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Sana despertó, adolorida.

Apretó sus labios, confundida por no saber dónde se hallaba producto de la desorientación del sueño, y frotó sus ojos reconociendo el vagón donde todo el mundo dormía. Tomó un suéter, abrigándose mientras se ponía de pie para salir del lugar, queriendo despejarse porque se sentía extraña y perdida y triste.

Se sentía demasiado triste y quería llorar, pero no sabía por qué.

Aunque no fue una buena idea salir, por supuesto.

—Mami.

Se volteó, viendo a Mark, delgado y pálido, sentado alrededor del fuego que mantenían encendido en todo momento para poder tener algo de calor durante las comidas. Su sonrisa, por supuesto, era hermosa, era feliz, contenta, y llena de un infinito amor que algo pareció romperse en su interior.

—¿Qué ocurre, mi vida? —preguntó Mark ajeno a ella, sosteniendo en sus brazos a Minghao.

El pequeño, por supuesto, también estaba feliz, sonriendo, mientras sus manitos se cerraban alrededor de la ropa de Mark y frotaba su cabecita contra el cuello de su mamá.

Se vio a sí misma catorce años atrás, sosteniendo a Yuri contra su pecho, la bebé sonriéndole, mostrando sus dientecitos en crecimiento, queriendo ser impregnado por su aroma, y el dolor en su corazón estalló otra vez.

—Te estanieeeeee muuuuuchioooooo —canturreó Minghao para luego comenzar a reír cuando Mark le hizo cosquillas en el estómago.

Sana tropezó, sus ojos llenos de lágrimas.

Mark se volteó ante el ruido repentino, pero Sana se obligó a bajar la vista, fingiendo estar recogiendo algo para poder limpiar su rostro. No podía quebrarse, no podía derrumbarse frente al mundo, no podía permitirse que todos supieran que, en el fondo, a pesar de que no necesitara a un alfa, si necesitaba a su bebé en sus brazos aunque hubieran pasado catorce años.

Sana tenía que seguir aguantando por mucho que doliera.

—Tía Sanaaaa —llamó Minghao.

Tragó el nudo en su garganta, levantando la vista para componer una sonrisa en su rostro.

—Hola Minghao —saludó acercándose, inclinando su cabeza hacia Mark—. Hola, Mark.

El omega la observó en helado silencio.

—Deberían ir a dormir —dijo Sana con amabilidad—, ya es tarde y-

—Estoy esperando a Lucas —le interrumpió Mark bruscamente para luego mirarla, rabia contenida en su rostro—. ¿Tú también lo esperas, Sana?

Bajó la vista otra vez.

—No —contestó—, tuve un sueño malo.

—¿Suenio malo? —preguntó Minghao con sus ojos arrugados—. ¿Abazo, tía Sana?

Sonrió con más ganas, abriendo su boca para contestar, pero Mark se le adelantó poniéndose de pie, sosteniendo a Minghao con más fuerza contra sí.

—Ahí viene papá —le dijo a Minghao, llamando su atención.

Observó cómo Mark se alejó, ignorándola y llevándose a Minghao, y mordió su labio inferior con fuerza hasta sacarse sangre. El rostro cansado de Lucas se iluminó al notar a Mark y Minghao para luego poner una expresión compungida cuando el omega no lo besó, sólo le pellizcó la nariz en señal de regaño.

Sana se volteó cuando los ojos de Lucas se dirigieron hacia ella, observando el fuego en silencio, y su marca pareció arder de pronto.

La acarició distraídamente, pensando en la caliente boca de Tzuyu sobre la suya en un beso posesivo y reclamador.

𝐘𝐔𝐀𝐍𝐅𝐄𝐍  |「𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔」 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora