Capítulo 22. Hormonas

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Sasha pensó que se sentiría mejor después del parto, que dormiría un poco mejor, que sus hormonas no serían tan inestables y que tendría más libertad de movimiento. Pero nada de eso estaba pasando ahora que ya se encontraban en casa. Una semana desde que salieron del hospital y que Nikolai se encontraba a su lado y las cosas se sentían... diferentes.

La madre de Nathan los acompañaba desde hacía cinco días y había resultado un excelente apoyo. Ella los ayudaba bastante y les daba sugerencias muy útiles. Mas eso no cambiaba el hecho de que se encontraba física y emocionalmente exhausto.

Dormía poco por las noches, a pesar de que decidieron mudar la cuna a su habitación por, al menos, las primeras semanas, no podía dejar de revisarlo cada par de horas. Estaba asustado y no sabía por qué, los médicos le dijeron que todo estaba bien y le dieron sugerencias para el correcto descanso de ambos. Simplemente no podía evitarlo.

Las ojeras bajo sus ojos eran cada vez más marcadas y Nathan las notaba, le pedía que intentara relajarse y trataba de consolarlo, pero nada de eso funcionaba, su pánico no desaparecía.

Para colmo su humor era cada vez peor, se exasperaba con todo y con nada a la vez. Era consciente de ello y trataba de controlarse, pero a veces no podían evitar discutir. Su relación también estaba cambiando desde que Nikolai nació y lo entendía, los dos estaban agotados, pero no era suficiente con comprenderlo.

Esa mañana Nathan se retiró a trabajar después de intercambiar algunas frases algo incómodas. No llegaron a insultarse y deseaba que ese momento jamás llegara, pero eso no hacía mejores las cosas. Una tonta mueca después de probar el café que Sasha le había preparado hizo enfadar al menor y frustrado retiró la taza. Nathan volvió a pedirle que se relajara y esa fue la gota que derramó el vaso.

A pesar de que Nathan se despidió con un "te amo", como cada mañana, Sasha no respondió de vuelta, se excusó con tener que atender a Nikolai que comenzaba a quejarse a su habitación y lo dejó marchar así. Ahora ese instante no lo dejaba pensar en nada más y provocaba un nudo en su garganta que no quería desaparecer.

Esa tarde estaba bebiendo un poco de café en la sala, ahora que Nikolai dormía después de su comida. Hanna se encontraba con el bebé en la habitación mientras Bianca preparaba un bocadillo. Era gracioso darse cuenta que era tan glotona como Nathan. Era de familia, Nikolai iba por ese camino.

En la televisión había un documental al que no le ponía la más mínima atención, a pesar de que le encantaba verlos, pero la voz de Nathan y la pequeña pausa que hizo esperando la respuesta de Sasha como cada mañana y el suspiro al no recibirla al salir de casa no le dejaban concentrarse.

—Bianca, ¿podrías ir con Nikolai, por favor? —Pidió Hanna llamando la atención de ambos.

—Claro, mamá.

La chica tomó el emparedado y caminó con paso animado hasta le habitación. Hanna se acercó a Sasha y se sentó a su lado con una sonrisa de consuelo en sus labios. Era increíble el parecido que tenía con Nathan.

—Es descafeinado. —Intentó explicar Sasha al dejar la taza sobre la pequeña mesa de centro. Sabía que no estaba ahí para aconsejarlo acerca del café, así que suspiró y tomó una mejor posición.

—¿Estás bien? ¿Quieres hablar conmigo?

Esa pregunta fue el detonante que Sasha estaba evitando. Sus ojos se llenaron de lágrimas y apretó los labios conteniendo el llanto. Sabía que Hanna era una buena mujer, había conversado con ella muchas veces y confiaba en ella también, pero le avergonzaba que se enterara de algo tan tonto.

—No sé qué me pasa. —Trató de decir con un nudo en la garganta. Era tan grande que le costaba hablar—. Pareciera que quiero alejarlo. Soy un estúpido.

—No es así. —Consoló ella con un abrazo.

Sasha se aferró de inmediato. De verdad lo necesitaba.

—Las primeras semanas después del parto son difíciles. —Le explicó con voz suave—. Estás cansado y estresado. El cambio que conlleva la llegada de un bebé es complicado, es normal que exista algo de tensión.

—Fui tan grosero con él, yo no soy así. —Continuó con un sollozo.

—Te estás exigiendo mucho. —Sonrió tomando sus manos—. Y eso está afectando tu estado de ánimo. No debes hacerlo todo solo, es normal que necesites ayuda y no debes sentirte avergonzado al pedirla.

—¿No debería poder? —preguntó frustrado—. Para los otros padres es tan fácil y yo...

—¿Quién dijo que es fácil? —interrumpió mientras negaba con una sonrisa en los labios—. Es difícil, mucho. Con Bianca ya tenía experiencia y eso no lo hizo más fácil. Nunca lo es.

—¿Y fue tan difícil con Nathan?

—Sí, estaba llena de miedos, como tú lo estás.

Escuchar eso lo hizo sentir un poco mejor. Asintió con una sonrisa y apretón las manos de Hanna, con eso quería hacerle saber que agradecía sus palabras.

—Pero no lo hice sola. —Continuó buscando la mirada de Sasha—. Alessio y yo compartimos toda la crianza, las tareas del hogar y nos contábamos todo. Lo más importante ahora es que tengan una buena comunicación. ¿Nathan y tú se comunican?

—Si. —Dijo sin dudar—. Eso creo... no lo sé. Últimamente no lo hago mucho.

—No olvides que él también es padre de Nikolai. —Indicó con una tierna mirada—. Y él desea involucrarse tanto como tú, ¿o te dio la impresión de no querer hacerlo?

—No. —Se sinceró mirando hacia el suelo avergonzado.

Hanna se acercó un poco más en el sofá y con cuidado pasó un brazo sobre sus hombros.

—No intentes hacer demasiado, eso solo te agotará y te frustrarás porque el agotamiento no te permitirá hacer todo lo que quieres. —Consoló con ese tono maternal—. Descansa, habla con Nathan, pidan ayuda si la necesitan.

—Pero Nikolai...

—Yo estoy aquí, Bianca también lo está. Los ayudaremos mientras se adaptan a esta nueva rutina. —Le recordó—. Cuando el bebé duerma, duerme junto con él, si necesita un cambio de pañal, podemos ayudarte. No estás solo, corazón, te amamos y queremos apoyarte. A los dos.

—Gracias. —Sonrió sincero con lágrimas en los ojos.

—Por ahora ve a dormir. —Se puso en pie y ofreció su mano para que Sasha también lo hiciera—. Faltan poco menos de dos horas para que Nikolai despierte, aprovéchalo, si algo pasa, te llamaré.

—Pero...

—Confía en mí. —Pidió volviendo a tomar sus manos—. Después de las tuyas o la de Nathan, Nikolai no puede quedar en mejores manos que en las de su abuela.

Él apretó los labios y asintió. Ella tenía razón, al menos lo intentaría, porque estaba tan nervioso de que algo le pasara a Nikolai si él se quedaba dormido que dudaba conciliar el sueño.

Un regalo sorpresa. [Agosto de mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora