Capítulo 5: El jefe

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Llego hasta la calle y me subo en una estatua, miro a los alrededores buscando al causante de mi desgracia. Cuando por fin logro divisarlo y sus ojos se conectan con los míos inmediatamente se percata de mi identidad.

— Tú... —gesticula y yo corro lejos de casa de la humana, seguido por él quien intenta alcanzarme entre la muchedumbre.

Sigo corriendo y esquivando cualquier obstáculo mientras a él se le dificulta la persecución gracias a los sacos de carne. Por un momento tropiezo y casi me da alcance de no ser por mis reflejos.

Estuve corriendo unos quince minutos que parecieron eternos. Subí sobre una estatua nuevamente pero no lo vi. Suspiré más tranquilo y regresé a casa.

Allí se hallaba la desastrosa. Hoy era sábado y lo aprovechaba para vaguear. Yo no me quejaba, lo cierto es que se la pasaba acariciando mi pelaje y eso se sentía extremadamente bien.

Era mi día de mimos.

No sé si es por tener este cuerpo, pero sin duda me agradaba la atención que tenía hacia mi persona. Hace mucho no había tenido a alguien que se preocupara por mí desinteresadamente.

Camino hasta el sofá y me detengo frente a sus piernas.

— Desastrosa, mis caricias —Me quejo y sus ojos viajan a mi pequeña figura.

— Hola Samy, ¿ya volviste?

— No, ando por la esquina —menciono y sus manos me rodean, me levanta del suelo y colocándome en sus piernas comienza con mi sesión terapéutica, no puedo evitar ronronear.

El día pasa tranquilo y al caer la noche ceno en mi plato mientras la humana mira alguna película en su televisión cuando el timbre se hace presencia.

« Que extraño. » Pienso.

Normalmente a estas horas no viene nadie. Dejo mi manjar y subo sobre la repisa de libros que queda cerca de la puerta, esperando a que la pelirroja abra.

Al hacerlo no puedo evitar que cada célula de mi gatuno cuerpo se ponga en alerta máxima.

Un hombre trajeado está al otro lado, es alto y rubio, sus ojos son de un volor avellanado, y me da muy mala espina.

— Allison, se te ha quedado esto en el trabajo —Le ofrece una carpeta y ella se sorprende.

— No debía molestarse Señor Weiser —aclara.

— No hay problema —Le sonríe y sujeta una de sus manos.

Siento mi pelaje elevarse y encorvo mi espalda ante aquella criatura.

« Si no aleja sus asquerosas manos de mi desastrosa a la cuenta de tres le desfiguraré el rostro a arañazos »

— Amm, muchas gracias —Ella le sonríe algo nerviosa.

« Uno... »

— Me gustaría invitarte a...

« Tres. »

Salto sobre aquel hombre y comienzo a repartir zarpazos de derecha a izquierda como si no hubiese un mañana.

— No... —zarpazo—, toques —zarpazo—, a mi humana.

— ¡Samy!

Las manos de Allison sujeta mi torso y entonces muerdo la nariz de la criatura causando un alarido de su parte mientras mis garras se clavan en su longeva piel.

Logra quitarme de sobre mi víctima.

— Lo siento mucho señor Weiser, en serio, perdón —trata de tocarlo pero el retrocede mientras tapa su rostro donde ya no debían haber heridas.

Ángel de alas oscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora