Cuándo la conocí

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Farid Leister

Mi mente no deja de repasar el momento en el que la vi; estatura mediana, labios rojos, ojos café claro y de cuerpo voluminoso. Llevaba puesta una falda color roja lista para levantarla y sentar a la mujer sobre uno de los escritorios. Me removi en el asiento al ver su trasero, sobre todo porque la palma de mi mano comenzo a picarme. Si, quería azotarla duro, pero también quería besarla como loco.

Me temo que no será posible, señor Leister. Verá, soy una mujer casada —dijo elevando su mano, tan solo para mostrarme el anillo.

Llevo días sin dejar de pensar en ella, Charlotte. Se cuela entre mis sueños húmedos restregandome el culo en la entrepierna, haciendo la suficiente fricción para que ésta tome su tamaño y forma. No dejo de pensar en ese baile erótico que en sueños me ha hecho y... por eso hago lo que hago, tratar de tener contacto con quiénes ella lo tiene. Sé que es casada porque me lo dijo ese día en el que la conocí. Pero joder, las curvas de su cuerpo son exquisitas y no me queda de otra más que aguantarme las ganas de seguir yendo a su oficina. Me veré muy... ¿Cuál era la palabra...?

—¿Sigues ahí? —pregunta Hannah al verme así de perdido en mis pensamientos.

—Sigo aquí Hannah —le respondo removiendome en la silla.

—Se te nota la erección, Leister, ¿En quien piensas? —pregunta burlándose de mi.

—Como si te importara...

—Cierto, no me importa, lo que me importa es terminar ¡Por Dios! Es viernes y seguimos aquí.

—Este caso es importante —le respondo al hojear la problemática que tenemos con Jefferson.

Trabajamos hasta las ocho de la noche. Sé que le dije no volveríamos a trabajar los viernes hasta tarde pero éste es uno de esos casos por los que no puedo ni pegar el maldito ojo por las noches. Lo de la hija de Thomas me tiene colgando de un hilo, sobre todo porque me ha dicho que los han amenazado de muerte después de que se supo quiénes abusaron de ella.

—¡Listo, me largo, hasta nunca Leister! —exclama Hannah saliendo de mi oficina.

Vuelvo a mirar el móvil para ver si he recibido respuesta de Izan, y siento un alivio cuando de golpe llega un mensaje de él:

"Havana".

Un lugar barato, dónde solo sirven tequila y cerveza pero no me quejo. La música latina de ahí es buena y me hace recordar un tiempo en el que mi madre nos la ponía a mis hermanos y a mí.

Respondo con un "llegó en una hora", y salgo directo a mi apartamento. Y ahí me encuentro después de una hora y media, llegué puntual como siempre, y ellos tarde como nunca. Espero y espero, tomo asiento en uno de los taburetes junto a la barra y pido tres cervezas, pero cuando me doy cuenta que no me hacen efecto es que pido una botella sin importarme la gran equivocacion que ha Sido aquello.

Espero media hora más, y me doy cuenta que es media hora más porque al mirar el reloj sé que es la hora en la que se llena éste lugar. Entonces veo que llegan, va con un vestido brilloso en color azul provocando unas cuantas miradas (si no es que todas), de los hombres.

Tomo asiento cerca de ellos tratando de que Izan no me vea. Recuesto la espalda en uno de los sillones y disfruto de la vista de esa ricura que se posa a unos cuantos metros de mi. Vuelvo a imaginarla desnuda bailando para mi.

—Joder, la deseo —susurro entre dientes para mí.

Los tres se levantan de los taburetes y caminan con dirección a la multitud de gente. Comienza a bailar ella con sus dos amigos provocándome una erección ante tal acción. Me levanto, camino con pasó decidido hacia ella y pareciera que lo sabe cuando se separa de ellos quedando sola bailando. Me acerco y la tomo de las caderas sin dejar de sentir el ritmo de la canción. Me estremezco cuando aspiro si aroma, la piel se me eriza y mi corazón comienza a palpitar con fuerza cuando por fin mis manos viajan un poco más abajo de sus caderas y...

PERVERSOS 2° ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora