Capítulo 8

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Camino hacia la salida de la tienda cuando veo a mi hermana volver apresurada, empujándome de vuelta hacia el interior.

— Joder, Thai, ¿Qué diablos te pasa?

— ¿A mí? Nada – comienza a hablar apresurada y sé que me miente, por lo que me cruzo de brazos – es solo que he olvidado que necesitamos más huevos para la mezcla del bizcocho.

La observo con obviedad y levanto la caja donde precisamente llevo los huevos que, se supone, nos hacen falta. Camino hacia la salida con la pelirosa casi pisando mis talones.

— Thalía ¿Se puede saber qué es lo que tratas...

Mi voz se pierde cuando, al girar para verla, no alcanzo a dar la media vuelta y veo a lo lejos a Alex mirándonos con cara de culpa y a una rubia subiéndose a una camioneta.

El frío en mi pecho se expande por el resto del cuerpo y me alejo en dirección contraria. Con los pasos apresurados de mi hermana tras de mí.

Escucho como Alex grita nuestros nombres, pero basta con sumar dos y dos para saber el contexto. No necesito esto y gracias a Dios no lo he pillado in fraganti, como seguro le pasó a Thalia.

— Kay, cariño, ¿Podrías ir más lento, por favor?

— Necesitamos llegar pronto a casa y no quiero toparme con ese idiota. Entiendo que es tu mejor amigo Thai, pero no quiero verlo en este momento.

Apresuro el paso hasta llegar a nuestra casa y me adentro en la cocina, dejando las bolsas de la compra en la encimera. La pelirosa ingresa un par de minutos después y me observa en silencio, tanto que comienzo a ponerme de los nervios.

— ¿Podrías soltar ya lo que sea que quieres decir?

— Kay, ¿cuándo piensan hablar de lo que pasó?

Niego con la cabeza energéticamente, tragando saliva antes de hablar.

— No pasó nada, Thai. Fue una falsa alarma y era lo mejor. – suelto una carcajada vacía que no pasa desapercibida para mi hermana – ¿Te imaginas lo ridículo? Alex y yo...

El silencio de Thalía hace que todo pierda la gracia, aunque para ser honestos, esto nunca fue divertido.

— Cariño, seré honesta... en todo el tiempo que llevo siendo mejor amiga de Alex, siempre he creído que ustedes dos encajan a la perfección. Tan solo lo camuflan en esa estúpida forma de interactuar que tienen. Y después del susto que han tenido, no ha hecho más que confirmarse.

— No digas bobadas Thai, no es gracioso.

— Es que no me estoy riendo, Kayla, estoy hablando muy enserio. Y sé que en el fondo tú también lo sabes. ¿Me equivoco?

Un nudo en mi garganta me hace carraspear y respiro profundo intentando buscar la forma de negar las palabras de mi hermana. Aunque yo misma recuerdo haberle gritado a Alex que me gustaba en nuestra última discusión cara a cara.

— No es...

— Oh no, ni si quiera intentes negármelo. Los tengo muy vistos a ambos. Solo espero que ustedes sean lo suficientemente inteligentes como para notarlo y hacérselo saber al otro – se acerca a mí y posa su mano en mi hombro – además, recuerda que tú ya diste ese paso cuando le confesaste lo que sientes por él.

Las lágrimas caen silenciosas por mis mejillas y no soy capaz de negar lo evidente. Maldita sea, ¿Por qué sigo tan sensible?

~ ~ ~ * ~ ~ ~

Thalía saca de la heladera el pastel que he hecho durante la tarde, para llevarlo donde Miguel, pues están de aniversario y pasará la noche en su casa. Agradezco la sutileza de mi hermana de no querer celebrar hoy en casa, pues no me apetece nada salir y tampoco es que me encante la idea de escuchar a mi hermana teniendo sexo desenfrenado con el novio.

Déjame quererte - Álex MárquezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora