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Yena quería que Jinhwa le dejara de molestar, pero el alfa parecía no querer rendirse en su torpe coqueteo acosador que ya le estaba cansando.

Detente, por favor —le pidió, tratando de que su voz fuera suave, dulce, como el tono de esos omegas perfectos que veía en televisión y que nunca podría ser.

Pero Jinhwa daba miedo cuando se enojaba, y si Yena le rechazaba de forma grosera, el alfa no iba a dudar en golpearla.

Y Yena no quería que esa noche quedará arruinada, porque era la fiesta de un amigo, quería relajarse un poco y olvidar todas las cosas que tenía que estudiar para el colegio. Ese maldito, jodido colegio en el que sólo sacaba notas deficientes como al resto de compañeros omegas que tenía.

—Vamos, vamos Yena ―dijo Jinhwa, su sonrisa desapareciendo―, deja que te folle y te dejaré en paz. Esta noche hueles muy bien.

El alfa la agarró de la muñeca, pero Yena tiró de ella. Sin embargo, el chico se negó a soltarla, la expresión divertida en su rostro desapareciendo.

Yena estaba algo mareada, la música retumbando en sus oídos, su estómago revolviéndose, como si fuera a vomitar. Sus piernas temblaron.

Jinhwa alcanzó a agarrarla, acercando su cuerpo, y se estremeció cuando el alfa olisqueó su cuello.

―Oh ―susurró el alfa con expresión de alegría―. ¿Estás en celo?

Yena no pudo responder, sólo gimió, desorientada, perdida, queriendo correr pero sin que su cuerpo respondiera.

Escalofríos le recorrieron cuando Jinhwa tiró de ella, llevándola por el pasillo con rapidez, su lengua lamiendo en su cuello.

Pero el alfa no hizo caso. Su omega estaba entrando en celo repentino porque olvidó tomar sus supresores los últimos días, así que su cuerpo soltaba feromonas rápidamente, todo en ella mareada, confundida, necesitada.

Aunque seguía siendo consciente de lo que ocurría: Jinhwa la llevó a un cuarto, encerrándolo, tirándola sobre la cama. Trató de empujarlo fuera, de quitárselo, pero su cuerpo no respondía bien: sudaba, temblaba, se sacudía. Y Jinhwa lo estaba aprovechando demasiado bien, sosteniéndola de las manos, frotándose contra ella para descontrolarla más.

Yena sentía desprecio por su omega: debido a él, los chicos alfas no querían jugar a su lado a los trece años. Gracias a él, la metieron a un colegio de omegas donde aprendió cosas que no le interesaban y ahora estaba fracasando en la preparatoria mixta.

Y ahora, por su omega, estaba siendo violentada.

―No ―insistió, pero la lengua del alfa no se detenía, y comenzó a llorar tanto por el dolor en su entrepierna como por la situación―, por... por favor, no...

Sollozó con más fuerza.

―¿Qué mierda?

Jinhwa se sobresaltó cuando una voz grave habló, quitándose, girándose, y Yena se hizo una bolita sobre la cama.

Yoo Yujin, su hermana adoptiva, estaba bajo el umbral de la puerta.

―¿Yena? ―preguntó Yujin con una expresión de horror.

Sollozó con fuerza.

Yujin apretó su rostro, observando a Jinhwa, que seguía atónito, y su hermana se lanzó sobre el alfa que trató de violarla, gruñendo de forma amenazante. Un golpe seco resonó en el cuarto, Jinhwa gimiendo por el dolor, y Yujin lo arrastró fuera del cuarto, aguantando el olor de feromonas que dejaba salir el cuerpo de Yena.

𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍  |「𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔」 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora