EL DIA DESPUÉS

23 2 0
                                    


Abrí lentamente los ojos y la luz del sol me cegó casi al instante. La barriga me ardía, tenía un sabor metálico extraño en la boca y aun seguía bastante mareado. Puta resaca. No acababa de saber dónde estaba, era obviamente mi cuarto, pero algo estaba mal. Un momento. ¿Y mi ropa? Levante rápidamente la manta que me tapaba y descubrí que no tenía ni una sola prenda de ropa, estaba completamente desnudo. ¿Qué mierda había pasado anoche? Me giré y cuando la vi lo entendí todo. Mil flashes me vinieron a la mente. No paraba de beber intentando olvidar lo sucedido en la terraza, Guille no estaba y solo recuerdo a Dani intentando controlarme, por desgracia no pudo.

Sara estaba a mi lado, dormía plácidamente, tumbada también sin ropa. Yo me quedé tumbado, no podía moverme, no podía creer lo que acababa de hacer. Solo pude quedarme ahí mirando fijamente al techo como siempre esperando alguna respuesta.

–Buenos días. –me dijo Sara de repente super contenta e ilusionada.

No fui capaz de responder nada.

–Carlo... Lo de anoche fue...

– Lleva tanto tiempo deseando esto..., no sabia si tú también sentías lo mismo por mí.

Joder...

No podía tan siquiera concentrarme en escucharla, en mi mente solo había espacio para una momento, mejor dicho una simple escena. Maria enfrente de mí empujándome y separándome de ella.

Me incorporé y me quedé sentado en un mero intento de aumentar la distancia entre los dos pero ella se inclinó al instante intentando abrazarme.

–¿Esto significa que tú y yo?

– Se que a lo mejor voy un poco rápido...

Hubo una breve pausa, el silencio invadió la habitación.

Conseguí volver a controlar mi cuerpo. Me giré hacia ella y con una simple mirada lo entendió todo. Pude ver cómo su corazón se rompía. Su cara pasaba de una alegría pura a un dolor casi tan grande como el que había sufrido yo la noche anterior.

– Eres un.. no me lo puedo creer Carlo...–se le rompió la voz y las lágrimas inundaron sus ojos.

–Soy una mierda lo sé. –dije mientras una lágrima me recorría la mejilla.

Sara se levantó, me abofeteó la cara y se fue dando un portazo.

La cara y el corazón me ardían de dolor, me recosté de nuevo en la cama y desee profundamente cerrar los ojos y no volver a abrirlos.

**

Después de un rato mirando el techo decidí que no podía seguir allí, necesitaba recibir aire fresco de inmediato. Me coloque unos calzoncillos mientras me pongo de pie. Me acerqué a la puerta de mi cuarto y la abrí deseando encontrarme una sala de estar completamente vacía. No podía hablar con nadie en ese momento. Abrí la puerta y agradecí que la única persona que hubiera fuera Guille, que estaba también completamente desnudo, tumbado boca abajo en mi sofá. Me acerque lentamente a él, apestaba a alcohol.

– Guille.

–Buenos días.

–Buenos días. –gruño el muy resacoso y aun dormido

–¿Sabes qué pasó anoche?

–¿Qué? –no sabía ni quién era el mismo.

–Nada déjalo, me voy a por algo para desayunar, nos vemos luego Guille.

Le di un beso en la cabeza y me gire hacia la puerta. Encontré el resto de mi ropa tirada en una silla que estaba al lado de la puerta de mi cuarto, necesitaba saber qué había pasado la noche anterior.

Distintas CasualidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora