Capítulo 6. Patada

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Para Sasha, no había mejor manera de celebrar su vigésimo tercer cumpleaños que viendo a su bebé en un nuevo ultrasonido. Hasta ahora no sabían su sexo y la doctora le dijo que, si la posición de su hijo lo permitía, esa tarde lo sabrían.

Contrario a lo que Claire pensaba, Sasha estaba ansioso por saberlo, no necesitaba que fuera una sorpresa hasta el día del parto, quería prepararse con lo necesario para recibir a su primer bebé, los colores y demás era lo de menos, pero había mucha diferencia entre un niño o una niña.

Mientras la obstetra movía el sensor sobre su vientre, que ya era imposible de disimular, él intentaba de mantener controlada su respiración. Se sentía tan emocionado, había soñado con un niño en sus brazos tantas veces que estaba casi seguro que lo sería, pero necesitaba la confirmación de la ecografía, así Claire dejaría de decirle que se adelantaba demasiado.

—El tamaño y peso son adecuadas para las semanas de gestación. —Anunció la doctora, parecía aliviada, y los futuros padres se sentían igual, pues durante el último ultrasonido resultó muy bajo de peso—. Se ha recuperado satisfactoriamente.

—Será tan fuerte como Nathan. —Dijo Sasha victorioso.

—Pero tiene que seguir cuidando su alimentación. —Dijo la doctora, no con un tono severo, pero sus palabras le recordaron que su salud siempre había sido mala, y pensar que eso podía afectar a su hijo lo desanimaba.

Había cuidado su alimentación casi desde que se enteró que estaba de encargo, aun a escondidas de Nathan, y con ayuda de él y una nutrióloga, mantuvieron una dieta muy estricta para mantener al bebé sano. Le costó al principio, pero finalmente su disciplina daba resultados.

—Bueno, ahora averigüemos el sexo de su bebé. —Anunció con una enorme sonrisa. Era casi obvio que ese era el momento que estaban esperando—. Desean saberlo, ¿verdad?

—Por supuesto. —Se adelantó Nathan y apretó su mano—. Con ansias.

Si demorar más, la doctora movió el sensor, hasta que ella pudo ver lo que estaba buscando. Para Nathan y Sasha seguían siendo manchas blancas sobre un fondo negro, era un poco difícil diferenciar algo.

—Aquí está. —Dijo con satisfacción. —Ustedes son los futuros padres de un niño.

—¡Un niño! —exclamó Sasha mirando a Nathan.

Él correspondió su sonrisa y se inclinó para darle un beso en los labios. Lo sabía, su corazón se lo dijo todo ese tiempo, estaba seguro que tendría un bebé idéntico a Nathan.

—Veo todo en orden. —Continuó la doctora y centró en la pantalla una imagen de la cabeza del feto para que pudieran apreciarlo un poco más—. Les daré algo de privacidad mientras se limpia, los espero en el consultorio.

Se despidió y Nathan tomó un par de toallitas para limpiar con cuidado el gel en el vientre de Sasha y él se dejó hacer, no podía dejar de mirar el perfil de su hijo.

—Tendrá tu nariz —comentó con un susurro—, y tus ojos, estoy seguro.

—¿Por qué estás tan seguro? —Contuvo una risa y le ayudó a sentarse en la silla, se colocó frente a él entre sus piernas y beso sus labios.

—Porque te amo.

—Yo también te amo a ti —dijo como si estuvieran compitiendo—, y ya que te amo, quiero que herede tus ojos azules.

—No —Refutó con un mohín soberbio—, serán verdes como los tuyos, y tu fuerte mentón.

—¿Al menos puede tener tus lindas mejillas?

Sasha hizo una mueca como si estuviera considerando su propuesta, pero no conseguía convencerlo, así que tronó la lengua y negó con suavidad.

—O el color de tu cabello. —Continuó suplicante—. ¿Algo de ti?

—De acuerdo. —Aceptó abrazando su cintura—. Tendrá mis orejas.

—¿Solo eso? —preguntó conteniendo una risa—. Es injusto.

—No es injusto, si se parece a ti será muy guapo, inteligente, fuerte, alto, amable, confiable... —Suspiró y, mimoso, paseó sus dedos sobre su ancha espalda—. ¿No crees que es lo mejor?

—Pero si se parece a ti será dulce, cariñoso, bondadoso, listo y muy lindo.

—Eres muy terco. —Exclamó buscando un beso de sus labios—. Espero que eso no lo herede.

Ambos rieron mientras se acercaban para darse un beso. Siempre habían sido muy cariñosos entre sí, sin embargo, el menor sentía que, desde que se enteró del embarazo, Nathan lo consentía incluso más. No le molestaba, pero opinaba que estaba esforzándose demasiado, sabía que su novio no quería que él se exigiera mucho, dado su historial de salud delicada, pues deseaba, tanto como él, que el bebé naciera sano y sin complicaciones, no obstante, a veces era un poco exagerado. Aun así, Sasha era complaciente en absolutamente todo, no pretendía hacerle difíciles las cosas, y trataba de compensarlo cada vez que tenía oportunidad.

Cuando el beso terminó, Sasha no abrió los ojos, suspiró como si todavía estuviera saboreando sus labios y fingió rendirse.

—De acuerdo. —Aceptó apoyando su mejilla en el pecho de su novio—. Tendrá mi cabello. ¿Estás feliz?

—Mucho. —Respondió besando su cabello—. Así también podré despeinarlo cuando se ponga tan necio como tú.

Acto seguido Nathan enredó sus dedos en las hebras negras del menor para despeinarlo, y este se quejó apartando las manos de su novio con las propias.

—¡No hagas eso! —Se quejó mientras reía. Hacía mucho que no lo molestaba de esa manera.

La sonrisa en el rostro de Sasha desapareció y sus ojos se desorbitaron. Nathan borró la suya también en cuanto se dio cuenta de su cambio de expresión y, temeroso, miró el abultado vientre, pensando que algo malo pasaba.

—¡Se movió! —susurró Sasha emocionado y a continuación acarició la zona donde sintió esa ligera presión—. ¡Acaba de patearme!

—¡Se está moviendo! —Exclamó Nathan emocionado—. ¿Qué sentiste?

—Como... un ligero calambre, pero no fue doloroso. —Explicó sin dejar de mover sus dedos sobre su vientre.

Nathan hizo lo mismo, colocando su mano bronceada sobre los delgados y blancos dedos del menor. Sus ojos volvieron a humedecerse. Era la primera vez que lo sentía y fue una nueva confirmación de que todo eso era real, su hijo estaba creciendo sano y fuerte dentro de él.

—¿Sabes? —susurró Nathan a su oído—. Esa patada significa que le gusta la idea de parecerse a ti en algo.

—¿Lo crees? —continuó la broma mirando enternecido el rostro de Nathan. Se veía tan feliz como él—. Está bien, te creo, entonces también puede parecerse a mí.

Un nuevo beso. Ambos sentían que soñaban esta vez. Casi veintiuna semanas desde la concepción y había pasado demasiado pronto. No podían esperar para tenerlo entre sus brazos.

Un regalo sorpresa. [Agosto de mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora