Capítulo 3

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Estar en casa después de tantos días fuera, sabe a gloria. Tener un pequeño receso entre las carreras de Catar y Portimao es un alivio, considerando la cantidad de horas de diferencia entre un lugar y otro.

Esta mañana he salido a trotar con Marc mientras paseamos a los perros. Ambos nos movemos a un ritmo constante, avanzando sin prisas por los alrededores del pueblo, tomando los caminos que nos llevan por todo el campo alrededor.

Hacer deporte con mi hermano nos ayuda a ambos a mantenernos al corriente de todo, aprovechando que ya podemos entrenar juntos y que Marc espera poder volver al mundial en la siguiente carrera, en Portugal.

- ¿Has hablado con Sofi lo de Portimao? - le veo negar con la cabeza y respondo con una mueca.

- Tenía cosas que hacer en el trabajo, y sé que pedirle que vaya, implica que se exponga a los medios. No quiero que se vea expuesta a eso.

- Ya, pueden ser una mierda.

Ese era un punto que no había hablado con mi cuñada, quien me había comentado su intención de sorprender a Marc acompañándonos en el circuito de Algarve. Nota mental, hablar con Sofi del tema. Conociéndola no creo que no haya reparado ya en ello, pero no está de más ponerla de sobre aviso.

Seguimos trotando de vuelta en nuestro circuito por las calles de Cervera, cuando veo una cabellera rubia a lo lejos y algo me impide despegar la mirada de la dueña de dicho cabello, mujer que conozco demasiado bien. Todo iría normal, pero una sensación incomoda se instala en mi estómago cuando veo como se acerca a abrazar a un chico rubio que se va bajando de una camioneta. ¿Qué mierda?

- Esa no es...

No dejo que Marc termine porque algo en mi interior me hace apurar el paso para llegar junto a la parejita. Me quedo mirando despectivamente a ambos rubios y Kayla parece sentir mi mirada porque voltea a verme.

- Alex.

- Vaya Kayla, tú sí que juegas rápido - largo una mirada analizadora al rubio que aún tiene sus manos en su cintura. Quita tus manos de ahí.

- ¿Qué diablos...

La hermana de mi mejor amiga no alcanza a decir más, cuando Marc llega junto a nosotros y solo me doy cuenta porque ella se calla para acariciar a mis perros, los cuales muy traicioneramente se le acercan y le hacen fiesta.

La parejita se separa solo para agacharse a acariciar a Stich y Shira, quienes se dejan querer y no están ni cerca de gruñir. Traidores. Quien suelta un gruñido soy yo y recibo un codazo de parte de mi hermano y la mirada fastidiada de la chica.

- Tus perros son más simpáticos que tú - abro la boca ofendido, dispuesto a responderle, pero Marc vuelve a golpearme. Lo miro fastidiado y este se hace el desentendido, saludando amable a la rubia, quien lo saluda con un abrazo efusivo - ¡Marc, que gusto verte mejor! - Gruño de nuevo y ambos voltean a verme, él con una sonrisa conocedora y llena de diversión, y ella con una expresión de fastidio y una mirada que bien podría tenerme a 3 metros bajo tierra.

El rubio del cual aún ignoro el nombre, sigue jugando con los perritos y decido ponerles la correa a ambos, alejándolos de sus manos. Si, me estoy comportando como un crío, pero es mi problema. El sujeto me mira con curiosidad, pero sin intenciones aparentes de temerme, lo cual me fastidia aún más, acrecentando la sensación ácida en la boca de mi estómago.

Vuelvo la atención a la conversación entre mi hermano y la rubia, quienes siempre se han llevado de maravilla. Me acerco a ambos con las correas en la mano y Kayla vuelve a mirarme con los ojos entrecerrados.

- Bueno Marc, ha sido un gusto verte, como siempre - se despiden con dos besos y luego me mira a mi - Alex - da un asentimiento en mi dirección, pero no me da tiempo a hablar pues se sube rápidamente a la camioneta, donde el sujeto sin nombre ya se ha subido como piloto.

- Podrías haber intentado entablar conversación con ella hermano, tu comportamiento ha sido...

- Cállate, no quiero oírlo - comienzo a trotar camino a casa evitando la reprimenda de mi hermano, pero este no tarda en alcanzarme.

- Puedes hacerme callar todo lo que quieras Alex, pero tú sabes que esos han sido celos.

- No me toques los cojones Marc, ya te he dicho que te calles - sueno más borde de lo que pretendía y soy consciente de que quizás me he pasado, pero lejos de causarle temor, observo la diversión en su rostro. Genial.

~ ~ ~ * ~ ~ ~

Un par de horas en el gimnasio, una ducha y una siesta después, se me ha pasado el mosqueo y mi temperamento ha vuelto a la normalidad. Marc se ha echado en el sofá a comer una manzana mientras ve televisión, asique decido que es buen momento de lanzarme en el otro sofá y hablar de lo que ha pasado.

- ¿Sofi viene esta noche? - mi hermano voltea a verme con un pedazo de fruta atravesado en su boca y me río de lo ridículo que se ve, no entiendo como mi cuñada lo aguanta si come todo el día.

Volviendo a mi pregunta anterior, Marc asiente repetidamente, porque el muy bruto ha tragado mal y se ha comenzado a atragantar con la manzana. Le doy golpecitos en la espalda hasta que por fin logra escupir el pedazo que no le dejaba respirar, volviendo a su estado natural y no puedo evitar reírme junto a él.

- ¿Ya se te ha pasado el enfado ridículo ese que has cogido? - por un momento pienso la posibilidad de que mejor se hubiese atragantado, pero recuerdo que lo quiero y que el bruto he sido yo, no él.

- No sé qué me ha pasado, he sido un crío.

Asiente mientras se cruza de brazos y toma el mando de la televisión para pausar lo que sea que esté viendo.

- Bicho, todos sabemos que eso han sido celos. ¿Qué te cuesta admitirlo?

- No siento celos de Kayla.

- Claro y yo mañana me hago monje - tira la pelota de Shira contra mí, haciendo que la perra salte de su regazo directa a donde me encuentro - No te la has tirado por nada.

Me quedo sin excusas, pues ha dado en el clavo, pero me niego a admitir que esté sintiendo algo más que calentura.

- Ha sido la calentura de la fiesta.

- Mira hermano, si quieres engañarte, bien puedes hacerlo, pero que sepas que no nos engañas al resto - se levanta con el plato con el corazón de la manzana y me mira una última vez - y por si te interesa, el rubio es solo su amigo... de momento.

No sé cómo tomarme ese último comentario, aunque es verdad que una sensación de alivio me llena el cuerpo.

¿Qué diablos me está pasando con Kayla?








* ~

Déjame quererte - Álex MárquezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora