Nudo

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"Sentimientos errados y enredados"

«—Vi, no tuve tiempo de despedirme y hablar correctamente contigo. Mi vuelo saldrá en unos minutos y no quiero que las cosas vuelvan a ponerse extrañas entre ambos. Lander suelta un largo suspiro al aire, y continua: —. Todo lo que dije anoche fue verdad, fuiste mi primer amor y nunca me arrepentiré de eso, así que solo quiero atesorarte en mis recuerdos, Vaitiare. Solo deseo que dejes de castigarte de esta forma, necesito ver tu sonrisa nuevamente, por lo que me encargaré de buscar al imbécil que te hizo todo aquello. Nos vemos, Vi, sabes que estoy a una llamada de distancia.»

El mensaje de voz termina y vuelvo a soltar un suspiro cargado de pesadez, así como hace unos días lo hice la primera vez que escuché su mensaje.

El tiempo pasó con rapidez y no fui capaz de realizar la llamada que pensaba devolverle al instante en que recibí su voz a través del teléfono, no fui capaz de escucharlo otra vez, no quería que se preocupara al saber que nuevamente me estoy hundiendo en un vacío del cual me es difícil escapar cada vez.

No quiero que sepa que tiene razón en todo, porque no puedo perdonarme y tengo la necesidad de atormentarme día a día con ello.

Dejo el teléfono a un costado, mientras recuerdo aquello que dije hace unos días y a la enorme consecuencia a la que tengo que atenerme dentro de unas horas a causa de mis negligentes palabras.

Mis recuerdos se remontan a un par de tardes atrás y como invité a Cas a cenar en la casa de mi madre por un mero arranque de molestia, esperando inconscientemente a que Hyder se sintiera igual de miserable que yo hace algún tiempo.

Tras pasado el tiempo, vuelvo a suspirar, por cuarta vez en un minuto tal vez, mientras pienso en que mi vida ha vuelto al desastre en unos pocos días, todo a causa de ambos pelinegros, en especial al que viene en camino a llevarme con mi madre.

El timbre del departamento suena antes de que pueda volver a soltar el aire retenido y el sonido del elevador abriéndose no me permite responder al intercomunicador para cuando Cas ya se encuentra dentro; maldigo mentalmente a las personas de recepción, a pesar de saber que fui yo quien les pidió hace unas horas que lo dejasen pasar en cuanto lo vieran.

Lo escucho acercarse sin decir nada, buscándome silenciosamente, mi pulso se agita y mis resbaladizos dedos dejan caer la delicada cadena de plata que intentaba abrochar con rapidez, maldigo por lo bajo y me obligo a levantarla del suelo con pesadez.

—Quién lo diría, gatita. —Su voz me hace dar un brinco en cuanto me pongo de pie—. Eres más torpe de lo que aparentas.

Suelto un gruñido por lo bajo antes de responderle, —Y tú más pesado de lo que pareces.

Volteo en su dirección, acomodando el prominente escote de mi corto vestido guinda.

Lo primero que veo es él, caminando con una suave seguridad en mi dirección, con un pantalón de vestir oscuro y una camisa igual de oscura, abierta en el primer botón, trayendo a mi mente la noche de la subasta, termino enfadándome tras recordar que se llevó consigo mi broche.

—Además de torpe, temperamental, —Cas chasquea su lengua de forma irónica antes de llegar a mí—, justo como me gusta.

Siento un tenue rubor asomarse en mi rostro, pero no bajo mi vista de la suya, pero sus palabras me dejan sin qué defenderme, lo que ayuda a mi molestia en sobre manera.

—No estoy para tus tonterías, Casineb.

—No fui yo quien le pidió al otro que pasara a por mí, Vaitiare —responde, con la misma condescendencia con la que yo hablé hace unos segundos.

Now and then (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora