Para la semana veintitrés las náuseas matutinas habían desaparecido por completo, pero el movimiento de su bebé era cada vez mayor, aunque lo notaba más por las noches.
Por recomendación de Hanna, la madre de Nathan, comenzó a ponerle algo de música por las noches antes de dormir, eso lo estimularía. También solía hablarle más a menudo, le contaba lo que había pasado en el día y acariciaba la zona mientras su hijo respondía con pequeños golpecitos. Le gustaba pensar que hacía eso para responder cada vez que le hablaba porque le gustaba escucharlo y lo amaba, tanto como él lo hacía.
Esa noche habían elegido algo de la música favorita de Nathan y el bebé respondió muy bien, estaba relajado, aunque activo, mientras esperaban a su padre en la cama. Había sido un día tranquilo, él estaba a mitad del segundo trimestre y todo iba bien, a pesar del miedo de que el embarazo afectara en su desempeño, no había sido así.
Cuando su tío se enteró, no ocultó su preocupación por lo jóvenes que eran y que sus planes se vieran interrumpidos por la llegada del bebé, pero le estaban demostrando que no había qué temer, pues Nathan poco a poco se hacía de clientes, aquellos que ya habían tenido sesiones con él en antiguo local y que ahora lo seguían en su negocio independiente. Quizás el bebé era su amuleto de buena suerte.
Y él estaba preparándose para el inicio del tercer trimestre en la universidad. No estaba físicamente recuperado, al contrario, cada día se sentía más cansado, pero estaba poniendo todo de su parte.
—¿Qué te parece... Robert? —preguntó Nathan entrando a la habitación con el torso desnudo después de un baño.
—Robert. —Repitió Sasha meditando en cómo sonaba—. Bob. —Terminó con una mueca.
—No te gusta, de acuerdo. —Rio Nathan.
Desde que se enteraron que era un niño habían estado pensando en los posibles nombres que podía tener. Habían ya descartado demasiados, se quedaban sin opciones. Pensaron en nombres ingleses, rusos e italianos, pero ninguno los convencía.
—Podemos usar "Robert" para el segundo bebé. —Comentó Nathan al momento de dejar caer con cuidado todo su peso sobre la cama.
—¿Segundo bebé? —preguntó alarmado—. ¿Todavía no nace el primero y ya piensas en más bebés?
Rio. Nervioso, pero feliz. Si él estaba preguntando por más hijos, significaba que la idea de la paternidad de verdad le gustaba.
—Pero ya viene en camino. —Continuó con una mueca burlona, para ese punto ya no sabía a qué se refería.
La doctora no había dicho nada al respecto, al menos no lo recordaba, ella dijo que era un niño. No creía haber olvidado o ignorado algo tan importante, por otro lado, la sonrisa de Nathan le decía que estaba bromeando, pero no lo entendía.
—¿Pediste un bebé a domicilio o algo? —bromeó todavía confundido.
El mayor finalmente se recostó de espalda y con sus manos comenzó a acariciar su estómago que estaba creciendo también.
—¿Ves? —preguntó golpeando su estómago—. Tendremos dos bebés.
Sasha rio con transparencia y, con cuidado, se inclinó para apoyar su oído en el estómago de su novio, siguiendo la broma. Era verdad que últimamente estaba engordando, pero era obvio que perdería un poco de condición física después de mantener dos empleos, por lo que tuvo que descuidar su rutina de ejercicio, por otro lado, ya no vagueaba por las noches con su pandilla ni solía participar en peleas callejeras, mientras que su alimentación seguía siendo igual de descuidada, así que su cuerpo estaba resintiendo todo eso.
—Eres un vanidoso. —Acusó besando su barriga—. Leí que es normal que también tú tengas algunos síntomas. Menos mal no sentiste las náuseas y vómitos, creo que hasta ahora ha sido el peor del embarazo.
—Tendré que matarme entrenando para recuperarme. —Dio un par de golpes a su barriga y jugó con ella, moviéndola con violencia con sus manos.
—O podrías dejar de comer tanto, glotón. —Sugirió picando con su índice la pequeña barriga que tenía, ni siquiera era algo de lo que tuviera que alarmarse, apenas notaba una diferencia—. Ya no eres tan joven, tu metabolismo no es el mismo.
—¿Me estás diciendo viejo?
Con un suspiro se acurrucó usando el brazo de Nathan como almohada, subió su pierna sobre su cuerpo y abrazó su estómago con un poco de fuerza. Soltó un pequeño murmullo cuando Nathan rodeó su cuerpo para acercarlo más a él.
—No, solo dije que no eres el adolescente que paseaba todas las noches buscando problemas. —Susurró con un tono coqueto.
—Ya lo veremos. —Retó dándose la vuelta para colocarse con cuidado sobre él—. Todavía soy tan enérgico como hace diez años.
—Ah, ¿sí? —sonrió travieso—. Yo no te conocía hace diez años.
—Entonces tendré que demostrártelo.
No le dio tiempo a responder, besó sus labios, demandante y sin demora comenzó a desabotonar el camisón de Sasha. Ambos estaban dispuestos, el menor correspondió acariciando la espalda de su novio mientras éste besaba su cuello y acariciaba su trasero, hasta que el menor se quejó un poco, entonces Nathan se apartó sin demora, pensando que le había hecho daño.
—Es el bebé. —Tranquilizó acariciando su vientre—. Está demasiado inquieto. Creo que se molestó porque interrumpiste su música.
—¿De verdad? —rio mientras se movía para colocar su oído en el vientre—. Está muy consentido.
—Es el amor que se merece. —Defendió Sasha sin perder de vista las acciones de su novio.
—Vamos, bebé. —Susurró el mayor depositando un par de besos—. Tus papás necesitan un poco de tiempo de papás, duerme.
—Ups. —Se quejó al sentir un fuerte movimiento—. Creo que le gusta tu voz.
Nathan sonrió de lado, asintió y cerró sus ojos. Con una suave voz comenzó a entonar la letra de una de sus canciones, aquella que entonó en una de sus primeras citas. Sasha cerró sus ojos también. Amaba escucharlo cantar, su voz era tan cálida y parecía que su bebé también había amado escuchar su canción, pues pronto pasó de estar muy inquieto a moverse con suavidad, como si se hubiera quedado dormido.
—El bebé te ama. —Susurró Sasha con un nudo en la garganta cuando estuvo seguro de que ya se había dormido.
—Y yo los amo a ustedes. —Respondió con una dulce sonrisa.
Las hormonas en su cuerpo estaban muy alteradas y no podía evitar sentirse sensible con cada mínima interacción que Nathan tenía con su hijo. Ya era una persona muy emocional mucho antes de quedar en estado, pero ahora podía llorar dos o tres veces al día por la más mínima provocación.
Nathan sonrió al verlo derramar lágrimas. Sabía que eran lágrimas de dicha, así que solo se dedicó a besar sus mejillas y a borrarlas con sus pulgares mientras seguía acariciando su vientre.
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Un regalo sorpresa. [Agosto de mpreg]
RomanceComenzaban a adaptarse a una nueva etapa de sus vidas cuando se enteró de que tenían que cambiar de nuevo sus planes y prepararse para la llegada de un inesperado regalo de cumpleaños. Esta historia nace del evento "Agosto MPREG" creado por @ilitiaf...