— Eres mía, Desastrosa, solo mía —aseguro y mis manos sueltan sus muñecas, ahuecando su rostro.
Su piel se siente caliente contra mis manos frías.
— A mí me encanta tu estatura —admito con la misma cercanía y puedo notar como su respiración se agita—. Me gusta tu suave piel —Mis dedos rozan la piel de su cuello y su cuerpo se estremece—, me vuelve loco tu cabello rebelde —sujeto en un puño este y la hago alzar su cabeza con un jadeo de sorpresa y placer.
Ahueco mi rostro en su cuello, su aroma ligado con mi escencia nubla por completo mi mente.
Soy un pecador de primera.
Me prometí no volver a sentir esto por una humana, que no volvería al mundo de las creaciones de Padre, y ahora estoy volviéndome loco por una.
— Semyazza —Mi nombre sale de sus suculentos labios.
Sujeto sus caderas y la elevo sobre la meseta donde descansan los embaces de champú y otros, hago que todos estos caigan al suelo mientras me acomodo entre sus piernas y beso su cuello.
— Eres una adicción —susurro contra su piel y su cuerpo se estremece.
Adoro cada reacción que tiene ante mis toques Me separo de ella, con mi cuerpo temblando por el deseo que lo recorre. Sé que mis ojos ahora son rojos, pero es difícil mantener mi forma humana en estos momentos.
— Lo siento, pero si sigo no voy a poder detenerme —Sé lo que pasó la última vez, no quiero forzarla a nada.
¿Debería incumplir nuevamente la regla de padre? ¿Debería volver a dejame llevar por el pecado?
Todas mis dudas se esfuman cuando sus labios impactan los míos, succionando el inferior, siento un energía recorrer mi cuerpo mientras la apriciono más sujetando sus caderas y eliminando el espacio entre ambos.
— No te detengas —pide, y no espero más para cumplir esa orden.
Mi lengua se interna en su boca a la fuerza, escucho como un jadeo es opacado por mis labios mientras exploro su cavidad. Su lengua juguetea con la mía en un baile erótico.
Me separo solo un poco para poder quitar su camisa, notando la falta del sujetador, dejando expuestos sus senos para mí.
Esos senos que estaba loco por probar.
Bajo hasta sus pezones, atrapándo uno de ellos con mi boca, mordisqueándolo y succionándolo a mi antojo mientras retuerzo y pellizco el otro, no dejándolo sin atención.
Su espalda se arquea, buscando más, mientras pequeños gemidos salen de sus labios entreabiertos. Subo mis besos a su cuello, apretando ambos senos que caben perfectamente entre mis manos.
— Semyazza —escucho mi nombre con su respiración cortada cuando juego con el elástico de sus bragas, haciendo que azote su sensible piel.
Una sonrisa escapa de mis labios mientras succiono la piel de su cuello.
— Eso, pídemelo, dime que quieres de mí —susurro con mi voz demasiado ronca a su oído, haciendo que su cuerpo vuelva a estremecerse.
— Yo... —Sus palabras se cortan cuando mi mano desciende bajo su short y bragas, noto lo húmeda que está para mí y gruño queriendo arrancarle toda esa estúpida tela que la cubre.
— ¿Quieres que te folle? ¿Sentir lo duro que estoy dentro de ti? —Sujeto sus piernas, tirando de ella, haciendo que su cuerpo llegue al borde y muevo mis caderas contra su intimidad, un gemido sale de sus labios al notar la presión de mi erección en su zona íntima—. ¿Haciéndote mía una y otra vez? —vuelvo a fingir una embestida y logro mi cometido.
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Ángel de alas oscuras
FantasíaSemyazza, líder de los ángeles caídos, ha sido involucrado en una trampa. Obligado a mantener su forma animal deambula por las calles de California luego de haberse prometido no volver a pisar aquel mundo. Una humana pelirroja le salva el pellejo...