Me and my husband [KatsuDeku]

I WANNA BE YOURS

-Es sexy, ¿Ya se besaron?. - Ochaco se cruzó de brazos, observando al Alfa que era presentado por el pequeño hijo de Izuku, quien soltó un pequeño gemido ahogado mientras la veía con una expresión avergonzada.

-¡Ochaco!. - Izuku la regañó en voz baja, con el rostro totalmente sonrojado que intentaba cubrir con sus manos. Como había prometido, Katsuki se encontraba frente a los pequeños niños explicando que era médico y que de esa forma salvaba a muchas personas todos los días, aún le era increíble que él rubio estuviera presente en el jardín de niños, incluso cuando no era su obligación hacerlo. Por un momento sus miradas se cruzaron, con una intensidad a la que comenzaba a acostumbrarse, pero que hacía que sus piernas temblaran. - Solo somos amigos...

-Claro, amigos, dime eso cuando no te coma con la mirada. - Ochaco susurró con un tono burlón en su oído, pero el Omega no le prestó mucha atención, porque su mirada estaba enfocada en el Alfa que cargaba a su hijo.

Los niños salieron temprano del jardín de niños, por eso era importante que los padres estuvieran ahí también. Al salir Kenji tomó a ambos adultos por cada mano, pidiéndoles que lo alzarán cada cierto tiempo mientras brincaba, doblando sus piernitas para quedar colgando de las manos que lo sostenían durante algunos segundos, siempre había querido hacer eso, porque había visto que otros niños lo hacían con sus dos padres, ahora entendía que era muy divertido, se sintió aún más feliz cuando los adultos lo llevaron a un parque, porque tenía mucho tiempo que no lo llevaban a uno. Jugó en los columpios, intentando llegar lo más alto que podía mientras Katsuki lo empujaba, también hizo nuevos amigos con los que jugó en las resbaladillas y pasamanos, realmente se divirtió mucho, finalmente en la tarde regresó a casa, mientras el señor Kacchan lo llevaba en cargando en sus hombros.

-¿Podemos comer pizza, papi?. - Le preguntó mientras tocaba con sus manitas el cabello del adulto, que no parecía molesto por eso.

Izuku miró a su hijo asintiendo, el día había empezado bien, había continuado de manera increíble, era como un sueño pasar un día sin preocupaciones, solo divertirse junto a sus personas favoritas.

-¿Vas a quedarte a cenar, Kacchan?.

-Ni siquiera tienes que preguntar, Deku.- Katsuki se dirigió al Omega con una sonrisa ladeada.

La cena fue divertida, el pequeño niño terminó casi quedándose dormido por haber jugado mucho durante el día. Katsuki se ofreció a llevarlo a su habitación, así que los tres pasaron un rato más juntos, con el rubio contándole un cuento infantil al pequeño mientras Izuku los observaba, hasta que Kenji por fin termino quedándose dormido. Entonces los adultos bajaron nuevamente al primer piso, específicamente a la sala, sentándose en los sofás uno al lado del otro para platicar un poco más.

-¿Por qué me dices "Deku"? - Preguntó el Omega mientras apoyaba su cabeza en el respaldo del sofá, viendo al Alfa que imitó su acción.

-¿Por qué me dices "Kacchan"?- Preguntó el Alfa de la misma manera, sonriendo de forma burlona, sin embargo, la leve vibración en el celular de Deku los hizo salir un poco de ese ambiente tranquilo, el menor sin apuro alguno leyó el mensaje que había llegado. - ¿Todo bien?

-Sí, solo era Eijiro diciendo que no vendrá hasta mañana en la noche. - Izuku volvió a recostar su cabeza en el respaldo del sofá, indiferente ante el mensaje, estando más concentrado en el juego de miradas que tenía con el Alfa. Mordió con nerviosismo su labio, repitiéndose de forma ansiosa en su mente que su esposo no llegaría hasta el día siguiente en la noche, su mirada esmeralda bajó a los labios ajenos. Debía de estar enfermo por tan solo pensarlo.

El rubio se dió cuenta de esto, teniendo la misma línea de pensamiento, inclinándose un poco más, lo suficiente para que sus respiraciones chocarán, pero para que todavía hubiera una brecha entre ellos. Llevó su mano a la mejilla ajena como se estaba haciendo costumbre, acariciando las bonitas pecas que salpicaban el dulce rostro ajeno, paseando su mano hasta el mentón, en donde su dedo pulgar se posó, alzándose un poco más para acariciar los labios ajenos, notando la textura suave de los mismos.