nuestras miradas se cruzaron, todo el aire que había estado reteniendo abandonó mis pulmones.

-        Buenos días – saludé levantándome

-        Buenos días, Alexa – respondió y mi cuerpo se tensó un poco más

¿Estaría molesto conmigo? ¿Qué querría decirme? ¿Por qué no me llamó principessa como siempre lo hacía? ¡Realmente estaba entrando en pánico!

-        Ven, sentémonos – dije regresando a mi lugar y él asintió

Me sentía incómoda, ansiosa, estresada y sumamente asustada, pero tras unos segundos de silencio, Lucca pareció notarlo pues simplemente me sonrío y se acomodó en el sillón en una pose más relajada.

-        Lamento haberme ido así de la oficina – dijo con tranquilidad – Necesitaba un poco de tiempo

-        Lo entiendo – murmuré mirándolo a los ojos 

-        Bueno... esto es raro – admitió y sonreí

-        Muy raro – dije y entonces él también sonrío – Vi la noticia – comenté intentando cambiar un poco de tema – ¿Te metiste en problemas?

-        Mi padre ha llamado como cien veces, respondí una vez y solo escuché gritos, así que prefiero dejar que se tranquilice y ya luego hablar con él

-        Sabia decisión – dije y volvió a sonreír

-        Señorita, traigo el té y las galletas – nos interrumpió una de las mucamas y asentí

-        Muchas gracias – dije en cuanto colocó la bandeja sobre la mesa de centro

-        ¿Necesitan algo más? – preguntó y negué con una sonrisa

Lucca sirvió un poco de té para cada uno y tomó una de las galletas antes de acomodarse nuevamente en el sofá.

-        ¿Y Daphne? – preguntó Lucca después de un rato

-        Está arriba, tiene lecciones

-        ¿Lecciones? – preguntó confundido

-        Sí, de lectura, escritura y también tiene lecciones de francés, en las tardes suele tener lecciones de piano y dos veces a la semana tiene clases de equitación a las que mi padre suele acompañarla. 

-        Wow – dijo sorprendido y simplemente tomé otra galleta - ¿No es mucho? No tiene ni cinco años

-        A ella le gusta, además, es menos de lo que nos hacían hacer a su edad

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