Charlotte Harrison
Los ojos me arden, el día está soleado y los rayos de luz se cuelan entre los dobleces de las cortinas de mi ventana. El dolor de cabeza no se va, he llorado toda la noche nuevamente y... la verdad es que llevo días haciéndolo, llorando por el infeliz que no merece mis lagrimas.
—¡Levanta ese trasero de ahí! —espeta Nay entrando a la habitación seguido de Izan.
Hago un mohín al verlos juntos.
—¿Qué hacen juntos? —cuestiono sin levantarme —, y lo peor ¿Cómo entraron?
—El que Izan y yo no tengamos ningún tipo de relación, no quiere decir que no tenemos el compromiso contigo, ¿recuerdas? Somos tus amigos. Y dejaste la puerta abierta, idiota.
—Y te ordenamos que te levantes —le sigue Izan sacándome las sábanas y cobertores que me cubren el cuerpo y la cabeza.
—¡Por Dios, Charlotte! —exclama Nay al verme en ropa interior.
—Lo que se perdió el cabron —dice Izan riendose al verme en paños menores. No llevo más que una tanga y un top.
—Les dije que no me quería levantar —espeto quitándole una de las sábanas a Izan para cubrirme el cuerpo.
Me siento pequeña, como si fuese una niña berrinchuda a la que no le han dado dinero para comprarse golosinas. Y vaya que así era yo cuando estaba pequeña, mi papá siempre me trató como una princesa y me jode pensar que he dejado que me utilicen a su antojo.
—Ya deja de mirarla Izan, ¡Salte de aquí!
—¡¿Qué?! También quiero aportar para sacarla de la cama.
—¡Largo! —le grita, e Izan sale riéndose de la habitación —. Ya deja de hacerte la martir, levanta el trasero de esa cama, bañate y ponte guapa, saldremos los tres a comer.
—¿Los tres? —pregunto con sorpresa —Pensé que habían decidido no tener contacto —le digo, refiriéndome a Izan, claramente.
—Eres la excepción coneja, así que deja de perder el tiempo y bañate, que no quiero tener que venir de nuevo a tirarte agua encima —responde caminando hacia la puerta, pero decide detenerse unos segundos antes de salir —. Además, estas que das pena, ya cotillean en la oficina que tu aspecto es deplorable y no quiero tener una amiga a la que no bajan de estupida y fea.
—¡Oye, no lo soy! —trato de defenderme de las crudas palabras de Nay, sabiendo que es sincera y que muy en el fondo tiene toda la razón.
—Pues pareces una, te espero en la estancia ¿vale?
Asiento.
—Lo que ordene jefa —respondo tajante.
Me levanto de la cama pensando en lo que Nay me ha dicho, quizás mi aspecto ha cambiado, quizás ya no sueño maquillarme al ir a trabajar pero ¡¿Y qué?! No seré la primera ni la última en hacerlo. Tomo una ducha eterna, fundiendome en el agua tibia que se esparce en mi cuerpo. Duro minutos que me parecen horas al sentir la relajación, y cuando salgo me miro al espejo observando mi reflejo en éste.
—Tiene razón —susurro.
Mi aspecto es terrible; los ojos hinchados, los labios partidos y unas ojeras que comienzan a notarse bajo mis ojos. Suspiro profundo, salgo a la habitación, reviso el clima de hoy y me alegro al ver que permanecerá soleado y caluroso, así que opto por ponerme un vestido floreado con sandalias altas. Me cambio, me maquillo natural y me pinto los labios de color rojo poniendo todo de mi parte para verme menos horrible, pero sobre todo para desaparecer las ojeras. Al terminar, salgo a la estancia donde yacen Nay e Izan sentados en el sofá viendo la televisión. Veo cuando cambian el canal a la brevedad para que no vea lo que estaban viendo, lo cual me hace suponer que era algo relacionado con Leister.
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PERVERSOS 2° Obsesión
Romance[ COMPLETA ✓] De los errores se aprende, y Charlotte deberá afrontarlos y vivir con ellos. Se ha dado cuenta que no todo matrimonio es perfecto. El de ella no lo fue. Ha dejado a su marido, y se encuentra mucho más que decidida a comenzar de nuevo...