Capítulo 32

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Charlotte Harrison

Tres semanas después...

El teléfono timbra cada media hora, es sábado y la pereza me gana al abrir los ojos y mirar por la ventana. El cielo se encuentra nublado, y recuerdo que hace unos días vi en las noticias que el clima iba a tornarse fresco y lluvioso. Me enderezo y estiro mi cuerpo, bostezo y salgo directamente al cuarto de baño. Hago lo necesario y tomo una ducha de agua tibia.

Han pasado tres semanas en las que vi por última vez a Leister. He tomado la decisión de no pensar más en él. Dejé atrás mi pasado, mis fantasmas y todo lo que cargaba conmigo tan solo para darle la atención a él, tratando de corresponderle a él, y aún así dar todo de sí mismo puede no ser devuelto con la misma intención.

Termino de ducharme, me pongo lo primero que veo en el armario seguido de las zapatillas deportivas. Salgo a la estancia donde me espera Nerón sentado y con los pies sobre la mesita de la sala.

—¡Baja los pies de ahí Nerón! —lo regaño.

Éste se acomoda y sigue comiendo pancakes.

—Me quedaron buenos, son nutritivos —dice, al mismo tiempo en el que le cambia de canal.

Me sirvo dos en uno de los platos, tomo asiento en la isla mirando a la nada y pensando en todo. Vuelvo la vista hacia abajo, y noto un sobre en color blanco. Lo tomo leyendo mi nombre con caligrafía a mano que dice: Para la señorita Harrison.

—¡Ah, lo olvidaba! Te llegó eso, el guardia habló como mil veces, me despertó y bajé a recepción por él. ¿Qué es? —me pregunta al final.

Me encojo de hombros, abro el sobre y saco de éste una tarjeta del mismo color pero ahora con caligrafía impresa. Leo lo que dice, dándome cuenta que es la invitación para el evento benéfico a las mujeres y niños con cáncer, llamado Silvia. Al final se muestra el nombre y la firma de quienes lo organizan: Dra. Antonella Leister y el Sr. Farid Leister.

El pecho se me estruja cuando sé que ni siquiera ha vuelto a buscarme, apoderándose de mí una furia que tengo guardada desde que se largó y salió huyendo de mi apartamento. A veces necesitamos perdernos para encontrarnos a nosotros mismos. Y eso es lo que he hecho durante tres semanas que, aunque por las noches no me deje dormir lo primero que pienso al levantarme es que todo irá mucho mejor que antes. Porque podemos caer tres veces, pero caer una cuarta sería con caída libre y sin regreso.

Vuelvo a guardar la tarjeta en el sobre después de visualizar la fecha y el lugar en el que se llevará a cabo, recordando que será en el Hotel Meyer.

—¿Vas a ir? —me pregunta Nerón cuando escucha que suspiro.

—Sería descarado de mi parte ir al lugar en el que le fui infiel a mi ex marido.

Nerón suelta un bufido, le baja el volumen a la televisión y me pide que me siente a su lado en el sofá. Le hago caso sentándome junto a él.

—¿Y bien? —le pregunto.

—Hermanita, hermanita, hermanita —suspira —. Deja de echarte la culpa de algo que pasó hace mucho tiempo, deja de pensar que todo ha sido tu culpa cuando sinceramente la culpa ha sido de todos los involucrados. ¿Qué no te das cuenta? Vives por ahí mendigando tus errores, pensando que todo lo que te pasa y te pasará será por el karma cuando lo que te pasa y te sucede es porque así lo quiso el jodido destino —me quedo callada escuchando sus palabras —. ¡Despierta y afronta la realidad! Todos cometemos errores, algunos peores que otros y aun así seguimos vivos. No nos queda más que aprender de ellos y seguir adelante.

La garganta se me hace un nudo. Agacho la mirada volviendo a los momentos que viví con Oliver antes de que lo engañara.

—Pero eso es algo que solo tu decidirás, y es si dejas que te consuma, o si lo dejas pasar.

PERVERSOS 2° ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora