Capítulo 5. Dudas.

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Algunas semanas pasaron y los malestares habían desaparecido casi por completo, salvo alguna que otra náusea matutina, pero nada que no pudiera tolerar. Realmente no iba a extrañar esa parte del embarazo, por fortuna no consiguió opacar la experiencia completa. Sentir a su hijo crecer dentro de él era, por mucho, una de las mejores etapas de su vida. Lo mejor era que todavía no terminaba.

En la última revisión la obstetra aseguró que todo marchaba bien, no había malformaciones genéticas y el bebé era un poco más pequeño de lo normal, pero nada por lo que deberían alarmarse, eso los aliviaba bastante.

Por otro lado, no todavía no habían anunciado a nadie que se encontraba de encargo, querían esperar a superar los primeros meses. Fue un poco extraño pasar las fiestas conteniendo la noticia, ambos deseaban hacérselo saber a las personas más cercanas a ellos. Pero, ahora que entraba en el segundo trimestre, llamarían a la madre y hermana de Nathan hasta Italia para darles la buena nueva, agendarían una cita con el tío de Sasha y organizarían una pequeña reunión en el pequeño patio con sus amigos.

Primero Nathan llamaría a su madre, Hanna, como hacía cada semana. Les hubiera gustado decirlo en persona, pero no podían realizar un viaje de casi mil dólares solo por un par de días. Para compensar, él había ideado un extraño plan para darles la noticia y Sasha lo apoyaba, aunque le avergonzaba un poco.

Cuando la llamada entró, Hanna saludó como cada vez, Nathan era su viva imagen, aunque ella tenía rasgos un poco más redondos y cabello rubio, pero no había duda de que era su madre, en especial al ver esos hermosos ojos verdes. Sasha también apareció en pantalla. No era la primera vez que lo hacía, mas no era usual así que se dio cuenta que algo pasaba. Después de preguntar por su salud y, al presente, por el negocio que iba iniciando y actualizarse mutuamente, el mayor comenzó con el plan.

¿Mamá, Bianca está en casa? —preguntó en un perfecto italiano.

«¡Aquí estoy, hermanote!» La hermana de Nathan, apareció en pantalla. Era tan rubia como su madre, pero con ojos marrones y un largo y esponjado cabello trenzado. «¿Qué ocurre?»

Verán. —Comenzó Nathan pasando un brazo sobre los hombros de su novio—. Sasha y yo hemos estado preparando una sorpresa para ustedes y...

«¿Al fin se van a casar?» exclamó Bianca emocionada y abrazó a su madre. «Ya se habían tardado

¿Qué? —preguntaron ambos al mismo tiempo, sorprendidos.

¡No! —negó Sasha, un poco incómodo.

Todos notaron el tono que usó y lo miraron de una manera extraña, pero Sasha fingió no haberlo hecho, ni notar sus miradas. Bajó la vista y apretó los labios, ese era un tema del que no quería hablar todavía.

Tranquila, Bianca. —interrumpió Nathan, quitando peso al incómodo momento—. Deja que termine.

«Lo siento.» Murmuró, dándose cuenta que había arruinado el momento. «Continua.»

Nathan sonrió y tomó la mano de Sasha para animarlo de nuevo, éste correspondió y asintió, todo estaba bien y podían seguir con el plan

Bueno, solo queríamos decirles que estamos preparando una pizza muy especial.

«¿Una pizza?» preguntó Hanna extrañada.

«Hermano, sé que amas la pizza, pero...»

Pues aún está en el horno. —Guiñó el mayor hacia su novio.

Sasha sonrió, recuperó el buen humor casi de inmediato. Aunque sus mejillas estaban rojas, le parecía tierna y divertida la manera en la que Nathan quería dar la noticia. Se puso en pie con cuidado, mostrando el mensaje impreso en su camisa, especialmente hecha para ese momento. Había una enorme pizza impresa a la altura de su barriga, que apenas se abultaba, con la cara de un bebé sonriente en medio. Su novio colocó su rostro junto a su pequeño vientre y mostró una sonrisa ladina mientras hacía la señal de "amor y paz".

Hanna gritó del otro lado de la pantalla cubriendo su boca que mostraba una enorme sonrisa. Nathan comenzó a reír al mismo tiempo que su hermana también reaccionó y ambas se abrazaron.

«¡Seré abuela!» gritó la mujer con lágrimas en los ojos.

«¿Cuándo?» Cuestionó su hermana. «¿Cuántos meses tienes?»

Tengo trece semanas. —Respondió Sasha volviendo a tomar lugar junto a Nathan que inmediatamente besó su mejilla—. El parto está programado para el doce de agosto.

«¿Trece semanas?» indagó curiosa y un poco indignada «¿Por qué no nos lo han dicho antes?»

Queríamos esperar a que pasaran los primeros meses. —Respondió Nathan.

Hanna asintió tras entender el motivo y no insistió más en el tema. Después de una larga llamada sobre el embarazo, algunas consejos y planes futuros para la fecha del parto, al final colgaron con la promesa de que los mantendrían actualizados acerca de cualquier acontecimiento.

A Sasha no le molestaba, la familia de Nathan era muy agradable y, ya que su madre había fallecido cuando era muy pequeño, ella sería la única abuela del bebé, por supuesto que quería que tuviera una relación cercana con él, tan buena como su novio la tuvo con la propia.

Cuando la llamada terminó, el ambiente en el apartamento fue un poco incómodo. La conversación había ido bien, pero Nathan se quedó callado tan pronto como acabó y Sasha sabía por qué, solo que no quería hacerle la pregunta, no era el momento.

Sasha se acercó a la cocina, tenía hambre y deseaba un emparedado de mantequilla de maní y jarabe de chocolate. Nathan, por su parte, caminó rumbo a su estudio de arte, meditabundo. El menor suspiró y se recriminó no haber reaccionado de una mejor manera, pero la pregunta de Bianca lo tomó tan desprevenido que no pudo disimular ni siquiera su tono de voz.

El matrimonio no era un tema agradable para él, tanto que no sabía lo que Nathan pensaba al respecto, nunca había preguntado.

Su padre y madre se casaron porque él, un hombre en sus cuarenta, necesitaba que su apellido se perpetuara, nunca hubo amor en ese matrimonio, al menos no por parte de él y ella había sufrido mucho por ello, mas, dado el renombre de la familia, no podía divorciarse sin que resultara afectada dentro de su círculo social.

No quería un matrimonio, mucho menos si era forzado por alguna causa como el apellido o, en su caso, el bebé que tendrían juntos.

Tenían una relación muy estable y cómoda de esa manera, y no deseaba que se arruinara si se casaban solo por la responsabilidad del bebé.

Un regalo sorpresa. [Agosto de mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora