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╔══✩══╡˚✧延芬✧˚╞══✩═══╗

Sana a veces se recordaba a sí misma cuando acababa de llegar a China, desorientada, perdida, sin saber qué hacer con su vida de ahora en adelante.

Se recordó bajando del avión, viendo los rostros desconocidos de todo el mundo, como su omega gritaba en señal de auxilio pero sólo respondía el silencio. Esa noche había dormido en el aeropuerto, siendo consciente del dinero que tenía, y a pesar de que en el bolsillo estuviera la llave del viejo departamento que Shinkie había comprado tiempo atrás, no sentía la fuerza necesaria para ir hacia allá.

Además, ni siquiera sabía en qué zona de Pekín quedaba, y mucho menos sabía cómo hablar chino.

Era una inútil, una bastarda inútil, una maldita omega de sólo dieciocho años que lo había perdido todo y no sabía qué más hacer.

Al día siguiente, gracias a las vagas indicaciones que logró conseguir, llegó a la embajada coreana de la ciudad, inventando una vaga historia sobre su alfa muerto y el comienzo de una nueva vida lejos de su lugar de origen. Logró que la aceptaran en un curso gratuito para aprender chino con la promesa de conseguirle un empleo lo más pronto posible, y luego partió a buscar el departamento, agradeciendo al controlador de Shinkie cuando llegó por haberlo amoblado.

Pero, por supuesto, se derrumbó por completo cuando se dio cuenta de que incluso la habitación que iba a ser de Yuri estaba amoblada, con una cuna, ropa y juguetes.

Los días siguientes habían sido un remolino de oscuridad, lágrimas y dolor, sin salir del departamento ni de la cama, levantándose sólo para beber agua e ir al baño, incapaz de hacer otra cosa excepto llorar y dormir, rogando para que todo eso acabara, para que esa pesadilla desapareciera.

También había escrito muchas cartas, llenas de pensamientos y divagues sin sentido que ni ella misma podía comprender en su totalidad, pidiendo perdón por haberla dejado, tratando de explicarle que la amaba, que siempre la amaría, que era su pequeña bebé preciosa que amaba más que a nada en el mundo. No las había enviado enseguida, por supuesto, porque estaba tan sumida en su mierda que no hacía nada, absolutamente nada, sólo permanecer acostada.

Sólo cuando se dio cuenta de que no había más comida tomó la fuerza suficiente para bañarse: fue dos semanas después de haber llegado. Olía asqueroso, lo sabía, pero no le interesaba, y cuando terminó de ducharse salió a la calle, buscando algún supermercado cercano en el que comprar cosas para la alacena.

Fue allí cuando se encontró por primera vez con Liu YiFei, cuando estaba siendo agredida por su alfa en mitad de la calle y nadie la estaba ayudando. Ese bastardo la estaba abofeteando, sosteniéndola del cabello, ignorando su llanto y sus súplicas, y Sana se quedó quieta mientras el resto de las personas caminaban, fingiendo no ver a la pareja a pesar de los gritos de la pobre omega, y algo hirvió en su interior.

Algo hirvió porque se vio a sí misma en YiFei.

Sí, quizás Shinkie nunca fue tan agresivo como ese alfa, quizás Shinkie nunca la golpeó de tan brutal manera frente a otras personas (pero a veces lo había hecho, como cuando salían a comer y Sana tropezaba o se reía o se comportaba como una niña malcriada según Shinkie), pero reconoció el miedo que exhalaba YiFei porque ella también sintió tanto miedo que a veces sentía que iba a ser consumida por completo.

Así que antes de darse cuenta estaba agarrando una roca, gruñendo por el odio, y golpeó a ese alfa en el rostro, aturdiéndolo el tiempo necesario como para agarrar la mano de YiFei, corriendo lejos de allí entre todas las personas atónitas, hasta su departamento donde estarían a salvo.

𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍  |「𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔」 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora