Capítulo 19. Amamantar

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Estaría en el hospital por tres días más para monitorear su recuperación, pero por ahora Nathan se había instalado en el pequeño sofá de la habitación. Dormitaba de vez en cuando, ambos lo hacían, pues Nikolai no los dejaba descansar apropiadamente, despertaba cada dos o tres horas buscando alimento, pero para eso ya se habían preparado mentalmente.

Sin importar lo cansados que se encontraban, no podían perder la oportunidad de mirarlo en la cuna al dormir. Era simplemente perfecto, podían quedarse horas sin perderlo de vista, Sasha desde la cama y Nathan en el sofá. A veces se inquietaban cuando permanecía inmóvil por demasiado tiempo, pero después de revisar que todo estaba en orden, la calma y las sonrisas volvían.

No demoró mucho hasta que Nikolai se comenzó a emitir un pequeño quejido. Los dos reaccionaron de inmediato, alertas por cualquier cosa que él necesitara. Fue Nathan quien lo tomó primero en brazos para arrullarlo con cuidado.

—Tiene hambre. —Dijo Sasha. Tocó la nariz de Nikolai con su dedo índice y este abrió su boca al instante, buscando su alimento.

—Cada tres horas. —Recordó Nathan al mirar al reloj de pared.

—Sí. —Aceptó apretando sus labios.

Sasha buscó una mejor posición en la cama y bajó un poco la bata para dejar al descubierto su pecho. Pronto recibió a su bebé entre sus brazos y trató de posicionarlo para que comenzara a alimentarse.

Apretó la mandíbula y contuvo el aliento en cuanto sus delgados labios comenzaron a succionar. La primera vez que lo hizo no dolió, al contrario, sintió un vuelco en el pecho al ver como sus hermosos ojos se fijaron en los de él, fue un momento casi mágico en el que hicieron una conexión única, pero conforme pasaron las horas y los intentos, sus pezones comenzaron a arder y ahora era casi insoportable.

—¿Sigue doliendo? —Se preocupó Nathan al ver su expresión.

—No. —Intentó relajar su rostro para que su mentira fuera más creíble, pero no lo había conseguido.

—Tal vez debamos considerar de nuevo la opción de darle fórmula.

—No quiero. —Apretó los labios y acomodó mejor a Nikolai—. Solo tengo que acostumbrarme, ¿no? Todos los padres y madres pasan por lo mismo.

—¿Estás seguro? —Preguntó poco convencido—. No recuerdo que mi madre lo haya pasado tan mal con...

—Tenías quince años y te fuiste cuando ella recién había nacido, ¿qué tanto podrías recordar? —Interrumpió molesto.

Nathan se irguió confundido y lo miró curioso. La molestia de Sasha desapareció de inmediato. No solía levantar la voz a menos que algo malo estuviera pasando por su cabeza o se encontrara frustrado y cuando ocurría siempre era un arrebato del que se arrepentía inmediatamente después, por otro lado, nunca había hecho reclamo del pasado de su novio, no tenía por qué, por el contrario, entendía las razones y lo difícil que fue para él.

—Perdón. —Pidió de inmediato—. Eso estuvo fuera de lugar.

Nathan solo suspiró y Sasha se sintió culpable por ello, pudo ver que le había afectado más de lo que nunca iba a admitir, pero no recriminó nada, ni siquiera con su mirada. Estaba siendo tan paciente y él solo perdía la calma con la mínima provocación. Ya no podía culpar al embarazo, no sabía qué le estaba pasando.

—De verdad lo siento. —Repitió mirando a Nathan. Seguía muy callado y eso le dolía—. No tengo excusas, no debí mencionar eso, no lo pienso de verdad.

—Ningún padre nace sabiendo serlo. —Le recordó sentándose a su lado—. Pero no creo que deba doler.

—Ni siquiera esto puedo hacer bien. —Se quejó con lágrimas en los ojos, por el ardor en sus pezones y por el sentimiento de incompetencia que lo invadía—. No pude tenerlo con parto natural y ahora no puedo alimentarlo como se debe. Mi cuerpo es una basura.

—No digas eso. —Acarició su cabello y besó su frente—. El parto no fue tu culpa o por alguna condición de tu cuerpo, y solo debemos averiguar cómo se debe amamantar correctamente a un recién nacido. Los dos necesitamos aprender.

—¿No debería ser natural? —preguntó todavía afligido.

—Lo dudo. —Sonrió y pasó un brazo sobre sus hombros—. Hay tantas cosas que debemos aprender que da miedo.

—Tal vez tengas razón.

—Sé que deseas alimentarlo y es lo más adecuado, pero, por ahora, quizás debamos darle fórmula. —Insistió al pasar sus dedos sobre el mechón cobrizo de su bebé, que se removió y causó más dolor en su padre.

—¡No hagas eso! —Advirtió Sasha después de contener el aliento.

—Lo lamento.

En silencio Nathan siguió observando el momento. Nikolai seguía comiendo con los ojos cerrados, ajeno a lo que eso provocaba en Sasha. De vez en cuando se removía y a Sasha solo le tocaba contener el aliento para no comenzar a llorar. Detestaba tanto que un acto tan íntimo se volviera tan angustiante.

Una enfermera entró de pronto, era rutina a ciertas horas, debían hacer guardia con todos los pacientes para monitorear sus avances y el medicamento que recibían.

—Interrumpí el almuerzo. —Se disculpó acercándose un poco para ver al bebé.

—No se preocupe. —Consoló el menor con una sonrisa.

—Cariño, ¿no te duele? —Indagó curiosa. Eso los sorprendió a ambos. ¿Cómo lo supo? —Esa no es la posición adecuada para alimentar a tu bebé, mi niño.

Ella terminó por acercarse y tomó los brazos de Sasha para levantar un poco más la postura de Nikolai. No supo cómo lo hizo, pero la mujer movió sus manos, lo mismo hizo con su bebé y le indicó cómo debía colocarlo para un mejor agarre y eso fue suficiente para que el dolor disminuyera considerablemente.

—La clave es que tu bebé tenga un buen agarre, su boca muy abierta y su barbilla tocando tu pecho —Indicó con una sonrisa. Tomó una almohada y la usó como apoyo para Nikolai. Era una buena mujer, debía encontrarse en sus cuarenta y por ello tenía tanta experiencia—. Así estarán más cómodos.

—Muchas gracias. —Suspiró Sasha, aunque seguía doliendo, su pezón estaba ya un poco herido y no pudo evitar hacer una mueca.

—Para aliviar el ardor hay un ungüento en la farmacia del hospital. —Continuó mirando a Nathan que se encontraba atento a todo lo que ella decía. Era verdad cuando dijo que iban a aprender juntos.

—Iré de inmediato. —Asintió y besó la frente de su novio.

—¿No es tóxico para mi bebé? —preguntó el menor, nervioso. Podía soportar el dolor si ese ungüento iba a hacerle daño.

—Para nada. —Rio ella mientras tomaba la manita del bebé—. Es hecha especialmente para estas situaciones, tu bebé está a salvo.

Fue suficiente para el mayor. Tomó su billetera y salió de la habitación sin mediar más palabras.

—No olvides sacar sus gases adecuadamente. —Le recordó la enfermera al caminar también a la salida.

Sasha suspiró y de nuevo miró a su bebé que seguía alimentándose muy animado.

Tenían tantas cosas qué aprender. Menos mal que la madre de Nathan llegaría pronto y ella podía resolver muchas de sus dudas y temores.

Un regalo sorpresa. [Agosto de mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora