Era fin de semana y disfrutaba mucho esos momentos, no tener que ir a la facultad y quedarse sentado en casa para descansar y comer era el mejor momento de la semana, mucho más ahora que Nikolai estaba tan enorme. Lo mejor era que Nathan no tenía turno en la cafetería los domingos y no tenía que ir al estudio de tatuajes si no era necesario, y ese día no lo fue, así que pudo quedarse en casa con él.
Prepararon algunas botanas, aderezo, jarabe de chocolate y bebidas. No había nada de malo con comer chatarra de vez en cuando, pues mantuvo una dieta saludable la mayoría del tiempo, de vez en cuando, cada dos o tres semanas, comían pizza ya que tuvo que olvidarse del sushi tras quedar de encargo y no era fan de alguna otra comida rápida.
Nathan le entregó un recipiente repleto de palomitas de maíz y tomó asiento a su lado con una enorme bolsa de frituras en sus manos. Junto a él había varios tipos de aderezos para acompañar las frituras.
Sasha se reclinó sobre el respaldo y subió los pies al pequeño taburete que Nathan puso para él. Sus pies se hinchaban mucho cuando permanecía demasiado tiempo sentado y esa era una manera de evitarlo. Suspiró y colocó el tazón sobre su barriga mientras bañaba las palomitas en chocolate.
—Extrañaré esto cuando Nikolai nazca. —Se lamentó con un suspiro. Ese era otro beneficio de estar encinta: tenía una pequeña mesita integrada para facilitar este tipo de situaciones—. Tener una barriga tan enorme no es tan malo.
—Y te ves precioso. —Apoyó robándole una palomita.
—¿No me veía bien antes del embarazo? —preguntó fingiendo un puchero.
Pero Nathan, lejos de perder la compostura o meditar por medio segundo cómo responder, le sonrió de lado y le guiñó un ojo.
—Siempre te ves precioso. —Aseguró besando su mejilla.
Sasha rio. Era un tramposo, siempre sabía qué decir, pero eso significaba que lo conocía muy bien después de estar tanto tiempo juntos, y ese simple sentimiento lo hacía muy feliz.
—Entonces, ¿cuál veremos? —preguntó Nathan mientras tomaba el mando de la televisión.
—Nada de terror. —Respondió Sasha de inmediato—. Si tengo fuertes sobresaltos podría afectar a Nikolai y no queremos eso, ¿verdad?
Nathan soltó una risa sincera.
—En un mes ya no podrás usar esa excusa. —Advirtió mientras buscaba entre las opciones que había en la plataforma de streaming.
—Pero hasta entonces... —Le guiñó un ojo y tomó el jarabe del cojín a su lado.
—¿Ni siquiera un poco de terror? —insistió Nathan—. O algo de suspenso.
Nathan sabía que no le gustaba ese género, era cobarde, siempre lo había sido y no creía poder cambiar ese aspecto de su personalidad, ni siquiera ahora que sería padre. Su novio sabía que si veía algo así tendría pesadillas por varios días, pero eso no lo detenía para proponer ver alguna película que lo dejaría angustiado por casi dos horas.
—Podemos ver algo de acción. —Negó rotundamente, además ese era otro género que a Nathan le gustaba y él también disfrutaba—. ¿Qué tal algo de espías?
—Esa es una buena opción. —Aceptó finalmente.
Apenas la película comenzó, ambos se acercaron mutuamente para acurrucarse. Comentaron un par de escenas entre risas y expresiones de sorpresa, pero tuvieron que pausarla varias veces mientras Sasha se levantaba al baño. Otro inconveniente de un vientre tan grande, la película que tuvo que durar poco menos de dos horas, se prolongó por media hora más.
Hasta que la película terminó finalmente Nathan se levantó para estirar la espalda.
—Debo decir que no le tenía mucha fe. —Confesó Nathan mientras tomaba los recipientes para llevarlos a la cocina.
—Nikolai estuvo muy tranquilo, también disfrutó la película. —Comentó Sasha al frotarse los pies entre sí.
Ya comenzaban a hincharse a pesar de mantenerlos en alto la mayoría del tiempo y era muy incómodo.
—Cuando él tenga libertad de elegir lo que veremos solo serán series infantiles o animadas. —Rio desde la cocina tomando una botella de cerveza.
Bebía solo de vez en cuando y nunca a un grado alarmante, tal vez dos o tres latas cada vez y él era muy tolerante al alcohol, así que realmente no le afectaba.
—A mí me gustan. —Aceptó Sasha con un suspiro.
Hasta que su vientre comenzó a pesar más de cinco kilos, no pensó que algo tan relajante como sentarse a ver la televisión pudiera cansarlo tanto. Y ahora que su peso había aumentado casi catorce kilos, era extenuante hasta caminar desde la habitación hasta el baño.
—A mí también. —Respondió Nathan regresando a la sala, aunque esta vez tomó asiento en el suelo frente al sofá, tomó los pies de Sasha y comenzó a masajearlos con suavidad—. Cuando era niño no tenía mucho tiempo de ver películas para niños... o cualquier película.
Sasha sintió que su corazón se encogía. El pasado de Nathan, sobre todo su adolescencia, fue duro, tuvo que valerse por sí mismo desde muy joven y era algo que afectaba al menor cada vez que se mencionaba. No importaba que ahora tuvieran una vida cómoda, siempre le dolía pensar en ese niño hambriento vagando por las calles.
Y ahora, con sus hormonas alteradas, no pudo evitar soltar en llanto apenas escuchar el comentario.
—Veamos una película animada ahora. —Sollozó tratando de alcanzar el mando—. La que tú quieras.
Nathan rio divertido, se incorporó para sentarse a su lado y besar su frente.
—Pero no llores. —Pidió comprendiendo la razón por la que lo hacía—. Ya pasó. —Susurró al acariciar su espalda para calmarlo. Le regaló un beso en la frente y apoyó su mejilla sobre su cabeza.
—Es que... es triste. —Dijo con un nudo en la garganta y se escondió en su pecho para sollozar.
Era una conversación que habían tenido desde el principio de su relación, cuando solo eran amigos y no tenía caso repetir las mismas palabras ahora, pero no podía parar sus lágrimas. Pronto sintió un leve golpe en el vientre que lo distrajo un poco, se incorporó y acarició la zona.
—¿Nikolai te está consolando? —inquirió Nathan animado mientras acariciaba el mismo lugar.
—Creo que sí. —Sonrió enternecido.
—¿Lo ves? No quiere escucharte llorar.
Sasha sonrió para mirar a su novio y asintió.
—Ojalá pudiera darle un abrazo. —Pidió con un nudo en la garganta.
—Pero no te apresures, bebé. —Continuó Nathan—. Quedan cuatro semanas, todavía no es tiempo.
Claro que sí. Podían ser pacientes, ya habían esperado por largos siete meses desde que se enteraron, podían esperar uno más. Pero no significaba que fuera sencillo.
Ansiaba la llegaba de su bebé. Sería un buen padre para él, el mejor que pudiera ser, no permitiría que la triste infancia de Nathan se repitiera con él.
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Un regalo sorpresa. [Agosto de mpreg]
Любовные романыComenzaban a adaptarse a una nueva etapa de sus vidas cuando se enteró de que tenían que cambiar de nuevo sus planes y prepararse para la llegada de un inesperado regalo de cumpleaños. Esta historia nace del evento "Agosto MPREG" creado por @ilitiaf...