O3

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La motocicleta de Yujin se detuvo frente a ella, y Yuri sintió alivio de que el mayor estuviera sola en ese instante porque no sabría cómo reaccionaría si también iba a buscarla con Yena.

La alfa frente a ella se quitó el casco, su cabello desordenado cayendo sobre sus hombros, y Yuri sintió deseos de pasar sus dedos por entremedio de su cabello.

Por supuesto, se contuvo.

—¿Necesitas un aventón para tu casa? —preguntó Yujin sonriendo, ofreciéndole el casco.

Yuri lo tomó, poniéndoselo, y subió detrás de Yujin, abrazándola por la cintura, el olor alfa envolviéndola.

Yuri no sabía a qué olía ella, no podía adivinar su aroma, pero esperaba que no fuera algo tan fuerte como el olor de Yujin porque ella inmediatamente quedó un poco aturdida cuando el aroma de cuero y pino la llenaron.

—¿Puedo pasar la noche en tu casa, por favor? —preguntó en voz baja.

Yujin pareció tensarse unos segundos, sin embargo, luego relajó sus hombros y encendió la moto.

—Tus deseos son órdenes, Yuri.

Cerró sus ojos cuando su nombre envió una ola de calor por su espina dorsal, y se aferró al cuerpo de Yujin apenas partió, apretando contra su cuerpo la cajita con las cartas.

Minutos después Yujin se estacionó fuera de un conjunto departamental por lo que Yuri se bajó, esperando a la alfa para que la guiara a su hogar.

—Vivo sola —comentó Yujin en el ascensor—, bueno, con Yena —se removió, nerviosa—. Sobre lo del otro día, me disculpo por ella.

Yuri le miró, asintiendo.

—No importa —contestó restándole importancia.

Yujin rascó su mejilla, sin decir otra cosa, y cuando las puertas del ascensor se abrieron salió hacia la derecha, deteniéndose delante de una puerta. Yuri le siguió avergonzada pero sin saber exactamente el porqué.

La más alta abrió, quedándose quieta.

Yuri sintió que se ahogaba cuando un olor suave, como vainilla, llegó a su nariz.

—¿Yujin? —se oyó una voz viniendo del interior—. Estoy aburrida, Yujin, ¿por qué no vienes y me follas?

Sentía de pronto sus mejillas coloradas, en especial cuando los ojos de Yujin se dilataron.

—Mierda, Yena, ve a ponerte algo de ropa —ordenó Yujin entrando.

—¿Por qué? ¿Sigues enojada conmigo? Anda, prometo... —Yena se enderezó cuando Yuri apareció también, sin mirarla a los ojos—. Oh —la omega bajó un poco la camisa blanca y larga que llevaba, ocultando su ropa interior—, bueno, si quieres un trío...

—¡Yena!

La omega soltó un resoplido, poniéndose de pie, y marchándose al cuarto mientras murmuraba por lo bajo.

Yujin dejó las llaves de la moto sobre la mesita junto a su casco, frustrada y molesta, y Yuri cerró la puerta detrás de ella, sin saber qué hacer exactamente.

—¿Quieres un café? —ofreció Yujin yendo a la cocina americana.

Yuri sacudió su cabeza, nerviosa, y Yujin le miró unos segundos. Luego, abrió el refrigerador sacando dos cervezas, ofreciéndole una en silencio.

La más pequeña miró la lata, parpadeando.

—Soy menor de edad —dijo, pero agarró la cerveza.

Yujin se encogió de hombros.

𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍  |「𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔」 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora