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Tzuyu iba a tener un ataque de nervios en ese instante.

De pie, en el pasillo del hospital más cercano donde habían llevado a Sana, sentía que todo el mundo se le venía encima ante el pensamiento de que le pudo haber ocurrido algo a su omega. A su bebé.

Si la llegaba a perder, si ocurría cualquier cosa...

Tzuyu iba a ponerse a llorar como una niña pequeña.

Yujin, Nayeon y Jeongyeon estaban en otro cuarto mientras revisaban a Yena, en tanto Yuri permaneció junto a Yeongsan cuando la policía comenzó con los interrogatorios. Se habían llevado a Taehyung entre gritos, pero a Tzuyu no le interesaba. Y su madre...

Bueno, la estaban operando para sacarle la bala. Yeongsan no había disparado a ningún órgano mortal, sin embargo...

El doctor salió del cuarto y Tzuyu se le acercó.

—¿Cómo está? —preguntó con voz urgida—. ¿Puedo pasar a verla? ¿El cachorro?

—Está todo bien —dijo el doctor Lee, aliviado—, no hubo aborto. Ha sido sólo el estrés de toda la situación. Su bebé está muy bien.

Tzuyu ahora iba a llorar por el alivio.

—Puede pasar a verla —agregó el doctor—, ha estado bastante calmada a pesar de todo, pero lo ideal es que duerma para que su cuerpo se relaje mejor.

Notó la indirecta del hombre: podía estar con Sana, pero primero tenía que hacerla dormir. Para ello, su papel de alfa sobreprotector sería ideal.

Aunque, claro, cuando la vio acostada en la cama no dudó en subir sobre ella para abrazar a la omega y restregar su rostro contra el pecho de la más baja como si fuera una bebé, queriendo quedar impregnada en su olor.

—Ow, Tzuyu...

—Casi te pierdo otra vez —gimoteó, con la voz temblando—. Soy la peor alfa del mundo...

—¿Qué estás diciendo? —regañó Sana, acariciándole el cabello a Tzuyu—. Eres mi bebé grande.

—Debería haberte protegido, y mira dónde estamos...

—Oye, no me ha pasado nada grave —Sana liberó feromonas para tranquilizar a la alfa, que seguía algo alterada—. Nuestro cachorro sigue bien, mira...

Tomó la mano de Tzuyu, llevándola a su vientre algo abultado, lo que llamó bastante la atención del doctor porque recién iba a cumplir dos meses. Había comentado la necesidad de hacer exámenes, pero Sana le dijo que no se lo comentara a Tzuyu porque iba a preocuparla más.

—¿Ves? —Tzuyu parecía fascinada mientras le acariciaba—. Cachorrito está bien.

La alfa asintió, estirando sus labios, y Sana se rió para darle un beso pequeño, calmada por el toque dulce de la alfa sobre su piel.

—Tienes a la peor mamá del mundo, cachorro —lloriqueó Tzuyu.

Sana rodó los ojos.

—Deja de llorar, tonta —la regañó—. Lo importante es que estamos bien, estamos juntas, y esto se ha acabado, ¿cierto? —su expresión cambió—. ¿Tu mamá...?

Tzuyu frunció el ceño.

—Está viva —contestó, sin soltarla un poco de su agarre—, aunque...

—Hierba mala nunca muere —murmuró Sana.

—Al parecer —prosiguió la alfa cuidadosamente—, va a quedar inválida. El impacto de la bala fue en la columna vertebral.

Sana parpadeó, observando el rostro tranquilo de Tzuyu, y no se molestó en fingir que aquello le afectaba porque sería mentir. Si ella vivía, si moría, le daba lo mismo, lo único que deseaba era que le dejara en paz.

𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍  |「𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔」 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora