SE FUERTE

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–Maria,– aguante la respiración suavemente–, ¿porque te fuiste? –no pude evitar preguntar mientras la cabeza de Maria permanecía plácidamente recostada sobre mi pecho.

–Carlo yo... –comenzó a decir ella nerviosa.

–No pasa nada de verdad solo quiero saber porque, solo quiero saber qué hice mal. Yo solo no quiero que te vayas otra vez.

–No hiciste nada malo Carlo. –dijo ella sujetándome la cara con las dos manos.– Fuiste maravilloso no lo dudes nunca. Fui yo, me asuste, pensé que sería más fácil olvidarme de ti, pensé que si me alejaba lo antes posible sería todo más fácil, pensé que dolería menos.

–Pero me equivocaba, no es que no pudiera olvidarme de ti Carlo, es que no quería.

Se inclinó y me dio un beso suave en los labios. Por un momento sentí que se me paraba el corazón, creo que ella no era ni la mitad de conciente de lo que era capaz de hacerme sentir con un simple beso.

–Maria yo...

Justo sonó el timbre y de corazón sentí qué quería matar a cualquiera que se hubiera atrevido a interrumpir ese momento con ella.

–Ve abrir anda. –dijo ella sonriendo de oreja a oreja.

No podía decirle que no.

Me levanté, me puse mi ropa interior y mientras volvía a mirarla camine de espaldas hasta que no me quedó más remedio que girarme y caminar hasta la puerta principal.

Iba a matar a alguien.

Abrí la puerta y no me sorprendió para nada quién era.

–Carlo!! –Exclamó Guille contentísimo.

–Guille. –dije nervioso, intentando disimular lo que estaba pasando.

Guille me aparto y entró como si de su propia casa se tratara, bueno en parte lo era.

–¡¡Aaaaaaa!!, ¡¡Jodeeeeeeer!!

–¿Cómo es que no estás saltando de alegría Carlo? –dijo Guille incluso más entusiasmado que antes.

–Perdoname :(( es un temazo Carlo jo. Lloré la primera vez que lo escuché.

Se paró totalmente dejando de hablar y centró sus ojos en mí. Su mirada me atravesó incrementando la velocidad de mis latidos.

–¿Por qué no me la habías enseñado Carlo? –dijo en un hilo de voz demasiado triste como para escucharlo.

No puede evitarlo y lo abrazo muy fuerte, aun después de todo lo bueno que estaba pasando, lo necesitaba más que nunca. Saber que él había estado ahí apoyándome, intentando animarme y sobre todo cuidándome, a su manera sí, pero cuidándome era lo único que había hecho que saliera adelante.

–¿Habla sobre ella verdad? – me preguntó Guille aun sobre mis brazos con un tono bastante precavido, sabía que era un tema delicado para mí.

Bueno, ya no lo era pero él no lo sabía.

–Hola Guille –dijo Maria que acababa de salir de la cama y estaba apoyada en el marco de la puerta de mi cuarto, cubierta solo por las sabanas.

*Joder vaya vistas...*

–No me jodas –dijo Guille casi al instante en que la vio.

–Guille. –dije más tenso de lo que pretendía, me daba miedo como pudiera reaccionar.

–Carlo dime por favor que no.

–Yo... –intentó decir Maria.

–Carlo te lo pido favor dime que no....–dijo Guille esta vez subido de tono.

Distintas CasualidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora