Desde que dieron el mensaje a su madre, Nathan había pedido a Sasha que no entrara a su estudio de arte porque estaba preparando una sorpresa para él y el bebé. El menor no había entrado desde entonces, le gustaban las sorpresas. Imaginaba que era algún tipo de pintura plasmando sus sentimientos por la venida del bebé, pero no deseaba ver nada más, no quería arruinar sus planes.
Cada tarde, después de llegar del trabajo y darse un baño, se encerraba por poco más de una hora y Sasha lo esperaba paciente en la sala mientras veía un poco de televisión.
Los movimientos del bebé eran cada vez más intensos y le gustaba sentirlo, acariciaba su vientre a cada segundo. A veces sentía un ligero dolor en la baja espalda y a los costados del vientre, llamó a su obstetra un par de veces por eso, pero le aseguró que era normal, aun así, no dejaba de temer y prestaba atención a cada cambio que notara, afortunadamente no había más que eso.
Por otro lado, su cuerpo estaba cambiando demasiado, no era una sorpresa, desde que se enteró fue consciente de que su vientre se abultaría, pero no significaba que le agradaba verlo en el espejo todos los días y se sentía culpable por pensar en ello, por pensar que era su hijo quien estaba provocando todo eso.
Era un mal padre. No podía darle una familia completa, no tendría abuelos, ni tíos, crecería tan solo como él.
—Lo siento, bebé. —Susurró con lágrimas en los ojos—. Ni siquiera tengo un nombre para ti.
Siete meses y todavía no conseguían ponerse de acuerdo. Esperaba que el parto no llegara sin tener un nombre para su bebé, odiaría tener que elegirlo a las prisas.
La puerta del estudio de Nathan se abrió en ese momento y Sasha se limpió los ojos con disimulo, pero su novio se dio cuenta que algo pasaba en cuanto miró su rostro. Con prisa se acercó y se arrodillo frente a él, sujetando sus manos sobre el vientre.
—¿Te sientes mal? —cuestionó acariciando su barriga cada vez más grande.
Sasha negó, pero la preocupación en el rostro de su novio solo consiguió que sus ojos volvieran a humedecerse. Eran tan dulce con él y no lo merecía. Nathan se incorporó para sentarse a su lado y lo atrajo para que se recostara sobre su pecho. Con delicadeza acarició su cabeza y espalda para acariciarlo mientras el menor abrazaba su cintura.
—¿Qué pasa? —Insistió con un susurro.
—Es que... —Contuvo el aliento, sabía que era tonto llorar por algo como eso, pero no podía controlarse—. ¡Estoy gordo! —Confesó finalmente soltando el llanto.
Pudo sentir que Nathan contenía una carcajada al escucharlo y eso le hizo sentir más triste y enojado, porque no solo no estaba negando ese hecho, sino que también le causaba gracia su sufrimiento. ¡No era él quien estaba gigantesco!
—Así hay más Sasha para mí. —Dijo con dulzura acariciando su estómago, pero su tono de voz no tuvo el efecto deseado.
Sasha se aferró más a él cuando su llanto se hizo más marcado. Acababa de confirmarle que él también pensaba que estaba gordo. Lo peor es que no podía hacer algo para remediar la situación, porque se suponía que su vientre tenía que estar grande, pero después del embarazo no volvería a tener el mismo cuerpo, quedaría diferente para siempre.
Nathan se dio cuenta que no se había tomado bien su broma y lo abrazó con más fuerza cuando comenzó a mecerlo.
—¡Estoy gordo y feo! Estoy enorme, con los pies hinchados y el estómago lleno de estrías. —Continuó—. ¡Y soy un mal padre!
—¡Ey, no eres un mal padre! ¿Por qué dices eso?
—¡Porque pienso que es su culpa! —Señaló su vientre con cuidado, manoteando al aire mientras lo señalaba—. ¡Y no es su culpa, es mía!
—Vamos, Sasha, no eres un mal padre por eso.
—¿Por qué no admites que soy un mal padre? —preguntó molesto—. ¡Ni siquiera tiene nombre, lo sigo llamando bebé! ¡No tendrá abuelos, ni tíos! ¡Será un bebé solitario y no puedo hacer algo para evitarlo!
Nathan guardó silencio y dejó que llorara lo que necesitara. Lo meció con cuidado en todo momento y besaba su cabeza de vez en cuando con dulzura, hasta que el llanto se convirtió en sollozos y después Sasha se apartó para limpiar su rostro.
—Lo siento. —Dijo con un susurro. —Ya tienes demasiado encima como para que todavía tengas que lidiar con mis tonterías.
—No son tonterías. —Sonrió limpiando su rostro— Es una fecha difícil para ti, lo comprendo.
Sasha bajó la mirada y asintió. Tenía toda la semana pensándolo y no se había percatado de ello, pero quizás su sentimiento de melancolía había alimentado a ese absurdo episodio tan vergonzoso.
—Espera un minuto.
Nathan se levantó y entró de nuevo a su estudio de arte, pero tan pronto como entró, volvió a salir con unas cuantas pinturas y pinceles en las manos. Sin mediar más palabra se arrodilló frente a él y comenzó a desabotonar su camisón, pero Sasha lo detuvo, entonces él lo miró extrañado.
—No, te dije que tengo estrías. —Susurró avergonzado.
—Lo sé, las he visto. —Sonrió Nathan besando la zona sobre la ropa—. No me molestan, eres el chico embarazado más hermoso que he visto.
Sasha apretó los labios y, con algo de recelo, dejó que continuara. Nathan no tardó en comenzar a pintar sobre la piel. No dijo nada por un tiempo y el menor se dedicaba a observar su rostro concentrado. Era tan atractivo, no entendía como alguien como él podía amarlo.
—Sé que extrañas a tu hermano. —Comenzó después de un rato—. Y sé que te hubiera gustado compartir esta etapa de tu vida con él, entiendo que estés triste.
—Hubiera sido un tío maravilloso. —Comentó con un nudo en la garganta.
Su medio hermano Nikolai había sido la persona más importante en su vida por mucho tiempo, crecieron juntos y se amaban mucho. Muy pronto cumpliría cuatro años desde su injusto fallecimiento y lo extrañaba cada vez más.
—También lo he estado pensando. —Se detuvo un segundo y comenzó a mezclar un poco de pintura—. Nikolai es el nombre perfecto para nuestro hijo.
—¿Nikolai? —susurró con los ojos de nuevo desbordándose—. ¿De verdad?
—Claro. ¿No te gusta? Además, ya nacerá el mismo día que él. Creo que es una señal.
Asintió. Claro que le gustaba. Amaba la idea, no entendía cómo no se les ocurrió antes. Nathan sonrió ante su aceptación y continuó con la pintura que hacía sobre su vientre. Cuando estuvo finalizada le ayudó a ponerse de pie y lo llevó frente al espejo de cuerpo completo en la habitación. Había pintado un pequeño jardín con flores de todos los colores y un par de mariposas revoloteando por ahí. En el centro de todo, con color violeta, estaba escrito el nombre "Nikolai".
—Es hermoso. —Susurró.
A su hermano le gustaba las flores ya que su madre fue una florista en un pueblo de Italia. El aroma de las flores conseguía ponerlo melancólico, pero al mismo tiempo, en casa tenía un enorme jardín donde cuidaba flores de todo tipo. Este era un hermoso homenaje en su memoria.
—Muchas gracias. —murmuró dándose la vuelta para besar sus labios.
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Un regalo sorpresa. [Agosto de mpreg]
RomanceComenzaban a adaptarse a una nueva etapa de sus vidas cuando se enteró de que tenían que cambiar de nuevo sus planes y prepararse para la llegada de un inesperado regalo de cumpleaños. Esta historia nace del evento "Agosto MPREG" creado por @ilitiaf...