020, La guerra | parte 1

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Llegaron a Zona de Guerra, viendo sus alrededores con algo de pánico. Había mucha multitud acumulada y eso no les estaba viniendo muy bien en tal situación.

—Y no queríamos aldeanos violentos.

Annie comenzó a caminar, alejándose de ellos sin aviso. Paso por varios lugares, mientras recibía miradas descaradas por su apariencia.

Tomo un chaleco morado y se lo colocó, guardando la camisa de Robin en el carro.
Siguió caminando con tranquilidad, hasta que sintió como alguien se colocó frente a ella, obstruyendole el paso.

Un chico del equipo de básquetbol.

—Annette Murphy—caturreo, con una sonrisa ladina en su rostro.

Ella entrecerro sus ojos, ladeando la cabeza con desconfianza.

—Muevete—pidio, de una forma para nada amable, pero tampoco tenía intenciones de serlo.

Él comenzó a deslizar su gran mano por los bordes del carrito, acercándose cada vez más a ella.

—Te llevas muy bien con Sinclair, ¿no es así? —pregunto.

Annie llevaba una postura tranquila, sabiendo que si él intentaba atacarla de cualquier modo, no dudaría en defenderse con cualquiera de las armas que tenía cerca.

Soltó el carro, tomando una daga que estaba en el pequeño mostrador a su lado.

El joven siguió todo con la mirada, frunciendo levemente el ceño.

—Si, ¿por qué? —pregunto.

— ¿Está aquí... contigo? —se acercó más.

Ann se mantuvo en su lugar, apretando la daga en su mano y ocasionando que sus nudillos comenzarán a blanquearse.

—Muevete, niño bonito—volvio a pedir, mientras lo miraba con el ceño fruncido—O yo misma te moveré.

Sus cuerpos estaban separados por el pequeños espacio que la daga permitía, mientras Ann sentía como el metal de esta se clavaba en la palma de su mano por la fuerza que estaba emitiendo.

Él bajo la mirada a la pequeña arma y dudo, pero dio un paso atrás y le hizo una seña disimulada a uno de sus acompañantes.

Annie soltó un suspiro, volviendo a tomar el carrito y empujando de el con fuerza, cruzandose con Erica, quien la miraba con pánico.

—Tenemos que irnos—hablo la menor.

La castaña asintió, mientras se cruzaba con los demás.

En cuanto choco con Nancy, la mayor comenzó a examinarla con la mirada, buscando alguna señal de heridas.

— ¿Te hizo algo? —pregunto, refiriéndose al basquetbolista con el que se había cruzado antes.

Annie rodó los ojos con una pequeña sonrisa, —Agradece que no le hice algo a él. 

Nancy también rodó los ojos, pero en parte sabía que la menor tenía razón y debía agradecer eso.

Subieron a la casa rodante, emprendiendo camino hacia un campo alejado, y por esta vez, los lugares se habían intercambiado.

Ahora Annie estaba al volante, mientras tareraba una canción y Nancy estaba como su acompañante.

— ¿Cómo estás tan tranquila en esta situación? —pregunto confundida.

Ann volteo a verla por unos segundos y sonrió.

—Me relaja pensar en lo que haré después de que acabemos con todo esto—respondio—Ya sabes, quizás me vaya a California unos días con Robin, quizás pueda tomar clases de baile, unirme al equipo de porristas, nuestra cita...

𝗱𝗼 𝗻𝗼𝘁 𝗵𝗮𝘁𝗲 𝗺𝗲, nancy wheelerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora