EL HOMBRO

25 1 0
                                    

Por fin llegamos a nuestro destino, aparqué justo enfrente del acantilado. Había que bajar por unas escaleras que estaban, un poco demasiado escondidas, detrás de unos arbustos para poder bajar a la playa.

*Se va a pensar que la vas a secuestrar o algo asi, buen trabajo chaval*

Tú cállate.

Nos bajamos los dos a la vez del coche. Fue abrir la puerta y sentí la fría brisa de aire, parecía más bien cómo copos de nieve suspendidos en el aire esperando alguna cara en la que asentarse y poder congelarla.

–¿Y bueno qué tal el viaje?, ¿Qué nota me pones como conductor? –dije mientras me estiraba, intentaba ahogar mis pensamientos y ya de paso mi conciencia.

–Bueno hemos llegado vivos, ¿no? Te pondré un aprobado, raspadito eh....–bromeó mientras fingía un mareo por el viaje.

¿Por qué estaba tan mona si estaba burlándose de mí?

–Muy graciosa. JA JA JA. Puedes volver en bus si quieres eh, ningún problema por mi parte. Creo que la parada más cercana está no sé a unos 20 minutos caminando por ahí –dije señalando hacia básicamente ninguna parte en un intento por molestarla.

*Mhm bromas y todo... Qué confianzas veo yo ya por aquí...*

Ella se cruzó de brazos y estiró los labios haciendo una mueca.

Joder, ¿cómo puede estar aun más mona que antes?

Negué con la cabeza mientras ella se quedaba embobada mirando las vistas. Era un paisaje precioso. Las nubes estaban aún coloradas de un tono morado, con rasgos anaranjados del amanecer. Se podía observar todo el vasto mar, las olas chocando en la parte baja del acantilado y una montaña totalmente verde justo en lado derecho.

Mallorca era realmente magnífica.

Abrí el maletero y me dispuse a sacar todo lo necesario para poder ir bajando. Si seguía despistándome con lo guapa que era y lo bien que le quedaban los pantalones que llevaba, benditos pantalones, no cogería ninguna ola.

–Jamás pensé que vería nunca algo tan bonito.–dijo ella perpleja por culpa del paisaje.

–Y eso que aun lo has visto todo.–sonreí bajando las dos tablas.

*Como yo por ejemplo*

Como estamos hoy eh.

Teníamos todo listo, nos habíamos puesto los neoprenos y todo. Por desgracia me tuve que girar mientras ella se lo colocaba.

*Una verdadera lástima no haber podido disfrutar de mi propio paisaje*

Ella sostenía su tabla con el brazo derecho así que sin pensarlo dos veces decidí cogerla de la mano que aún le quedaba libre y arrastrarla hasta los arbustos.

–¿No irás a secuestrarme verdad Carlo? –bromeó ella un tanto insegura.

–¿Confías en mí?

–Si.–no dudó en responder.

Sonreí y bajamos.

**

Estábamos básicamente flotando en el agua, sin ninguna intención, estábamos simplemente a la deriva. Llevábamos más de dos horas hablando sin parar, había descubierto muchas cosas sobre ella. Qué le gustaba hacer en sus tiempos libres, sus gustos musicales, sus sueños y sus diferentes aspiraciones. Le encantaba el rock, Nirvana, Queen, también la música española de los 2000 y no olvidar la música actual. Sus gustos musicales eran todo un rompecabezas y yo estaba dispuesto a encajar todas y cada una de sus piezas. También descubrí lo que no le gustaba, que le provocaba miedo o incluso ansiedad. Como la gran parte de nosotros odiaba las mentiras, la crueldad y la injusticia pero lo que más me sorprendió no fueron sus odios sino sus miedos. Lo que más miedo le daba era el tiempo, no le daba miedo lo que el tiempo te podía llegar a dar, lo que te podía llegar a otorgar y los sueños que te podía llegar a cumplir, lo que realmente le daba miedo era todo lo que te podía llegar a arrebatar.

Distintas CasualidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora