Capítulo 26. Extractor de leche

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Una de las razones por las que pudieron alternarse las noches para levantarse a alimentar a Nikolai fue gracias a que podía extraer leche suficiente cada tarde y guardar una reserva. Prefería hacerlo el mismo cuando era su turno o durante el día, pero admitía que dormir una noche completa había mejorado bastante su humor, las cosas iban cada vez mejor como padres, aunque como pareja todavía no tenían el mismo tiempo que antes.

Claire tuvo una idea para solucionar esa situación y se ofreció para cuidar de Nikolai por un día completo. La idea no era de su total agrado, no porque desconfiara de Claire o Johanna, las habían elegido como las madrinas de Nikolai justo porque eran de su entera confianza y sabían que cuidarían de su bebé a la perfección, pero saber que se apartaría de él por cuatro horas o más, lo ponía nervioso.

Estaba extrayendo un poco más de leche. Había ya dos biberones en el refrigerador, pero si podía conseguir cuatro onzas más, sería excelente.

—¿No te haces daño? —Inquirió Nathan saliendo de la habitación de Nikolai con una enorme pañalera en sus manos.

—No te preocupes, estoy teniendo cuidado. —No mentía, no estaba intentando sacar más de lo que podía—. Pero si puedo conseguir otro biberón, es mejor, no quiero que pase hambre.

—Estarán con él tres o cuatro horas. —Recordó él, aunque tampoco se veía muy tranquilo.

—Esa pañalera es muy grande, ¿no crees? —Se burló Sasha al ver que intentaba meter un cambio extra a pesar de que apenas había cerrado antes.

—¿De verdad? —preguntó curioso—. Es lo básico: pañales, toallas limpiadoras, suficientes cambios de ropa, baberos, termómetro, aspirador nasal, gasas, un par de mantas extras y algunos juguetes para que no se aburra. Creo que no olvido nada.

Sasha torció el gesto reflexionando en lo recién escuchado, repasando su lista mental sobre lo que usaban a diario con Nikolai, al final asintió y sonrió.

—Sí, creo que es todo. —Aceptó mientras cerraba su camisa ya que había terminado con el extractor—. Solo falta agregar los biberones, están en la nevera.

—Estoy en ello. —Nathan tomó ambas botellas y las colocó en el lugar designado en la pañalera.

Sasha se levantó y colocó el tercero con cuidado. Miró la pañalera frente a ellos y de nuevo se formó un nudo en su estómago. No se había separado tanto tiempo de su bebé desde que nació, realmente no quería, pero tampoco deseaba romper las ilusiones de Claire. Le había pedido con tanta emoción cuidar de Nikolai por un par de horas que no tuvo el corazón para negarse.

—Si no estás cómodo podemos decirle que se queden en casa con nosotros. —Sugirió el mayor. Se colocó a su espalda y lo abrazó para darle un beso en la mejilla.

—No, estoy bien. —Mintió con un suspiro—. ¿Tú estás bien?

Nathan aspiró para darle una respuesta, pero el timbre sonó en ese momento y tuvo que apartarse para abrir la puerta. Claire entró como un torbellino con esa sonrisa enorme de delgados labios buscando al bebé por todos lados. Johanna entró detrás, su sonrisa era más pequeña, pero se veía igual de emocionada que su prometida.

—Está en la habitación. —Dijo Sasha al ver la pregunta en su mirada después del saludo obligatorio.

—¿Está durmiendo?

—Despertará pronto.

Los cuatro caminaron a la habitación, Claire al frente de todos. Era como una niña pequeña cuando se trataba de ocultar su emoción: no podía hacerlo.

Al acercarse a la cuna escucharon los balbuceos de Nikolai, haciéndoles saber que ya se encontraba despierto. Con una sonrisa Claire lo tomó en brazos con cuidado y lo acunó para poder jugar con sus regordetas mejillas.

Los tres se acercaron también. Nikolai resultó ser un niño tan sociable como Nathan, sonreía a cualquiera que le hiciera mimos y no se quejaba si lo tomaban en brazos.

—¡Eres muy platicador! —dijo Claire con un tono gracioso. Nikolai respondió con una sonrisa y manoteando al aire—. ¿Extrañaste a tu tía Claire? ¿Verdad que sí? ¡Hoy nos divertiremos mucho!

Nathan pasó un brazo por la cintura de Sasha y lo acercó a su cuerpo para besar su cabeza. Sabía lo que estaba pensando, se sentía tan orgulloso como él de saber que ese bebé tan adorable era de ellos y de nadie más. Era el niño más hermoso del mundo.

—Todo está en la pañalera. —Comentó Nathan cuando regresaron a la sala—. Pero cualquier cosa no duden en enviar un mensaje.

—O mejor llamen. —Solicitó Sasha tomando el portabebés del suelo—. ¿Se llevarán el cochecito también?

—Sí, y un trajecito de baño porque iremos al parque acuático. —Susurró Claire.

—¿Qué? ¿A dónde? —preguntaron los dos casi al mismo tiempo. Estaban a mediados de diciembre, ir al parque acuático en esas fechas era una locura, sobre todo para un bebé tan pequeño.

—Está bromeando. —Tranquilizó Johanna.

—¡Pero pronto! —Amenazó—. Y él será un campeón en natación como su bella tía Claire.

—Claire quiere pasear a Nikolai por el centro comercial.

—¡Iremos de compras! —Dijo la pelirroja todavía concentrada en el bebé—. Nikolai elegirá su pastel para la fiesta de mañana porque ya casi cumple cuatro meses.

—Tendremos cuidado. —Prometió Johanna con una sonrisa tenue.

—Manténgalo muy abrigado. —Pidió Sasha tomando a su bebé en brazos para darle un beso. Nathan se acercó para hacer lo mismo y pasó sus dedos por las hebras color naranja de su hijo—. En una hora pedirá su biberón. Hay tres en la pañalera.

—Lleva mantas extras por si el clima se vuelve más frío. —Continuó Nathan—. Y el termómetro.

—Y más ropa por si necesitan abrigarlo más. —Aclaró Sasha mientras dejaba a Nikolai en brazos de Claire. No quería.

—Lo cuidaremos muy bien. —Tranquilizó Johanna—. Ustedes tomen este tiempo de pareja, vean una película, una comida romántica o solo descansen.

—Tengan mucho sexo. —Claire guiñó un ojo de forma burlona—. No lo han hecho desde que este hermoso bebé nació, ¿verdad?

Sasha apretó los labios cuando no supo cómo responderle. A pesar de los años de amistad, todavía lograba sorprenderlo con ese tipo de comentarios, aunque ya no se avergonzaba tanto como al principio. Nathan solo rio levemente con el comentario.

Después de un par de indicaciones y de repetir algunas más, ellas se marcharon y dejaron la casa en silencio. Ellos miraron la puerta, atentos, mientras se abrazaban. El corazón de Sasha no dejaba de latir acelerado.

Nikolai todavía dormía mucho durante el día, pero ahora que balbuceaba y reía con más frecuencia, la casa se sintió vacía tan pronto como salió por la puerta.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Nathan después de un rato.

—No lo sé. Es... raro no tener a Nikolai en casa.

—Es cierto.

Con un suspiro ambos caminaron al sofá y se sentaron uno al lado del otro. Después encontrarían algo qué hacer.

Un regalo sorpresa. [Agosto de mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora