Capítulo 28

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Charlotte Harrison

Los días han sido ajetreados, llenos de trabajo y demás. Después de casi haber corrido del apartamento a Leister, lo siguiente que hice fue pensar y pensar en lo que le dije. Si, lo amo, claro está. Pero ya no puedo seguir esperando a que confíe en mí, a que los demás lo hagan.

—Sigo pensando que él está mal —dice Izan, interrumpiendo mis pensamientos.

Suelto un suspiro recargando mi espalda al respaldo de la silla.

—No sé que debo hacer Izan, yo...

—Lo amas, ya sé, me lo has dicho muchas veces, para ser exacto ya van diez veces que me lo recalcas...

Cierro los ojos, pero ambos somos interrumpidos por el hombre que entra de golpe a mi oficina. Los abro observando cómo Izan se levanta de la silla al ver a Derek Osuna.

—Buenos días, señor Osuna —saluda mi amigo como si estuviera de lo más emocionado al verlo, cuando ambos sabemos que no es así.

Lo odia, y desde que Nay le contó lo sucedido con Izan, Derek se ha comportado tajante con él.

—Buenos días, ¿Charlotte, podemos hablar? —prosigue a ignorarlo.

Asiento, Izan carraspea su garganta y se disculpa saliéndose de mi oficina. Animo a Derek para que hable, y éste se desahoga diciéndome lo que hará para Nay. Sonrío como estúpida escuchando cada cosa descabellada del hombre rubio que parece ser serio, y es todo lo contrario. Se ha dejado la barba, y su apariencia es parecida a la del actor que interpreta al capitán América.

—¡Seguro le fascinará! —exclamo proponiendo nuevas ideas que sé perfectamente a Nay le podrían gustar.

El hombre tiene pensado llevarla el viernes por la noche en helicóptero, llegar a un lago cercano donde los esperará una cena romantica, despues, a media noche encenderán los fuegos artificiales (porque Nay es amante de los fuegos artificiales), con las palabras: ¿Te quieres casar conmigo?

Vuelvo a sonreír, sé que a Nay le encantará, y no solo el saber que el hombre que ama se quiere casar con ella, si no el haberse esmerado en proponérselo haciendole lo que más le gusta.

—¿Y qué haré yo? —pregunto.

—La distraerás durante el día, ya se lo dije, le dije que le pagaría un día entero para ella así que... —prosigue encogiéndose de hombros.

Vuelvo asentir. Derek me da una explicación de lo que yo debo hacer el jueves en el trabajo, y el viernes en el cumpleaños de Nay. El jueves tengo la reunión con una nueva marca de vinos donde crearemos la pagina web y el sistema, no son de Seattle, claramente, vienen desde Oregon para la reunion con nosotros. Son conocidos del padre de Derek, y él mismo quiere que tome y recopile por mi misma las ideas que se necesitan. Estamos a miercoles, y tengo un solo día para darles una propuesta. Me quejo por unos minutos mentalmente al saber que tengo menos de un día para mostrarles un prototipo y...

—Puedes decirle a Julian, o a cualquier persona que se encuentre disponible.

—Será tardado, y lo sabe —le hago saber.

—Sé que tú puedes, sorpréndeme.

Esboza una media sonrisa amable y sale de mi oficina tarareando una canción que desconozco.

Está loco, ¡mi jefe está loco!

Suelto un bufido, me recargo en el respaldo de la silla y decido mandarle un mensaje a Julian pidiendo su ayuda. Éste llega una hora después con la excusa de que estuvo ocupado, le creería si no lo hubiese visto en uno de los pasillos con una chica que es su becaria hace diez minutos. Guardo silencio ante aquello porque sé que en algún momento lo requerire para sobornarlo.

PERVERSOS 2° ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora