20.- Percepciones

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Harry y Severus fueron conducidos al almacén, justo al fondo y detrás de un gran tanque. Daniel les gritó que esperaran mientras el otro mago abría una escotilla de acceso en el piso y subía a una escalera en el interior.

– Adentro – Daniel les espetó, y Harry abrió el camino hacia la oscuridad de abajo. El hombre del fondo los estaba esperando con su varita ahora desenvainada, y una vez que Severus y Daniel se unieron a ellos, fueron conducidos a través de un pasillo oscuro y húmedo. Harry podía sentir su adrenalina correr a través de él, y estaba tratando desesperadamente de no imaginar lo que les esperaba. Solo podía esperar que Dumbledore y Kingsley también pudieran seguir el rastro mágico, de lo contrario, estarían solos. Llegaron a una puerta, que claramente estaba sellada por magia, aunque se abrió una vez que estuvieron cerca, obviamente reconociendo a Daniel y la firma mágica del otro mago. La puerta se abría a una cámara, que era escasa excepto por algunas jaulas grandes que cubrían las paredes. Harry vio dos cuerpos acostados en una jaula, y su estómago dio un vuelco. Si eran Karen y Dennis, solo podía esperar que estuvieran noqueados en lugar de muertos. Daniel les señaló una de las jaulas al otro lado del pasillo, y cuando estuvieron adentro, la selló con magia. Los otros dos magos comenzaron a conversar y Harry se giró hacia Severus, agarrando su mano para consolarlo.

Severus le sonrió tranquilizadoramente.

– Será mejor si los mantienes ocupados – Susurró rápidamente. – Trataré de inspeccionar lo que está pasando y buscaré un método de escape –

Harry asintió y, a pesar del temor abrumador que sentía, saber que Severus estaba a su lado le dio algo de esperanza.

– Siempre el espía – Susurró, sonriendo. Antes de que pudieran decir más, el otro mago se fue, saliendo por una puerta que Harry no había notado previamente y Daniel se giró hacia ellos, mirando a Harry con puro odio sin adulterar.

– ¿Vas a dejar tu glamour ahora, o nos vas a obligar a hacer una poción? – Les preguntó con frialdad.

– ¿Qué piensas? – Respondió Harry, proyectando mucha más confianza de la que sentía.

Daniel sonrió.

– Me alegro de que hayas dicho eso – Comenzó sombríamente. – Porque ahora que estás aquí y tenemos tiempo para matar, voy a divertirme rompiéndote –

– ¿Por qué me odias tanto? – Harry le preguntó, cruzando los brazos. Daniel lo miró fijamente, con una mirada de disgusto y algo más que Harry no pudo nombrar, en su rostro. – No puede ser solo porque somos magos. Algo más está pasando, no has dejado de mirarme con odio desde que llegamos aquí –

– Simplemente no me gustan los que piensan que son mejores que los demás – Escupió.

Harry lo miró confundido.

– ¿Cuándo dije que era mejor que tú? Apenas te conozco –

– Actúas todo alto y poderoso por lo que eres, y es repugnante – Ladró. La adrenalina de Harry se disparó de repente en ese momento, ¿sabía quién era? ¿Se refería al chico entero que vivía la idiotez? Harry lo observó por un momento, dándose cuenta de que si realmente supieran quién era él, no estarían esperando un hechizo de desnudez, ya lo habrían matado o llevado ante Voldemort. Lo único que se le ocurrió fue que se refería a su línea de sangre. Harry lo miró, comprendiendo de repente que Daniel estaba celoso de su herencia. Estaba a punto de decir algo cuando Liam entró en la habitación y Harry se pateó a sí mismo, debería haberse dado cuenta de que los dos habrían estado trabajando juntos. Miró a Severus, que permanecía discreto, inspeccionando la escena y extrayendo información.

– Ven – Ladró Daniel, y Liam caminó hacia él, cayendo de rodillas y mirando al otro hombre con una combinación de miedo y asombro.

– Maestro – Susurró en voz baja. – Uno de los otros magos dijo que necesita que vengas –

Podría ser muy divertido o un gran desastreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora