CARAMELO MACCHIATO

66 4 0
                                    

Tuve que estirarme para abrir el retrovisor del coche de Guille. No podía entender cómo era capaz de tener un precioso descapotable rojo y no tener los retrovisores automatizados, bueno ni nada automatizado. Estaba demasiado acostumbrado a mi coche, le daba a dos botones y ya se ponía todo apunto para acelerar y salir. Aunque bueno teniendo en cuenta que el coche de Guille tenía casi nuestra edad, o mejor dicho un poco mas, mucho le pedíamos con qué arrancara y nos llevará a algún sitio. Eso sí lo tenía impoluto, asientos de cuero, sin rayones, pintura brillante y todo. Guille era demasiado meticuloso con su coche. Solo a mí me dejaba subir pero en el fondo sabía perfectamente que preferiría no tener que hacerlo.

Tuve que bajar el volumen de la radio. Aunque la canción que estaba sonando me encantaba, tenía que molestar a Guille con un cotilleo del cual me acababa de enterar.

–No sabía que iba Marcos a la fiesta...–resalte su nombre para dejar claras mis intenciones.

–Ya. –me dijo otra vez con su tono serio el cual de nuevo me volvió a sorprender.

Él nunca se ponía serio.

–La cosa es que también va Sara.

–Y de corazón te digo que no se quien me pone mas.

*Ossssstia*

A veces no entendía a este chico de verdad. Estaba claramente enamorado de Marcos. Obviamente no le gustaba Sara, lo había demostrado más de una vez y aun así trataba de engañarse así mismo una y otra vez con falsas dudas.

–¿Y un trío? –no pude evitarlo, se me escapó.

Me miró y de corazón pensé que me arreaba un puñetazo.

–Carlo.

–Guille.

Repetimos seriamente nuestros nombres a la vez. Hubo un pequeño momento de silencio hasta que Guille volvió a pronunciarse.

–Que la noche decida. –dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Este niño es bipolar no me cabe duda.

Guille empezó a reírse de repente, me miró y no me hizo falta nada más para saber que algo  escondía.

–¿A que no sabes quién viene también a la fiesta?.–enarcó las cejas mientras su sonrisa pasaba rápidamente de la alegría a la picardía.

Mire hacia al cielo esperando lo peor.

–¿Quién?.

–¡¡Maria!! –exclamó entusiasmado.

Fingí no saber quién era Maria pero no podía negar que me había alegrado al instante al acordarme de lo guapa que era y de lo bien que le quedaba ese vestido.

Se me tenso todo el cuerpo al instante.

¡¡Carlo por favor!!

–¿Quién es Maria?.–pregunté mientras ponía en práctica mis dotes de interpretación, las cuales obviamente no poseía cuando estaba Guille delante.

–Maria la del baño. Maria séptimo piso puerta B.

Reí al instante, que payaso era.

–¿Y la has invitado a mi fiesta?. –dije mientras hacía el gesto de las comillas con los dedos.

–Si aunque fue muy raro todo me cayó super bien además parece que tú también le caiste bien. –dijo resaltando la última palabra mientras me guiñaba el ojo.

No pude evitar sonar ilusionado.

–¿Tú crees?

Guille me sonrió mientras encendía el coche. Aceleró y salimos del parking.

Distintas CasualidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora