Capítulo 9

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Si en algún momento, hace un par de meses, me hubiesen dicho que estaría fuera de la habitación de un hospital, con Kayla dormida tras la puerta, enterándome de la noticia de que seríamos padres, probablemente me hubiese reído en la cara de quién sea que hubiese tenido delante.

Pero esto no es hace un par de meses, esto es el presente y estoy jodidamente asustado. Y pensar que en Portimao celebré la ausencia de bebé... una ausencia que en realidad no era tal.

Miro a mi mejor amiga quien cruza la puerta junto a Miguel, ambos saliendo del lugar donde la rubia duerme.

— ¿Cómo está? – intento hacer de cuentas que no he escuchado nada tras la puerta, pero es en vano.

— Has oído todo, ¿Verdad? – basta con que me dé una mirada para saber la verdad, aunque tampoco es como que intente ocultarlo mucho más.

Me vuelvo a sentar en la silla, derrotado. Apoyo mi cabeza en la pared tras de mí y percibo el movimiento de mis amigos a ambos lados.

Unas palmaditas en el hombro de parte de Miguel, y Thalía tomando mi mano como queriendo darme fuerzas es lo siguiente que percibo. Dejo de mirar el techo para ahora observarla a ella, sus ojos están casi a punto de desbordarse.

— Creo que... – carraspeo intentando encontrar las palabras, pero no sé cómo ni qué decir – estoy jodidamente en blanco.

— Hermano, date tiempo de asimilarlo – las palabras del novio de mi mejor amiga me hacen sentido, pero mi mente va a toda velocidad.

— ¿Qué mierda se supone que haremos? – he perdido la cuenta de cuántas veces he pasado las manos por mi pelo. Seguramente soy un desastre.

— Bueno cariño, eso tienes que verlo junto con mi hermana – veo a mi mejor amiga intentando ocultar el gesto de sufrimiento en mi rostro. No sé cómo coño haré para solucionar mi situación con Kayla – quizás esta tenía que ser la manera en que dejen de ser tan imbéciles respecto al otro. Y se den cuenta que realmente lo que necesitan está justo frente a sus narices.

— Thai no...

— ¡Y UNA MIERDA, ALEX! – Thalía se pone de pie, alterada. Percibo a Miguel tensarse a mi lado y tiendo a hacerme pequeño, como cada vez que mi mejor amiga explota – Ustedes dos son unos estúpidos que no quieren aceptar lo que sienten. Ya supérenlo, maldita sea.

El castaño tose para no reír y lo miro con fastidio, aunque sé que lo hace porque cree que Thalía lleva razón, y quizás sea así.

La pelirrosa me zarandea con impaciencia, poco le falta para golpearme y me encuentro bastante aturdido.

— Mejoraré, Thai, te lo prometo.

— Maldita sea Alex, no lo hagas por prometérmelo a mí, hazlo porque tú quieres hacerlo. No quiero ver a mi hermana y a mi futuro sobrino o sobrina pasarlo mal porque no sabes decidir qué diablos quieres de tus relaciones interpersonales.

Asiento en silencio porque no tengo más que decir. Me quedo procesando en silencio toda la situación actual y lo que he podido escuchar tras la puerta, agradeciendo a los dioses que el inglesito se haya ido hace un rato.

Percibo pasos apresurados por el pasillo y veo llegar a Marc y Sofi, a quienes he llamado hace un rato, luego de que llegaran Thalia y Miguel.

— ¿Cómo está Kayla? – mi cuñada abre la boca antes que mi hermano, pero es obvio que ambos tienen la misma pregunta.

— Embarazada.

La forma en que Thalia lo suelta y las caras de ambos recién llegados, no hacen más que mostrar lo irrisorio del asunto. Probablemente si no fuese yo el padre de esa criatura, me estaría riendo de toda la situación.

Déjame quererte - Álex MárquezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora